Tendrá Zacatecas desangelada Navidad

Este fin de año, el gobernador Alejandro Tello no tuvo ánimos de encender los foquitos navideños el pasado domingo, como pudo realizarlo durante las cuatro primeros años de su administración estatal, caracterizada por su ausencia permanente de ganas de gobernar.

Tampoco estuvo ahí su esposa, la señora Cristina Rodríguez para que el pesebre de la villa navideña pudiera motivar a la ciudadanía a celebrar un fin de año que, pese a lo que se sostenga, arroja más de mil 500 muertos por Covid-19 en la entidad zacatecana.

Ambos, tampoco tuvieron el gusto de poner en marcha la monumental rueda de la fortuna y dar animación a esa villa navideña en la que, antaño, las familias zacatecanas pasaban varias horas disfrutando incluso de la pista de patinaje en hielo.

Hoy nada de eso existe, Zacatecas tiene una ciudad navideña en Plaza de Armas a la que está prohibido acceder; esta vez no habrá ni animadores ni maestros de ceremonias. Únicamente lucirá ahí el pesebre navideño de una ancestral celebración judeocristiana, rodeado del luto de miles de familias de la entidad que, por motivos ambientales, perdieron a uno o varios de sus seres queridos.

No debo, no quiero ser pesimista, pues a ello se une la crisis económica, la pérdida de miles de empleos, la quiebra de empresas pequeñas y medianas, los despidos, la creciente delincuencia y la desfachatez e incapacidad de un gobierno al que le urge irse en medio de los mayores cuestionamientos de los tiempos presentes.

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