¿Cómo se forman las perlas? La ciencia lo explica con detalle
No cabe duda de que las perlas son maravillosas, pero pocas personas saben realmente los secretos de su formación. ¿Quiénes las producen? ¿Cómo lo hacen? ¿Bajo qué condiciones?
La ciencia ha comprendido con detalle cómo es que la naturaleza las produce, y en el proceso ha descubierto que estudiarlas puede conducir a estrategias para preservar a sus creadores: los moluscos.
Las perlas son gemas biológicas
Cuando hablamos de gemas, por lo general pensamos en piedras preciosas y diamantes, muchos de los cuales se forman en las entrañas de nuestro planeta. La exposición a altas presiones y temperaturas a lo largo de millones de años da lugar a productos de alto valor comercial.
La historia de la formación de las perlas es diferente. En lugar de las entrañas de la Tierra, estas se forman en las entrañas de los moluscos, razón por la cual se les considera gemas biológicas.
“’Perla’ es una palabra que usamos para una creación brillante que produce un molusco”, así las define Gabriela Farfan, mineralogista ambiental y curadora de gemas y minerales de Coralyn W. Whitney en Smithsonian’s National Museum of Natural History.
Técnicamente, todos los moluscos pueden producir perlas
En general, todos los moluscos pueden producir perlas; esto incluye las ostras, los mejillones y las almejas. Sin embargo, a nivel comercial, solo se explotan algunas almejas de agua salada y mejillones de agua dulce para cultivarlas para uso posterior como gemas.
Pero, ¿por qué las fabrican? Prácticamente todo lo que existe en la Tierra parece cumplir una función, o ser el resultado de la ejecución de una función, y más aún si lo producen entes biológicos como los animales. Las perlas no son la excepción.
Los moluscos fabrican las perlas como un mecanismo de protección contra sustancias que se filtran a través de sus tejidos blandos. “Si los escombros se atascan en un molusco y no pueden expulsarlos, los recubren con su propia madreperla o material de concha”, explicó Farfan. Para ello, usan un material que se conoce como nácar, que también es la responsable de darle a estas gemas su brillo opalescente.
El papel del nácar en la formación de las perlas
El nácar es un tipo de corteza que le da a las perlas un aspecto nacarado que resulta muy atractivo para los humanos. Pero más allá de su valor visual, esta sustancia es especial porque también aporta mucha resistencia. Este material está hecho de secreciones orgánicas con un mineral a base de carbono conocido como aragonito, responsable de su fortaleza.
Los moluscos exudan capa tras capa de material de concha, como si se tratara de construir algo, alrededor de un intruso en sus tejidos blandos, que puede ser un grano de arena o un parásito.
Las granjas de perlas producen gemas simétricas en poco tiempo
Podríamos comparar este proceso con la colocación de ladrillos y cemento que suele hacerse en una construcción. Por supuesto, como ocurre con las gemas geológicas, la formación de las perlas también toma bastante tiempo, pero los humanos han aprendido a manipular el proceso para obtenerlas más rápidamente.
Gracias a ello, existen granjas de perlas que producen gemas un poco diferentes, más lisas y esféricas que las producidas de forma más natural. Para lograrlo, los cultivadores de perlas insertan con cuidado una pequeña cuenta de concha dentro del molusco como materia prima. Luego, lo llevan al océano o lago para que se ocupe de producirla. El proceso de formacón de perlas dura alrededor de dos a cinco años.
Tratándose de un proceso tan eficaz y rentable, es de esperar que las perlas cultivadas en granjas sean más fáciles de conseguir que sus contrapartes naturales. Pero no por ello dejan de ser especiales o valiosas; al contrario, en estos casos, el valor se los da la simetría y brillo particular que les otorga este proceso.
El cambio climático podría poner en riesgo la vida de los moluscos y la producción de perlas
Pero no todo es tan bonito como parece. El cambio climático, a través del aumento de la temperatura de los océanos, está afectando a numerosas especies, incluidos los moluscos que se encargan de la formación de perlas.
Y es que, al igual que nosotros, los moluscos tienen rangos de temperatura óptimos y otras condiciones en las que sus funciones corporales se desarrollan mejor. Es probable que el calentamiento global altere estos rangos y que ello genere cambios en la forma en que estos usan su energía.
Por ejemplo, las conchas de los moluscos de agua salada pueden debilitarse con la acidificación del océano. Existe un riesgo de que estos deban necesitar más recursos, como el nácar que usan para producir perlas, para reparar sus caparazones y poder sobrevivir.
Por ello, los científicos también han enfocado su atención en las gemas nacaradas y los moluscos que las producen en calidad de investigación. Comprender con mayor detalle la formación de las perlas podría arrojar luces sobre cómo responderán los moluscos a las fluctuaciones ambientales venideras.