LA NOCHE DE GUY FAWKES Y EL ORIGEN DE V DE VENDETTA
INGLATERRA Y SU FE
El reinado de Isabel I de Inglaterra resultó particularmente difícil para la fe católica de ese país (religión oficial de España, su acérrima nación enemiga). Con una Iglesia protestante, la monarca endureció las medidas que ya habían tomado sus antecesores.
Se obligaba a asistir a las misas protestantes y aquel que no fuera podía ser castigado con la muerte.
En marzo de 1603 la reina murió y su lugar fue ocupado por Jacobo I, lo que hizo pensar que la situación mejoraría para la minoría católica a pesar de que el nuevo rey era protestante.
Había una razón poderosa para creerlo: la esposa del monarca, Ana de Dinamarca, profesaba la religión católica, y además era hijo de la reina católica María I de Escocia, quien fue encarcelada y decapitada por órdenes de Isabel I en 1587.
¿MÁS TOLERANCIA?
Al comienzo de su gobierno, Jacobo insinuó que habría más tolerancia, sin embargo no pasó mucho tiempo para que siguiera los pasos de la Reina Virgen. Presionado por los protestantes, dictó nuevas leyes contra los católicos durante la Conferencia de Hampton Court, que se llevó a cabo en febrero de 1604. Ordenó que todos los sacerdotes y jesuitas abandonaran Inglaterra y los que practicaban la religión fueran perseguidos.
Ante esto, un grupo de católicos ingleses tomó una decisión: hacer explotar el Parlamento y asesinar al rey, aunque las cosas no salieron como imaginaban.
EL COMPLOT
La idea de la conspiración fue de sir Robert Catesby, un aristócrata que participó en la rebelión de Essex hacía tan sólo cuatro años e hijo de sir William Catesby, un destacado líder católico durante el reinado de Isabel I.
En mayo de 1604, Robert comenzó a reunirse en un pub de Londres con quienes llevarían a cabo su plan.
Sus nombres eran John Wright, Thomas Percy, Thomas Wintour y Guy Fawkes, un soldado que había luchado en los Países Bajos junto a un regimiento de exiliados ingleses católicos al mando del ejército español, y que desempeñaría un papel protagónico en el atentado: su misión sería encender la pólvora que haría volar el Parlamento, en el Palacio de Westminster, durante la ceremonia de la apertura de las sesiones de la Cámara de Lores, a la que asistirían el rey.
Por su parte, Thomas Percy alquiló una casa cerca del palacio donde Fawkes, bajo el nombre falso de John Johnson, planearía su misión cuidadosamente.
Al principio querían construir un túnel, pero después descubrieron que justo debajo del palacio había un sótano y no tardaron en alquilarlo. Durante meses fueron almacenando ahí la pólvora, tiempo en el que reclutaron a más hombres.
Para octubre de 1605, se habían sumado a la conspiración ocho más: Robert Keyes, Thomas Bates, Robert Wintour, Christopher Wright, John Grant, sir Ambrose Rookwood, sir Everard Digby y Francis Tresham.
LA NOCHE DE LA DETENCIÓN
El día del atentado sería el 5 de noviembre de 1605. No obstante, el 26 de octubre alguien envió una carta anónima a William Parker, barón de Monteagle, cuñado de Francis Tresham, advirtiéndole que no asistiera al Parlamento porque iba a ocurrir un atentado.
Parker le enseñó la misiva a Robert Cecil, el secretario de Estado, y éste a su vez informó al rey Jacobo. Después de investigar, hombres enviados por el gobierno inspeccionaron el sótano el 4 de noviembre pasada la medianoche. Ahí estaba Fawkes, y bajo una montaña de leña, 36 barriles repletos de pólvora. Tras ser torturado durante varias horas, confesó los nombres de sus cómplices y el plan completo de la conspiración.
La detención de Fawkes llegó rápidamente a oídos de todos. La explosión había fallado, pero todavía faltaba la segunda parte del plan: secuestrar a la hija del rey, Isabel, de 9 años, y provocar un levantamiento con el propósito de colocar a un rey católico en el poder.
La noche del 5 de noviembre, Catesby se detuvo en el castillo de Warwick para robar unos caballos y luego convencer a más gente para que se uniera a su revuelta, pero no tuvo éxito.
Todo parecía perdido. El 7 de noviembre huyó para refugiarse en la Holbeche House, en Staffordshire, junto con los otros conspiradores. Al día siguiente 200 hombres armados, encabezados por el sheriff de Worcestershire, rodearon la casa.
Catesby y Thomas Percy salieron a enfrentarlos y fueron abatidos. Se cuenta que el líder de la conjura se arrastró hasta la capilla de la casa, donde murió tomando la imagen de la Virgen María. Su cabeza se exhibió afuera del Palacio de Westminster.
LA MUERTE DE GUY FAWKES
La mayoría de los conspiradores murieron el mismo día que Catesby, excepto Francis Tresham y los hermanos Thomas y Robert Wintour, quienes terminaron encarcelados en la Torre de Londres junto a Fawkes y juzgados en un juicio que duró tres días.
A todos se les acusó de alta traición y se ordenó su muerte.
Las ejecuciones tuvieron lugar el 30 y el 31 de enero de 1606. El segundo día Fawkes fue llevado a la horca afuera del Old Palace Yard en Westminster, pero al subir a la plataforma se arrojó por la escalera y se desnucó; murió instantáneamente. Su cadáver fue descuartizado.
Como consecuencia del atentado, el gobierno endureció su política de persecución contra los católicos.
LA CELEBRACIÓN
El 5 de noviembre de 1605, en que sería asesinado, el rey Jacobo I ordenó prender una gran hoguera y quemó en ella a un muñeco con la figura de Guy Fawkes para celebrar la fallida conspiración.
Desde entonces anualmente se conmemora en Reino Unido, y en otros lugares como Canadá, Nueva Zelanda y Sudáfrica, la Noche de Guy Fawkes, también conocida como Noche de la Hoguera o la Noche de los Fuegos Artificiales.
INSPIRACIÓN Y ADAPTACIÓN
El cómic V de Vendetta, del británico Alan Moore, está inspirado en la historia de la conspiración de la pólvora. El personaje principal resulta ser un terrorista en pugna contra el control del gobierno fascista de una Inglaterra del futuro.
Asimismo, el sello distintivo es que oculta su identidad tras una máscara del rostro de Guy Fawkes, misma que décadas después se convertiría en el símbolo de la organización de hackers Anonymous. La adaptación al cine de este cómic resulta en una versión políticamente correcta del mismo.