Cerveza, donas y loterías: ¿funcionan realmente como incentivos de vacunación?
Krispy Kreme puso su grano de arena en la lucha contra la COVID-19 ofreciendo donas gratis a las personas a cambio de que se vacunen. Otros incentivos incluyen cerveza, dinero y asistencia para llegar a los centros de vacunación.
Sin embargo, los científicos se mantienen escépticos respecto a muchas de las estrategias que se han planteado para motivar a la población resistente. ¿Por qué? Y si no funcionan realmente, ¿qué podría hacerse en su lugar?
La vacunación es voluntaria, pera motivar a la población es un reto
El transcurso de esta pandemia enseñó al mundo cuán arduo puede ser el trabajo científico pero que, a pesar de ello, los resultados suelen ser satisfactorios y confiables. Los médicos e investigadores del mundo exploraron entre varios tratamientos potenciales contra la COVID-19, como la hidroxicloroquina, azitromicina entre otros varios hasta dar con opciones relativamente efectivas como la dexametasona, el remdesivir y esteroides inhalados.
Pero las vacunas se robaron el papel protagónico. Los ensayos clínicos generaron altas expectativas hasta que, después de su aprobación, empezaran a surgir efectos secundarios no reportados antes. Los grupos antivacunas y la población escéptica respecto a la gravedad de la pandemia y la necesidad de una vacuna tuvieron nuevas razones para desconfiar.
Y si bien el paso es totalmente voluntario, la propagación de la variante delta en Europa y Estados Unidos está recordando al mundo que no hay tiempo de dudar. Las tasas de vacunación deben aumentar para limitar la aparición de nuevas variantes y, de este modo, intentar finalizar esta emergencia global cada vez más reincidente.
Incentivos para motivar la vacunación contra COVID-19
Como muchos han notado, no basta con la evidencia científica y las recomendaciones de las autoridades sanitarias de cada país. Para motivar a la población a vacunarse, algunos gobiernos y compañías han lanzado incentivos variados, incluidos donas, cervezas y loterías.
Un ejemplo es el programa de California que ofrece tarjetas de regalo de 50 dólares por cada primera vacunación y 10 premios de 1,5 millones de dólares. En Nueva York, la dinámica es más directa: se le ofrece 100 USD$ a cada persona por vacunarse, e incluso la posibilidad de obtener una beca universitaria completa.
Las autoridades de Australia también han estado explorando opciones similares, como pagar A$ 300 a quienes se vacunen por completo. Por su parte, el Instituto Grattan ha creado una lotería con 10 premios de A$ 1 millón a la semana por hacerlo.
Incentivos poco efectivos para motivar la vacunación
Y aunque a simple vista pudieran resultar muy efectivos, la ciencia ha concluido en varias oportunidades que no. Al parecer el escepticismo y los temores respecto a las vacunas parecen ser lo suficientemente fuertes como para que este tipo de opciones surtan efecto.
Por ejemplo, los datos del Instituto de Melbourne muestran que los incentivos en efectivo apenas aumentarían marginalmente las tasas de vacunación contra COVID-19, por lo que hay pocas expectativas en que USD$ 300 puedan hacer la diferencia. Además, un análisis de la lotería como incentivo de vacunación en Ohio no encontró evidencia de que esta aumentara las tasas.
Aquí conviene citar las palabras de Joshua Liao, director del Laboratorio de Ciencias de Valores y Sistemas de la Universidad de Washington, quien enfatiza en “no confundir la efectividad a corto plazo”, a la que se refiere una alta tasa de vacunación ahora, “con objetivos a más largo plazo”, como una mayor participación voluntaria en el futuro.
No se trata de recibir un premio, sino de adoptar hábitos que favorecen a la salud, así como se ha planteado para otros cambios de estilo de vida, como comer sano, hacer ejercicio y cuidar la higiene del sueño.
Empujones en lugar de incentivos para generar participación a largo plazo
En su lugar, se sugiere partir de los cuatro principios del Behavioural Insights Team para motivar a las personas a vacunarse. Los científicos de Reino Unido creen que cambiar los incentivos por “empujones” podría ayudar. Para ello, es necesario hacer el proceso, fácil, atractivo, oportuno y con impacto social.
Una estrategia que funcionó en otras enfermedades fue enviar mensajes de texto. Un experimento que involucró a más de 47,000 personas mostró que su envío “empujó” a las personas a vacunarse contra la influenza. La estrategia fue más efectiva cuando se les hizo saber que la vacuna estaba reservada para ellos).
La situación con COVID-19 es sustancialmente diferente, y es probable que no sea suficiente con avisar a las personas; esto debido a las numerosas teorías conspirativas que se han difundido a lo largo de más de año y medio.
Sin embargo, esto nos recuerda que el contexto importa: las claves están en la situación actual y los enfoques para solventarla deben ser lo más personalizados posible. Un estudio reciente reveló que la confianza generada a través de los familiares y amigos ya vacunados sí puede hacer cambiar de opinión a muchos, por ejemplo. Uber y Lyft, por su parte, se han ofrecido a llevar a las personas interesadas a los centros de vacunación.