“Los cables de China”: los documentos secretos que revelan el sistema de lavado de cerebro del gobierno chino sobre cientos de miles de uigures detenidos

Redacción BBC Mundo

Una gran investigación de un conglomerado de medios dejó al descubierto documentos oficiales que detallan por primera vez las prácticas de lavado de cerebro y detención masiva en centros de alta seguridad que China aplica sobre cientos de miles de uigures musulmanes.

El gobierno chino ha alegado de forma consistente que los campos que gestiona en la remota región noroccidental de Sinkiang ofrecen educación y formación voluntaria.

Pero documentos oficiales a los que tuvo acceso el programa investigativo de la BBC, Panorama, revelan cómo los presos son encerrados, adoctrinados y castigados.

El embajador de China en Reino Unido descalificó los documentos como noticia falsa.

¿Cómo salieron a la luz?

“Los cables de China”

La filtración de documentos llegó a manos del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) que a su vez trabajó con 17 medios asociados, incluidos BBC Panorama, el periódico británico The Guardian y el diario español El País, entre otros.

Trabajadores caminan por las inmediaciones de uno de los centros de educación en Sinkiang el 4 de septiembre de 2018.

La investigación halló nuevas pruebas que debilitan la alegación de Pekín de que los centros de detención, que fueron construidos en la región de Sinkiang en los últimos tres años, tienen como propósito la reeducación voluntaria para contrarrestar el extremismo.

Se cree que cerca de un millón de personas, la mayoría de la comunidad uigur musulmana, han sido detenidas sin juicio.

Los documentos oficiales chinos filtrados, que el ICIJ ha llamado “Los cables de China”, incluyen una circular de nueve páginas enviada en 2017 por Zhu Hailun, el entonces vicesecretario del Partido Comunista de Sinkiang y el funcionario de seguridad de mayor rango en la región, a aquellos que dirigen los campos.

Las instrucciones dejan claro que los centros deben ser manejados como prisiones de alta seguridad, con una disciplina estricta, con castigos y sin fugas.

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