¿Será el verano la vacuna definitiva contra el coronavirus?: esto es lo que dicen los expertos
En estos momentos todos los españoles estamos con el corazón en un puño esperando cada día nuevas noticias sobre el número de nuevos pacientes infectados por coronavirus en nuestro país. Continúa el crecimiento exponencial, aunque las autoridades sanitarias creen que, si todo va bien, a finales de esta semana podríamos alcanzar el pico de infectados.
Muchas personas mantienen también la esperanza de que, del mismo modo que ocurre con otros virus respiratorios, como el de la gripe, la llegada del buen tiempo sirva para debilitar al causante de esta pandemia que tantos problemas está causando. Ahora bien, ¿es eso posible? La respuesta rápida es que no lo sabemos, aunque puede explicarse con muchos matices.
La curiosa historia de los virus estacionales
Muchos virus, por diferentes motivos, tienen una época “predilecta” del año en la que muestran sus mayores tasas de infectividad. La varicela, por ejemplo, se da preferentemente en primavera, la polio en verano y los virus respiratorios en invierno. En las enfermedades transmitidas por insectos, como el dengue, la estacionalidad es mucho más fácil de comprender. No obstante, también hay explicaciones para la existencia de los virus de invierno, que no cuentan con los mosquitos como vectores.
Lo narra la viróloga Ester Lázaro en un hilo de Twitter en el que también habla sobre lo que sabemos al respecto hasta ahora del SARS-CoV-2, que podría darnos pistas sobre su comportamiento en los meses venideros.
Tanto el virus respiratorio sincitial, como el de la gripe y el causante de la enfermedad Covid-19 tienen en común que se encuentran rodeados por una membrana lipídica. Esta es precisamente la razón por la que el lavado de manos con jabón es tan efectivo contra ellos, ya que las moléculas de jabón cuentan con un extremo afín a la grasa, que se une a la cubierta del virus y la deshace. Pero este no es su único punto débil, ya que también parece ser que las condiciones climáticas propias del verano les hacen perder estabilidad.
¿Significa eso que nos libraremos del coronavirus en verano?
Según explicaba recientemente en declaraciones a Agencia Sinc el virólogo Luis Enjuanes, estudios anteriores realizados con otros coronavirus han demostrado que estos patógenos son muy sensibles al calor, de modo que por cada día que pasan a una temperatura de 37ºC pierden diez veces su infectividad. Esto indicaría que tres días en agosto en Murcia valdrían para reducir notablemente su capacidad de infección.
Por otro lado, la radiación ultravioleta también actúa sobre ellos, inactivándolos, de modo que una mayor exposición al sol ayudaría a que, poco a poco, se vayan debilitando y conserven su infectividad sobre las superficies durante menos tiempo. Si a esto se suma que en verano la gente ventila más sus casas y pasa más tiempo al aire libre y menos hacinada con otras personas en entornos cerrados, es comprensible que otros virus similares a SARS-CoV-2 se despidan de nosotros con la llegada del buen tiempo.
Podríamos esperar algo similar de este virus, pero por desgracia hay un problema con el que no cuentan los otros: la falta de inmunidad de la población. Tanto la gripe como otros coronavirus causantes de enfermedades respiratorios llevan con nosotros tiempo suficiente para que la inmensa parte de la población cuente con cierta inmunidad hacia ellos. Por el contrario, la mayoría de nosotros seguimos siendo susceptibles a la infección del virus de Wuhan. Por eso, es posible que este primer verano no se perciba un cambio tan dramático como el que experimentamos cada año con la gripe.
La buena noticia es que, posiblemente, si finalmente termina volviéndose estacional en la próxima temporada tengamos que lidiar con un coronavirus mucho más atenuado. Esto se debe a que los virus más débiles son más ventajosos evolutivamente, pues enferman a sus hospedadores, pero no los matan, de manera que pueden expandirse mucho más y mejor.
Aún es pronto para saber más sobre cuál será el comportamiento futuro del SARS-CoV-2. De momento, lo único que está claro es que la mejor forma de evitar que se expanda, con frío o calor, es quedándonos en casa todos los que podamos. Solo así disminuirá la cadena de contagios. Esa es una certeza, para lo demás habrá que esperar.