‘Las brujas de la noche’, las pilotos rusas de la Segunda Guerra Mundial
La próxima vez que escuches a alguien decir que solo los hombres batallaron en la Segunda Guerra Mundial, deberías pedirle a esa persona que lo investigue de nuevo antes de hablar. De hecho, puedes enviarle nuestras notas sobre la historia del Batallón de la Muerte de mujeres, sobre las holandesas que seducían a nazis para matarlos, o incluso podrías compartirle este mismo artículo, en el que contaremos la historia de las míticas ‘brujas de la noche’.
La idea de crear esta agrupación de mujeres rusas surgió de la mente de Marina Raskova, la primera mujer que logró viajar de Moscú al Lejano Oriente sin escalas a bordo del avión ANT-37 “Ródina. Esta piloto compartía amistad con Stalin, líder de la nación en la época, y por este motivo le propuso la idea de crear un regimiento de aviación compuesto solo por mujeres.
Este le dio rienda suelta a la idea en junio del año 1941, luego de que los alemanes invadieran Rusia con la Operación Barbarroja. Ante el desespero, y a pesar de la negativa de los hombres en el ejército, el 8 de octubre de ese año se decretó la orden de que las mujeres se incorporaran también a la guerra, incluso en la aviación.
Así, se crearon tres divisiones de aviación netamente femeninas: la división 586, la división 587 y el regimiento 588 de Bombardeo Nocturno, el cual pasaría a la historia como uno de los más famosos de la historia de Rusia.
Desprotegidas, pero en el aire
Más de 110 mujeres de entre 17 y 22 años se unieron de forma voluntaria a dichos batallones, en donde se les pidió que se cortaran el cabello al ras, se les dieron uniformes de hombres que les quedaban grandes (incluso debían rellenar los zapatos para que no se les salieran) y se les entrenó durante seis meses con técnicas de pilotaje, combate y supervivencia. Este es un tercio del tiempo que realmente se tardaba el entrenamiento, pero en vista de la urgencia, tuvieron que prepararlas en el menor tiempo posible.
Cuando terminaron, les entregaron los aviones. Pero estos no eran nuevos y relucientes como los de sus compañeros masculinos, sino que se trataban de varios biplanos de los años veinte llamados Polikarpov 2, los cuales se utilizaban para entrenar y, en otras ocasiones, para fumigar los espacios.
Aún así, las lanzaron a la guerra y al espacio aéreo, a pesar de que los aviones no estaban hechos ni siquiera para aguantar las altas temperaturas de las alturas a la que estas mujeres debían viajar para llevar a cabo los bombardeos (y mucho menos lo estaban para aguantar las balas enemigas). Aún así, y a pesar de que sufrían el riesgo de congelarse, este grupo de mujeres se lanzó a volar en las noches para acabar con los nazis por primera vez el 12 de junio de 1942.
Los aviones, además de las limitaciones que ya mencionamos, tampoco contaban con espacio suficiente para almacenar las bombas que estas mujeres debían lanzar, por lo que estas debían sostenerlas en sus piernas mientras volaban. No poseían mapas ni tampoco radios, por lo que también corrían el riesgo de perderse en pleno vuelo.
Debilidades convertidas en fortalezas
Sin embargo, todas estas limitaciones terminaron convirtiéndose en una ventaja por un simple factor: eran aviones pequeños y difíciles de detectar. Por eso, las misiones nocturnas del regimiento 588 se convirtieron en parte vital de la lucha soviética.
Efectuaban entre diez y quince salidas en un día, y siempre trabajaban en grupos de tres aviones, en donde dos eran señuelos mientras que el tercero, que venía detrás, indetectable, apenas planeando con el motor apagado, se encargaba de bombardear a los enemigos.
El único sonido que efectuaban las alas de estos aviones era un suave ruido en el aire, el cual podría compararse solamente con el sonido de las escobas al barrer. De ahí que los enemigos, cuando lograban detectar el ruido, huyeran de las Nachthexen, lo que podría traducirse al español como “las brujas de la noche”.
Estas mujeres se convirtieron en una parte implacable del ejército ruso. Incluso Hitler llegó a pautar una cruz de hierro por cada bruja abatida, el cual simboliza el reconocimiento más alto que tenía el ejército alemán. Por su parte, las pilotos soviéticas se burlaban de los alemanes confeccionando lencería con la tela de los aviadores alemanes abatidos, lo cual, naturalmente, era considerado una gran ofensa.
Tanto fue el mito que se creó alrededor de las brujas de la noche, que llegó a correr el rumor de que los soviéticos inyectaban a sus soldadas con una especie de medicina experimental que era capaz de mejorar su visión por las noches. En sus mentes les parecía imposible que tuvieran tal puntería en las noches.
Muchas pérdidas y poco reconocimiento
A pesar de su habilidad, estas mujeres fueron excluidas del desfile del día de la victoria en Moscú y, además, no todas lograron sobrevivir. El regimiento perdió a 32 de sus miembros, incluyendo a la propia Marina Raskova, que falleció en el frente. Su funeral se convirtió en el primer funeral de estado de la Segunda Guerra Mundial.
Y pese a las pérdidas que tuvieron, a tener que probarse constantemente frente a los pilotos hombres que incluso tenían menos experiencia de vuelo que ellas y muchos otros abusos ya mencionados, unas 23 mujeres del equipo recibieron el título de Héroe de la Unión Soviética.
Sin embargo, la historia de estas mujeres se ve opacada por otras relacionadas con otros soldados del ejército rojo, e incluso son poco reconocidas en su propio país. Aún así, esto no quita el hecho de que estas guerreras cambiaron el rumbo de la guerra y se convirtieron en un ejemplo perfecto de utilizar las debilidades y volverlas fortalezas imbatibles.