Muere vida cotidiana en la plazuela de García
La plazuela de García, uno de los paseos típicos más entrañables de la capital zacatecana, luce abandonado y frío.
Y es que hoy, a nueve meses de pandemia ya ni las moscas se paran ahí. Ese punto, típico en el sentido urbano de la capital, luce como el resto de las plazas de la ciudad, rodeado de cintas con el letrero de “prohibido pasar”.
Si bien es cierto que en ese punto la delincuencia sentó sus reales y que muchas personas desaparecieron sin que nadie averiguara lo que pasó, hoy se han acentuado esos malestares porque la gente teme salir a los alrededores para no contagirse de Covid.
Así lo expresa Liliana Villegas, una de las propietarias de tradicional restaurante de comida familiar en esa plaza, quien añadió que para todos ellos los últimos meses han sido muy complicados.
La dueña dijo que las ventas se han reducido en su local, y que la han pasado con ciertas medianías, es decir, con problemas para sobrevivir; no obstante, indicó que espera se emparejen este fin de año y que no les vaya tan mal con las nuevas restricciones, ante la amenaza de que Zacatecas capital vuelva a semáforo rojo.
Una de las cocineras en el mismo establecimiento, la señora Amada, quien se disponía a almorzar dio a conocer los problemas por los que ellos han pasado a causa de la pandemia,
La servidora lamentó la soledad que se observa en ese lugar, sometido por la delincuencia pero ahora, sobre todo, por el coronavirus. La plaza de García se encuentre así desde que comenzó la pandemia.
Antes del virus aquí se encontraba lleno de niños jugando y las personas se sentaban a convivir con otros vecinos a quienes comentaban sus vivencias, sostuvo; “nada de eso ocurre ahorra”.
Añadió la entrevistada que todo se terminó, incluida la feria de barrio que se colocaba ahí en Semana Santa y Navidad, “no quedó nada”.
Muchos vecinos lamentan que ahí se perdiera, entre otras cosas, la sociabilización, la convivencia, el sentido de barrio, la comunidad, las cenas, los desayunos. Así lo expresó una de ellas que esperaba la ruta.
La entrevistada dijo que las ausencias se dieron que empezó la enfermedad el pasado mes de marzo. Y que, por esa causa, se percibe la soledad y la tristeza en el ambiente.
Lamentó que esa enfermedad haya acabado con la vida de muchas personas en los alrededores y recordó que en años pasados ese barrio se vestía de colores en Semana Santa pero mantuvo su esperanza de que pronto recobre la vida.
La gente mantiene pues esas esperanzas para ese barrio ancestral y señorial que, de acuerdo con lo que opinan, debe volver a la vida para darle al callejón y al templo de Cristo la belleza que antes debía a quienes lo caminaban, lo atesoraban y lo cuidaban.