¿Por qué el sonido del agua cayendo aumenta las ganas de orinar?

En TekCrispy hacemos nuestra parte para desmentir los mitos y creencias erradas que han pasado a lo largo de generaciones de humanos e incluso hoy siguen latentes. Para ello, nos valemos de la ciencia. Sin embargo, algunas veces estos mitos tan extendidos resultan ser ciertos, incluso aunque no haya una explicación clara para ello.

La táctica de abrir el grifo frente a los niños para hacerlos orinar antes de dormir es antigua y efectiva. Funciona también en las clínicas y hospitales, cuando los pacientes y personal deben proporcionar muestras y deben orinar frente a alguien más. Incluso si estás a punto de salir de casa y sabes que no verás un baño en un buen rato; abrir el grifo podría ayudarte a descargar ese último vaso de agua para irte sin preocupaciones.

Si bien es útil, aún no está claro cómo es que el sonido del agua cayendo puede estimular nuestras ganas de orinar. Lo bueno es que hay tres teorías que pueden ayudar a comprenderlo: condicionamiento psicológico, instinto de supervivencia y reacción del sistema nervioso parasimpático.

El condicionamiento entre el sonido del agua y las ganas de orinar

Retrete, una herramienta sofisticada para descargar la orina.

El goteo del agua, o bien el sonido de un chorro, especialmente cayendo sobre otras masas de agua, es altamente estimulante para los humanos. La teoría del condicionamiento plantea que en nuestra mente hay un vínculo muy estrecho y consolidado entre el sonido del agua corriente y el que hacemos al orinar en el interior de la taza de un inodoro con cisterna.

Y no es para menos. Desde que aprendemos a ir al baño solos, siendo muy pequeños, hasta nuestra adultez, hemos acostumbrado a nuestro cerebro a confirmar el proceso al escuchar el líquido cayendo sobre el agua.

Además, es algo que hacemos varias veces al día y que, de cierto modo, forma parte de nuestra comodidad. Así que probablemente estemos frente a una especie de reflejo condicionado.

Una reacción del sistema nervioso parasimpático

Agua cayendo sobre un riachuelo provocando ondas y un sonido que suele estimular las ganas de orinar.

Pero esto no parece ser suficiente para explicar este fenómeno que ha resultado ser más complejo de lo que parece. ¿Qué pasa con las personas que no han tenido acceso a urinarios o retretes con agua en toda su vida?

Podría sonar como un derecho fundamental, pero la realidad es que miles de millones en todo el mundo nunca se han sentado en una de estas tazas. A pesar de ello, sus ganas de orinar también es incrementan con el sonido de agua corriente.

Espacio con cinco urinarios.
 

Si bien el condicionamiento sí podría jugar un papel importante, otra teoría más general también podría ser válida. El sonido del goteo o del chorro de agua tiene un efecto tranquilzador en nosotros que a su vez facilita la actividad del “sistema nervioso parasimpático”.

Gracias a ello, se inhibe el “sistema nervioso simpático” responsable de nuestra respuesta de lucha o huida. Cuando este se apaga, nuestro cuerpo alcanza un estado fisiológico tan relajado que influye sobre los músculos que controlan la vejiga. Quizás por ello nos dan ganas de ir al baño al escuchar un goteo.

Un rastro de nuestro instinto de supervivencia

Por último, una teoría darwiniana que plantea que nuestra respuesta de ganas de orinar al escuchar el sonido del agua cayendo es un remanente de nuestro proceso evolutivo.

Para sobrevivir en las condiciones salvajes, nuestros ancestros debían esconderse de los depredadores, pero hacerlo no era sencillo. Bien sabemos que los animales suelen tener un olfato lo suficientemente agudo como para usarlo como guía en su vida.

Hombre parado a la orilla de un precipicio con mucha neblina y un perro a su alrededor para orinar.

En un esfuerzo por enmascarar o disipar su olor, los homínidos del pasado pudieron haberse acostumbrado a miccionar en ríos, arroyos y durante las lluvias. De este modo, el agua corriente diluiría y arrastraría el líquido de desecho hasta hacerlo imperceptible para los depredadores.

Por fortuna, hemos avanzado lo suficiente como especie para no temer más a los depredadores, pero mantenemos la costumbre de descargar en el agua. Así que podríamos verlo como un recuerdo de nuestra evolución.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *