Zhu (nombre falso) es un hombre chino de 43 años, residente en la ciudad de Luzhou y trabajador de la construcción. Hace algo más de un mes volvía cansado de una jornada de trabajo cuando decidió parar a comprar los ingredientes necesarios para cocinar un caldo de carne picante. Después de adquirir las verduras y algo de carne de cerdo y cordero, se dirigió a su casa, donde comenzó a elaborar el plato.

Una vez terminado se lo comió con gusto y todo transcurrió con normalidad, hasta que unos días después empezó a sentir lo que parecían los síntomas de un ataque epiléptico. Pero no se trataba de eso, sino de las consecuencias de unos polizones que viajaban inesperadamente en la carne que utilizó para cocinar la sopa.

Tenias en el cerebro

En un principio el hombre se sentía mareado y con dolores de cabeza, pero todo fue aún a peor por la noche, cuando comenzó a experimentar convulsiones mientras dormía.

 

Al día siguiente, en el trabajo, tuvo de nuevo otra de estas convulsiones, por lo que sus compañeros decidieron llevarlo al hospital; donde, según CNN, detectaron calcificaciones intercraneales en su cerebro. Los médicos quisieron hacerle más pruebas, pero el paciente no quiso gastar más dinero y pidió el alta voluntaria. Sin embargo, la cosa no hizo más que empeorar. Tanto, que un mes después del inicio de los síntomas se vio obligado a ir al hospital de la Universidad de Zhejiang, donde una resonancia magnética sirvió para dar con el origen de su problema: tenias en el cerebro.

 

Al ser interrogado sobre las actividades que había llevado a cabo justo antes del comienzo de los síntomas, Zhu recordó haber tomado un caldo picante que contenía carne de cerdo y reconoció no estar seguro de haberla cocinado completamente. Al parecer, las rojizas especias picantes y el color del fondo de la olla impidieron que pudiera ver si la carne estaba bien hecha. Y posiblemente no lo estuviera, pues los huevos de este parásito son comunes en los cerdos y suelen pasar a los humanos cuando toman su carne cruda o poco cocinada.

 

Una vez localizado el problema, fue tratado para extraer las tenias y liberar la presión en su cerebro. En base a lo recogido por varios medios, fueron un total de 700 los gusanos que se retiraron, sobre todo en el cerebro, pero también en el pecho y los pulmones.

 

¿Cómo llegaron las tenias al cerebro?

Por lo general, la tenia porcina (Taenia solium) pasa al organismo de un ser humano después de que este consuma sus huevos o larvas en carne de cerdos que previamente han estado en contacto con heces contaminadas. Esta es la razón por la que es más común en países poco desarrollados o regiones rurales, con condiciones poco salubres.

 

Una vez ingerido, las larvas pueden desarrollarse hasta dar lugar a tenias adultas, capaces de vivir hasta 30 años en el intestino humano. Hasta aquí, por lo general la enfermedad, conocida como teniasis, no supone un riesgo para el paciente. Sin embargo, si los parásitos pasan al tejido muscular y migran a otras partes del organismo pueden darse afecciones mucho más preocupantes. Es, por ejemplo, el caso de la neurocisticercosis que padecía el protagonista de esta historia. En esta situación, las larvas alojadas en los tejidos pueden formar quistes o calcificaciones como las que aparecieron en las primeras pruebas realizadas a Zhu y afectar peligrosamente a los órganos en los que se introducen. Es una enfermedad tratable, pero a veces el diagnóstico es difícil y el tratamiento resulta caro en países con pocos recursos. Por eso, según la OMS, se realizan múltiples campañas para promover la desparasitación y la vacunación de los cerdos. Además, se aconseja que la carne se cocine correctamente y que se intenten mantener el máximo posible de medidas higiénicas y de seguridad a la hora de manipularla. Cualquier precaución es poca para evitar un calvario como el de este trabajador, que solo quería hacerse un caldo especial después de un día duro.