En esta ciudad sumergida se hacían las mejores fiestas de la Antigua Roma
La historia de nuestros antepasados se mantiene oculta en los lugares menos esperados del planeta. En esta oportunidad, podemos hablar de una ciudad que, a pesar de haber quedado sumergida bajo el mar, sigue guardando una increíble cantidad de historia sobre la Antigua Roma y sus ciudadanos.
Mejor conocida como Baiae o Baia, la ciudad romana que ahora se encuentra bajo el agua fue la capital festiva favorita de la nobleza de la época. Gracias a eso, la localidad se convirtió en un lugar vacacional habitual para la clase alta, según lo escrito por Andrea Bernardi para AFP.
La ciudad sumergida de Baiae fue el “equivalente a Las Vegas” de la Antigua Roma
En su momento, Baiae se ubicó en la costa dentro del supervolcán Campi Flegrei. Como consecuencia, el principal atractivo que trajo “turistas” a la ciudad por primera vez fueron sus aguas termales.
Los nobles de la Antigua Roma comenzaron a llegar a la costa cerca de Nápoles alrededor del siglo II a.C. Luego de eso, la localidad se mantuvo por siglos como el sitio favorito de los nobles, lo que incluyó a los emperadores.
Hasta la fecha, se ha confirmado que al menos siete emperadores vacacionaban en Baiae. De entre ellos, se han destacado las villas propiedad de Augusto y Nerón. Asimismo, otros grandes nombres como Julio César y Marco Antonio también tenían propiedades en el área.
De acuerdo a las crónicas escritas por antiguos poetas como Sexto Propercio, la ciudad se convirtió en “enemigo de las criaturas virtuosas”. Para complementar su visión, también estuvieron las palabras del erudito romano Varro, quien describió a la ciudad como el lugar donde “los viejos se comportan como niños y muchos niños actúan como niñas”.
¿Por qué la ciudad de Baiae terminó sumergida?
En el siglo IV, la actividad hidrotermal y sísmica comenzó a pasar factura al terreno de Baiae. Como resultado de dichos procesos, conocidos como bradiseísmo, la ciudad de la Antigua Roma quedó sumergida bajo el agua.
Pronto los pórticos, columnas de mármol, santuarios, estanques de peces y demás quedaron entre cuatro y seis metros bajo el agua. Un destino que compartieron también ciudades vecinas como la capital comercial de Pozzuoli y la sede militar de Miseno.
Un paraíso submarino
En la actualidad, la ciudad submarina de la Antigua Roma aún conserva gran cantidad de sus estructuras, estatuas y ornamentos. Por lo que se ha convertido en uno de los sitios preferidos de los buceadores que desean tener vistas submarinas únicas.
Como algunos ejemplos de lo que se puede encontrar en la costa italiana están los pisos de mosaico perfectamente preservados y las villas en ruinas a las que aún se puede entrar para contemplar su estructura. Como si fuera poco, también es posible visitar las estructuras de los palacios y balnearios que hicieron tan popular a la ciudad en su momento.
Protegiendo la historia
En total, el sitio arqueológico, ahora también transformado en parque, cuenta con una extención de 177 hectáreas que han estado protegidas desde 2002. Sin embargo, los hallazgos arqueológicos datan desde décadas atrás, cuando los pescadores encontraban antigüedades atoradas en sus redes.
Actualmente, la ciudad sumergida también ofrece una conglomeración de antiguas estatuas que se pueden encontrar adornando las mansiones a lo largo de toda la carretera costera de la Antigua Roma. Sin embargo, para protegerlas de posibles saqueadores –y del desgaste natural– se las ha reemplazado con réplicas, mientras que las originales se conservan en museos.
Por su parte, cada excursión de buzos –que debe sumergirse con un guía certificado– tiene la oportunidad de “desenterrar” los antiguos pisos de mosaicos. Eso debido a que, una vez descubiertos, se los vuelve a recubrir con arena para evitar que la vida marina los afecte.
De ese modo, por un lado se mantiene la historia del lugar protegida y, por el otro (desde el punto de vista de los turistas), las personas tienen la oportunidad de interactuar con la antigua ciudad sumergida y de imaginar cómo siglos atrás, la nobleza romana tendió a bailar, beber y festejar en esos mismos mosaicos.