Alice Guy Blaché, la olvidada directora de la primera película de ficción
Al pensar en el pionero del cine de ficción, es inevitable que Georges Méliès aparezca en nuestra mente. Sus increíbles trabajos se han convertido en una referencia inolvidable para quienes trabajan en la industria y este, hasta el día de hoy, ha sido considerado el verdadero genio de la primera película de ficción.
Sin embargo, si bien Méliès realmente era todo esto y más, la verdad es que, a diferencia de lo que se cree, él no fue el pionero en este tipo de cine. Aunque fue solo un mes de diferencia, la primera persona en dirigir una película de este estilo fue realmente una mujer francesa llamada Alice Guy Blaché.
Así como lees. Su ópera prima ‘La Fée aux Choux’ (que se traduce como ‘El hada de los repollos’), estrenada en marzo de 1896, se convirtió en el primer filme en contar una historia que, además, fue la primera película de ficción, pues se trataba de un cuento de hadas francés que asegura los niños nacen en repollos y las niñas, en rosas.
Sin embargo, no fue solo eso, sino que también fue el primer filme en durar más de un minuto, el primero en usar trucos visuales, el primero en tener montaje y, por lo tanto, el primero en ser dirigido por una mujer.
Pero, ¿cómo es que todas estas hazañas pasaron desapercibidas a lo largo de la historia? Probablemente la respuesta ya haya aparecido en tu mente, pero de todas formas te contaremos lo que ocurrió.
Verdadera pasión por el cine
Conocemos la historia de esta cineasta gracias al libro ‘Vida de Alice Guy Blaché’, escrito por Alejandra Val Cubero, profesora de Comunicación de la Universidad Carlos III de Madrid que colaboró con la familia Guy para recuperar la vida y obra de esta artista.
Alice Guy nació en Saint-Mandé en 1878 como la quinta hija de un editor y dueño de algunas librerías. Cuando creció, se dedicó a estudiar mecanografía, y en 1894 entró a la empresa Le Comptoir Général de la Photographie. En esa época, Léon Gaumont, uno de los directores de la empresa, estaba comenzando a crear su negocio fotográfico y decidió contratar a Guy como parte del equipo.
En marzo de 1895, los hermanos Lumière invitaron a Gaumont y a Guy a una proyección de su nuevo invento: el cinematógrafo. Inmediatamente después de verlo, Guy quedó convencida de que esta era una increíble oportunidad de negocios, así que se encargó de convencer a Gaumont de su visión de futuro.
En diciembre de ese año, los hermanos harían su primera presentación pública de este maravilloso invento en el Salón Indio del Gran Café, con lo cual se marcó el nacimiento del cine. A esta proyección asistió Méliès y, desde entonces, él también se enamoró del cine.
Sin embargo, los Lumière presentaron el cinematógrafo sin ningún tipo de visión artística o teatral, cosa que sí había considerado Guy en cuanto vio este invento, pues ella había hecho teatro de ficción y sabía que con este podía contar historias. En marzo de 1896 estrenaría la primera película de ficción, ‘La Fée aux Choux’, y un mes después, Méliès proyectó ‘Une partie de cartes’ (Una partida de cartas).
En 1897, Gaumont creó una división de producción cinematográfica que dejó a cargo de Guy bajo la única condición de que no le impidiera continuar con sus funciones de secretaria.
Más de mil películas
Así comenzó la vida de cineasta para Alice Guy. Entre 1902 y 1907 la realizadora dirigió 100 películas utilizando el cronógrafo, el cual permitía sincronizar imagen y sonido. Una de estas películas fue ‘La pasión o la vida de Cristo’, la cual fue la primera superproducción de la historia, pues fue grabada en el bosque de Fontainebleau, contaba con más de 300 extras, más de 25 decorados y tiene una duración de 30 minutos.
En 1907 se casó con el camarógrafo Herbert Blaché y se mudó con él a Estados Unidos, en donde crearon la productora Solax en 1910 y Blaché Features en 1913. Durante sus años dorados, Alice Guy Blaché logró dirigir más de 1000 películas (sí, leíste bien) de todos los géneros posibles.
Del divorcio al olvido
Sin embargo, en 1922 Alice se separó de su esposo y tuvo que volver a Francia, dejando todo lo que había hecho en los Estados Unidos, incluyendo su renombre.
Si durante su juventud el hecho de ser mujer no la había impedido convertirse en una de las mayores importantes realizadoras de la historia y la creadora de la primera película de ficción, la verdad es que el implacable contexto la alcanzaría tarde o temprano. Sus obras fueron atribuidas a su ex esposo y los libros de historia de la época redujeron su título a “la posible amante de Gaumont”, pues para la época era impensable que una mujer fuera capaz de lograr todo aquello.
Eventualmente volvió a Estados Unidos, específicamente Mahwah, Nueva Jersey, para vivir con su hija Simone. Si bien tuvo una vida tranquila, pasó el resto de sus días con la frustración de vivir sin una pizca de reconocimiento. Así lo aseguró su tataranieta, Alice Guy Peters:
“Lo más asombroso de su vida, y lo que le hizo sufrir más en su vejez, fue su desaparición en la historia del cine. Dedicó sus últimos 30 años de su vida a buscar sus películas en Francia y Estados Unidos […]”.