¿El lugar en que nacemos condiciona nuestro futuro?
El lugar en que nacemos y en el que crecemos, coincidan o no, tiene una fuerte influencia en la personalidad y oportunidades que tengamos en el futuro. Muchas personas ignoran este importante factor a la hora de tener hijos y, si bien no es una fórmula mágica que garantizará el fracaso o la felicidad, salud y éxito de la descendencia, parece algo digno de atención tanto a nivel individual y familiar como sociopolítico.
A continuación exploraremos las diferentes formas en las que los expertos en el tema han observado el impacto del lugar de nacimiento en el futuro de las personas. Lamentablemente, en muchos casos, este figura como una especie de sentencia pero, por fortuna, también es posible escapar de ella.
El lugar de nacimiento puede determinar los valores, los intereses y parte del comportamiento
Dicen que parte de nuestro comportamiento está relacionado con los genes, pero la ciencia aún lo pone en duda. La forma en que nos comportamos no está del todo programada cuando nacemos, sino que vamos moldeándonos según nuestro entorno y experiencias.
Y hablando del entorno, investigadores han demostrado en varias oportunidades que la cultura puede moldear parte de nuestra personalidad. Por ejemplo, en 2005, un equipo documentó diferencias significativas en las personas que viven en varias partes del mundo.
Según sus hallazgos, los adultos europeos tienden a ser más extrovertidos y abiertos a las nuevas experiencias que los asiáticos. Asimismo, dentro de Europa hubo diferencias significativas, siendo las personas del norte más conscientes que sus partes del sur. Los rusos casi no se ríen en público, mientras que los italianos gesticulan mucho al hablar.
El individualismo y colectivismo varía entre las sociedades
Parece más bien una curiosidad, pero este descubrimiento constituye una evidencia de que la cultura y los factores del entorno en que crecemos tienen efectos relativamente duraderos en nuestro desarrollo. Incluso rasgos como el individualismo y el colectivismo están sujetos al lugar en que nacemos y crecemos.
Como ejemplo, las personas que nacen en Estados Unidos y Países Bajos, que en su mayoría parecen motivadas por actividades que les ofrezcan beneficios. Estos van desde el reconocimiento personal hasta mejoras a nivel social y financiero. Estas personas crecen en entornos en los que esto es una prioridad y se ven motivados a continuar y destacar en la competencia.
En cambio, en otras sociedades, como las de países asiáticos como India y Corea del Sur, y las de países de América Latina, parece haber mayor interés por el bienestar colectivo. El concepto no solo involucra la familia, sino también a los miembros del lugar de trabajo o de su comunidad.
Pensar en el bienestar colectivo o individual también puede determinar el futuro
Los padres que promueven el pensamiento colectivo en sus hijos suelen hacerlos reflexionar sobre cómo sus acciones podrían afectar negativamente a las personas a su alrededor. Puede que esto lo prepare para prosperar dentro de una sociedad colectivista.
Pero, aunque suene bonito, no siempre lo es. Los niños de culturas basadas en el colectivismo también tienden a expresar niveles más altos de tristeza, miedo e incomodidad comparados con los individualistas.
Las recomendaciones actuales de psicología desaconsejan las tendencias que dan mayor importancia al qué dirán los demás y al bienestar de otros por encima del propio. Si lo analizamos con detenimiento, eso también puede conducir a la pérdida o desaprovechamiento de las oportunidades.
Barrios pobres influyen aún más en el futuro de sus habitantes
El investigador Douglas Massey de la Universidad de Princeton muestra en uno de sus estudios la otra cara de la moneda del colectivismo. A su parecer, nacer en un barrio pobre “tiene efectos que no se borran cuando la gente crece”.
Las investigaciones muestran cada vez más que la exposición a esta clase de violencia no tiene solamente efectos de corto plazo sino también de largo plazo en la salud y la capacidad cognitiva de sus habitantes”.
Como muchos saben, las tasas de delincuencia, violencia y desorden social son particularmente elevadas en los barrios más pobres. Crecer en un entorno en el que el enfoque está mas bien dirigido a sobrevivir que a prosperar definitivamente dejará huella en la vida de un individuo.
¿Una sentencia de por vida? ¿El lugar de nacimiento determina el éxito futuro?
Dicen que quien nace pobre, muere pobre, pero ¿es esta cruel sentencia realmente acertada? Es un hecho que el haber nacido en un lugar desfavorecido dificulta las probabilidades de “tener éxito” en términos sociales. ¿Es algo imposible de cambiar?
Lamentablemente, los expertos, que no hablan de imposibilidad, están al tanto de que intentar ser la excepción puede costar mucho más de lo que debería. El mismo Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, habló de ello en su libro “El Precio de la Desigualdad”; allí afirma que el 90 por ciento de los que nacen pobres mueren pobres por más esfuerzo o mérito que hagan.
De manera similar, los que nacen ricos, tienen más probabilidades de morir siendo ricos, independientemente de sus esfuerzos. Entonces, ¿se trata de una decisión o se escapa de nuestras manos? ¿El lugar de nacimiento condiciona el futuro de las personas?
El lugar de nacimiento influye incluso en los ingresos
Pues bien, sigue siendo pronto para dar respuesta a la pregunta central, pero quizás nos acerquemos aún más con un estudio realizado en Reino Unido y publicado en 2016. Usando los datos de la Encuesta del Panel de Hogares Británicos, los investigadores querían determinar el papel del lugar de nacimiento en el ingreso económico futuro.
Los resultados confirmaron una vez más la tan temida sentencia: una persona nacida en Londres en la década de 1970 ganará alrededor de un 7 por ciento más que una de la misma edad y sexo nacida en Manchester. A su vez, esta persona de Manchester ganará 5.5 por ciento más que una nacida en Cardiff.
Y si bien factores como el nivel de educación de los padres y la que estos proveen a sus hijos tienen fuerte influencia, el tamaño de la ciudad que constituye el lugar de nacimiento destacó más como un predictor del ingreso futuro.
Mudarse a un sitio mejor no parece hacer mucha diferencia
La crítica más común es que las personas que nacen en barrios pobres se limitan a seguir dentro de ellos y de sus dificultades por el resto de sus vidas. Para muchos, la pobreza es más una decisión personal, pero un estudio sobre el tema desafía de cierta forma esta afirmación.
Según los investigadores estadounidenses Douglas Massey de la Universidad de Princeton y Jonathan Rothwell del Instituto Brookings, no basta con irse del lugar de nacimiento para lograr un mejor futuro.
Los resultados de su estudio indican que no solo haber nacido en un determinado lugar, sino haber pasado los primeros 16 años de vida dentro de este, influyen significativamente en los ingresos que recibirá una persona más adelante. Y lo más preocupante es que cambiar el lugar de residencia no parecer modificar demasiado este panorama.
La solución sigue siendo la misma, pese los pocos efectos
El mismo Massey propone una recomendación para intentar romper con esta cadena de sentencias que limita las oportunidades de éxito de las personas: buscar lugares para vivir más idóneos para el progreso.
Según el investigador, es necesario “ayudar a la gente para que pueda moverse de zonas de alta pobreza a otras áreas más de ingresos medios y altos, en donde tengan acceso a las ventajas que ofrecen esas comunidades más pudientes”.
Para ello, no basta solo con la voluntad de las personas, sino estrategias políticas y sociales que permitan aplicarla a gran escala. Una medida muy criticada pero que sigue liderando la lista de soluciones es la construcción de vecindarios con condiciones más adecuadas para una vida digna y subsidios para que aquellos con ingresos más limitados puedan pagar viviendas dentro de ellos.
Aunque su estudio se limitó a los Estados Unidos, no descarta la posibilidad de que este pueda ser útil para otros países, en especial aquellos con altos niveles de segregación social por clase.