Más crisis por estrés y falta de sueño: los riesgos del confinamiento para los niños con epilepsia

El confinamiento por el coronavirus no está afectando a todas las personas por igual. Es más, aquellos que tienen enfermedades crónicas pueden estar más preocupados por cómo les afectaría contagiarse por el SARS-CoV-2. Un ejemplo de esta preocupación es la que están mostrando algunos padres y madres de niños con epilepsia tras la publicación de un artículo en New York Times por las posibles complicaciones neurológicas que están presentando pacientes con COVID-19.

“El artículo habla de que la infección por coronavirus puede producir síntomas neurológicos y eso es cierto. Produce pérdida del olfato y del gusto, dolor de cabeza, dolores musculares… Todo esto estaría dentro de los síntomas neurológicos habituales”, explica a Hipertextual Ángel Aledo Serrano, neurólogo de la unidad de epilepsia del Hospital Ruber Internacional de Madrid. Pero algunos pacientes “muy graves” pueden mostrar “confusión o crisis epilépticas”, según un estudio publicado por investigadores chinos. Pero se trata de “enfermos que están hospitalizados en unidad de críticos, no tiene nada que ver con la epilepsia habitual de personas que están en tratamiento crónico“, comenta de forma tranquilizadora el neurólogo desde el otro lado del teléfono.

 
 
 

Aún así, el artículo ha generado muchas dudas sobre si estos niños forman parte de los grupos de riesgo, pero Aledo Serrano comenta que “no tienen más riesgo de COVID-19” ni “los fármacos epilépticos afecten al riesgo” ni que “la infección por COVID-19 empeore la epilepsia”. “Aunque es verdad que el estrés físico y psicológico de la infección o la fiebre, por ejemplo, puede aumentar el riesgo de algunos tipos de epilepsias, como la del síndrome de Dravet“, matiza.

“Se ha visto que la enfermedad es más leve en los niños e, incluso, la fiebre que se da casi en el 90% de los adultos con COVID-19, en los niños solo se da en 3 o 4 de cada 10”, comenta Aledo Serrano a Hipertextual. “En general, creo que lo más importante para la epilepsia infantil no es tanto el riesgo de la infección, quizás lo que es más importante para estas personas y para los familiares es lo que llamamos la segunda o tercera oleada de problemas médicos relacionados con el coronavirus”, apunta.

 

El problema son los recursos. Todos los recursos se están destinando ahora, como es lógico, a los pacientes con coronavirus. Esto sería la primera oleada, como explica el neurólogo. La segunda, son las enfermedades urgentes que no están siendo igual tratadas, como pueden ser los problemas de corazón o las crisis epilépticas graves. Y la tercera oleada corresponde a las personas con enfermedades crónicas que tienen asistencia cada determinado tiempo, por ejemplo, cada tres o seis meses, y ahora se están cancelando todas sus citas: “Y en este sentido quizás las repercusiones no las estamos viendo todavía, pero probablemente las veremos en las próximas semanas”, indica el especialista.

 

El confinamiento sí afecta a los epilépticos

 
Cerebro

Aunque ya sabemos que la enfermedad en sí ni los medicamentos hacen que la COVID-19 sea más peligrosa para los epilépticos, sí es cierto que el confinamiento también les pasa factura a ellos.

 

“En la mayoría de las epilepsias no se ve un desencadenante específico de las crisis o son más generales, como puede ser el estrés, la falta de sueño o los cambios de ritmo“, indica el neurólogo. “Hay algunos tipos de epilepsia en los cuales los ritmos de sueño-vigilia o las horas de sueño son fundamentales para la reducción de las crisis y, algunos pacientes, con el estrés psicológico no consiguen dormir y están empeorando sus crisis”, explica Aledo Serrano. “También la preocupación de las familias les puede afectar, aunque los niños no son muy conscientes de lo que implica la pandemia en sí misma, sí notan el estrés en la familia y la preocupación generalizada. Y eso también les puede hacer empeorar”, añade el especialista.

Los padres no se atreven a ir a urgencias, por lo que en la unidad de epilepsia del Ruber “hemos creado un teléfono gratuito para que llamen” y puedan recibir información sobre qué hacer si se dan un golpe en la cabeza durante una crisis u otras dudas: “Ya hemos tenido varias llamadas. Una de ellas era de una niña que se había dado un golpe en la cabeza y no querían ir al hospital, así que les dimos algunas recomendaciones por teléfono. Otros tenían dudas con las medicaciones”, explica.

 

Recomendaciones

Además de las recomendaciones generales, Aledo Serrano señala otras más específicas para las familias con niños epilépticos: “Que intenten mantener rutinas lo más establecidas posibles, con algo de actividad física, con juegos, con horarios lo más regulares posibles de comida y sueño”, comenta. Por otra parte, hay que evitar transmitirles a los niños la preocupación por esta situación y “normalizar o máximo la rutina que estamos viviendo”.

 

También reitera que ante “crisis más graves o prolongadas”, “golpes en la cabeza” o “en alguno de los supuestos habituales” que requieran asistencia urgente, “hay que ir a urgencias o, al menos, ponerse en contacto con un especialista a través del teléfono“, afirma. “Es verdad que esta segunda opción es más recomendable para evitar la saturación de los sistemas de urgencias, pero si no tienen el teléfono de su neurólogo o de un neurólogo especializado en epilepsia para poder hablar con él, hay que ir a urgencias porque las repercusiones pueden ser peores”.

Por último, el neurólogo recuerda que “la infección por COVID-19 no produce mayor riesgo de ningún tipo en la mayoría de las personas con epilepsia” y afirma que “no está habiendo falta de medicación en las farmacias”, ya que “ninguno de los antiepilépticos están faltando”, concluye. Esto es importante porque algunos padres pueden tener la preocupación de que, en algún momento, sus hijos se queden sin medicación debido a que alguna de las partes de la cadena de fabricación y/o distribución tengan retrasos por el estado de alarma en el que se encuentra España. Sin embargo, eso no está sucediendo, lo que es una buena noticia.

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