La industria del karité, decidida a recuperarse tras un año sombrío

Por RFI

La industria del karité también se ha visto gravemente afectada por la pandemia de Covid-19. Pero la Alianza Mundial del Karité, reunida esta semana, no se da por vencida y pretende abrir nuevos horizontes para la próxima década.

Por Marie-Pierre Olphand.

En los parques de karité de África Occidental, muchos árboles ya están en flor. Todavía es demasiado pronto para decir cómo será la próxima producción, pero más que la cosecha, es el estado del mercado lo que preocupa a los operadores del sector en estos momentos.

En 20 años, la demanda internacional de karité y sus derivados se ha disparado en los sectores del chocolate y la cosmética –las exportaciones se han multiplicado por 20 hasta alcanzar las 500.000 toneladas para la campaña 2019-2020–, sectores hoy muy afectados por la pandemia.

“En los últimos meses, la demanda también se ha mantenido muy moderada en los mercados locales”, señalan los analistas del servicio de información agrícola N’kalo. Puede ser una consecuencia de la epidemia de Covid-19, que ha reducido el poder adquisitivo de los hogares urbanos consumidores de karité.

 

Es pues, un año sombrío para el sector. Pero más que nunca, sus actores muestran su voluntad de recuperarse y de invertir en la transformación del llamado “oro de las mujeres”.

Los derivados del karité, más rentables para la exportación

En la actualidad, son las semillas del fruto las que se exportan principalmente a Asia, aun cuando los derivados, la manteca y la estearina, son más fáciles de transportar y más rentables: la manteca de karité se vende por el doble que las semillas. Los operadores del sector quieren ahora crear más valor añadido para exportar el menor número posible de almendras en bruto.

Esto significa construir fábricas que cumplan las normas, para poder exportar manteca de calidad. “Es crucial para atraer a los clientes y tranquiliza a los bancos”, afirma Simbala Sylla, principal productor de karité de Malí.

Según un reciente estudio –elaborado por la Asociación por los Ingredientes Naturales para la Alianza Mundial del Karité–, los tres clientes más prometedores para la industria en Asia son China, Japón y Corea del Sur. En África, los países destinatarios del mercado son Sudáfrica, Angola y Kenia, que no son productores de karité.

Los precios se han vuelto más volátiles y más altos

Pero a medida que el mercado se internacionaliza, también corre el riesgo de volverse más complejo.

“El aumento de los volúmenes en los últimos 20 años ya ha cambiado las condiciones de comercialización del karité en África Occidental”, explica Loïc Simonnot, agrónomo de la organización Nitidae. Con precios más fluctuantes, y en general más altos, algo que los actores del sector deberán aprender a manejar.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *