Brexit: La pesca, obstáculo principal en negociaciones entre UE y Reino Unido
La pesca se ha convertido en el elemento más complicado de resolver en las negaciociones post -Brexit, entre Reino Unido y la Union europea, negociaciones a contrarreloj antes del 1 de enero, cuando se consumara el brexit. Mientras el bloque pide mantener un status quo lo más similar a las condiciones pre Brexit, el Reino Unido quiere negociar el acuerdo cada año, una petición inviable para las empresas pesqueras europeas.
Actualmente, nueve flotas de la Unión Europa pescan en aguas británicas: España, Francia, Holanda, Bélgica, Alemania, Dinamarca, Irlanda, Suecia y Polonia, obtienen en esas aguas el 40% de las capturas de la flota europea, lo que representa unos 650 millones de euros en primera venta, mientras que los britanicos obtienen de las aguas europeas unos 173 millones de euros. Pese a estas cifras, la pesca no alcanza el 0,1% del PIB del Reino Unido y tampoco supone un sector tan esencial como otros para la Unión Europea, pero sí representa un símbolo político importante para Inglaterra, que hizo de este tema su emblema, de cara al referéndum que proponía el Brexit.
Analistas explican que sería por esta razón que el primer ministro británico Boris Johnson se mostraría más reacio a hacer concesiones. Así lo afirma, Javier Garat, presidente de Europêche, el organismo que agrupa a las pesqueras de Europa
Claramente, hay un aspecto político muy importante. Desde el primer momento, incluso antes de que el refeéndum tuviera éxito, se utilizó la pesca como bandera de las emociones de los británicos para lanzar los mensajes de que “vamos a recuperar nuestra soberanía”. “Vamos a expulsar a nuestras flotas de la Unión Europea y vamos a tener muchas más oportunidades de pesca en nuestras aguas”.
Javier Garat también señala que más allá de las toneladas de venta, lo que está en juego son las especies de peces compartidas entre Reino Unido y el bloque, especies sobre las que se logró tener una política de pesca y producción responsable y que de no llegarse a un buen acuerdo, se verían fuertemente impactadas.
Tenemos 119 poblaciones de peces compartidas de las 146 que existen en la zona y que requieren una gestión conjunta entre las partes, entre el Reino Unido y la Unión Europea y, en muchas de ellas también, con Noruega. Llevamos muchos años realizando esfuerzos para que la gestión sea sostenible, para que esas poblaciones de peces alcancen el rendimiento máximo sostenible. No tendría sentido que esta política común dejara de existir y que cada parte empezara a gestionarse a su manera porque, entre otras cosas, iría en contra del derecho internacional del mar. Por eso, queremos un acuerdo que refleje el equilibrio histórico económico en estas aguas.
Cuando el 1 de enero el Brexit se consume, al concluir el período transitorio pactado, el Reino Unido abandonará la Política Pesquera Común, que define el acceso de los barcos europeos a la llamada Zona Económica Exclusiva de este país y en ese nuevo escenario, Londres estaría tratando de retener hasta un 80% de la pesca en sus aguas, una peticion imposible de aceptar para los europeos.
Javier Garat también señala que más allá de las toneladas de venta, lo que está en juego son las especies de peces compartidas entre Reino Unido y el bloque, especies sobre las que se logró tener una política de pesca y producción responsable y que de no llegarse a un buen acuerdo, se verían fuertemente impactadas.
Tenemos 119 poblaciones de peces compartidas de las 146 que existen en la zona y que requieren una gestión conjunta entre las partes, entre el Reino Unido y la Unión Europea y, en muchas de ellas también, con Noruega. Llevamos muchos años realizando esfuerzos para que la gestión sea sostenible, para que esas poblaciones de peces alcancen el rendimiento máximo sostenible. No tendría sentido que esta política común dejara de existir y que cada parte empezara a gestionarse a su manera porque, entre otras cosas, iría en contra del derecho internacional del mar. Por eso, queremos un acuerdo que refleje el equilibrio histórico económico en estas aguas.
Cuando el 1 de enero el Brexit se consume, al concluir el período transitorio pactado, el Reino Unido abandonará la Política Pesquera Común, que define el acceso de los barcos europeos a la llamada Zona Económica Exclusiva de este país y en ese nuevo escenario, Londres estaría tratando de retener hasta un 80% de la pesca en sus aguas, una peticion imposible de aceptar para los europeos.
Otra de las propuestas de Inglaterra es implementar un régimen parecido al noruego, que negocia cada año las capturas de las flotas de la Unión Europea en sus aguas, una peticion que también resulta inviable para el bloque pues mientras con Noruega se pacta la pesca de media docena de especies; en los mares británicos se haría para casi un centenar.
No podemos permitir que se negocie año a año generando inseguridad jurídica para nuestras empresas y, por supuesto, impidiendo que se puedan realizar inversiones de futuro al no saber lo que puede pasar. Una negociación de cada año, sería una auténtica locura en terminos de administración de recursos. Sin olvidar que nosotros tenemos el mercado, que el Reino Unido está exportando cada año más del 70% de su producción al mercado de la Unión Europea, al mercado de los 450 millones de consumidores, libre de aranceles, por eso nosotros vinculamos el acceso recíproco de las aguas y de los mercados, y, por otro lado, el acuerdo de pesca con el acuerdo comercial.
El objetivo de las negociaciones es llegar a un acuerdo que permita a la flota de la Unión Europea seguir faenando en aguas britanicas y a los británicos continuar vendiendo sus productos pesqueros en territorio comunitario, sin aranceles ni impuestos en las fronteras. De no llegarse a un acuerdo respecto a este tema, el perjuicio seria para ambos.
Si no hubiera un acuerdo de pesca, no debería haber un acuerdo global. Significaría que a partir del 1 de enero, unos 3 mil buques tendrían que salir de esas aguas; y el Reino Unido, si quisiera exportar sus productos a la Unión Europea, tendría que pagar aranceles, como ocurre con los países con los que no tienen acuerdo.
La Unión Europea representa el destino de dos tercios de las exportaciones pesqueras del Reino Unidos, y Francia es su principal cliente. De no haber acuerdo este comercio podría enfrentarse a aranceles de hasta un 24%, según el informe de la Eurocámara. Sin embargo, todo apunta a que más temprano que tarde, se llegará a un acuerdo, en algún punto intermedio provisional y aceptable para ambas partes.