¿Por qué los seres humanos hacen música?

La música, al igual que las matemáticas, es considerada uno de los lenguajes universales de la humanidad. No importa en qué parte del mundo estemos, o a qué cultura pertenezcamos, a nuestro alrededor siempre habrá un tipo u otro de expresión musical. Ahora… ¿alguna vez te has preguntado cuáles son las causas que llevan al humano a hacer música donde quiera que va?

Para intentar responder a esa duda, nos pasearemos por variadas perspectivas que intentan ayudarnos a entender el rol que la música tiene en nuestra vida. Eso viéndonos no solo como individuos, sino como sociedad y especie.

¿Por qué el ser humano hace música?

Al igual que nosotros, la música ha estado en un proceso de continuo cambio y evolución desde hace miles de años. Eso debido a que ella ha sido siempre una parte integral de nuestro modo de vida, sin importar dónde estuviéramos o de qué cultura fuéramos.

Para sustentar ese tipo de clamores, tenemos evidencias de restos antiguos de instrumentos musicales, como flautas, hechos con huesos de pájaro, según reportó El País. Algunos ejemplares llegan a tener más de 6 mil u 8 mil años e, incluso, se han llegado a datar muestras que podrían ser incluso anteriores al Homo sapiens.

Música creada por los humanos.

Algo que implicaría que la música no solo ha sido vital para los humanos modernos, sino que también ha sido parte de la naturaleza de otros homínidos antes que nosotros. Una persceptiva como esa puede ir de la mano por lo dicho por una publicación titulada “La música y su rol en la formación del ser humano” de R. Ángel Alvarado que citó a R. Ángel, S. Camus y C. Mansilla (2008) cuando delimitaron la naturaleza de la música.

La música es una de las expresiones creativas más íntimas del ser, ya que forma parte del quehacer cotidiano de cualquier grupo humano tanto por su goce estético como por su carácter funcional y social. La música nos identifica como seres, como grupos y como cultura, tanto por las raíces identitarias como por la locación geográfica y épocas históricas. Es un aspecto de la humanidad innegable e irremplazable que nos determina como tal”.

Dentro del mismo escrito, también se habla de que la música es una práctica tanto expresiva como comunicativa. A través de ella podemos plasmar momentos, sentimientos y sensaciones para compartirlos con otros, de forma que ellos también los perciban y así podamos comunicarnos –con o sin palabras–.

La música existe como una de las principales formas de expresión humanas

En el artículo escrito por Jaime Ancajima de la Universidad de Piura, y publicado en su sitio web oficial, hace una introducción bastante completa a los motivos por los que podemos vernos atraídos por las melodías.

Acudimos a la música por diversas razones: buscando contener sentimientos que nos abruman, para hallar un lugar donde puedan desbordarse libremente. Otras veces, nos reunimos para bailar y hacer que los ritmos musicales marquen el de la fiesta. También buscamos las melodías para tranquilizarnos, para estudiar o trabajar, y muchas otras razones”, escribió Ancajima.

En general, la música es un elemento maleable que puede aparecer en la cotidianidad de los humanos por muchas causas. Ya sea que necesitemos un ritmo uniforme al cual movernos como grupo, un impulso de energía para hacer una tarea determinada o un espacio en el que dar a nuestra mente el descanso que necesita, la música siempre tiene algo que para ofrecernos.

De acuerdo a lo escrito por Ancajima, anteriores estudios como los realizados por la facultad de psicología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, en México, ya han logrado demostrar que la música tiene una forma de afectar nuestro cerebro. De hecho, según se planteó en la investigación dirigida por el profesor Roberto Valderrama Hernández, los diferentes tipos y ritmos de las notas musicales pueden “generar energía” en nuestro cerebro.

La música como puente cultural y de comunicación

Con lo anterior, vemos que una de las posibles causas por las que los humanos han hecho música desde tiempos inmemoriales es la necesidad de contar con un estímulo externo para lograr ciertas metas. Según la publicación de El País, se ha comprobado que “la gen que se mueve al unísono tiende a actuar de forma más altruista y estar más unida”.

Como bien sabemos, la música puede fácilmente marcar un ritmo y un paso que todos podemos seguir, lo que nos pudo ayudar hace miles de años a coordinarnos con nuestros semejantes de forma sencilla. Asimismo, por sus cualidades comunicacionales, no solo nos permite coordinar nuestros cuerpos, sino también nuestras mentes y emociones.

 

Según otras citas de la publicación de Alvarado, esta vez haciendo mención a los pensamientos de Edgar Willems (1981), también se aclara que la música en sí es un constructo social y cultural.

La creatividad musical no existe por sí sola, sino que se asocia con redes directas o indirectas musicales, sociales, culturales y sus relaciones. La música es la actividad humana más global, más armoniosa, aquella en la que el ser humano es, al mismo tiempo, material, espiritual, dinámico, sensorial, afectivo, mental e idealista”.

Con eso, podemos ver que la música no puede existir sin el hombre. Y, a su vez, el hombre como parte de una sociedad tampoco puede estar sin ella. Gracias a su existencia, podemos trascender el uso de las palabras y gestos para utilizar un lenguaje de sonidos y sensaciones que pueden trascender fronteras como el tiempo y la distancia.

La música y sus causas: ¿un asunto evolutivo?

Para complementar lo último, aunque la música sea una creación de la humanidad, nuestra biología está diseñada para preferirla y atenderla. Tal vez no necesariamente podamos hablar acá de grandes composiciones como las de la música clásica pero, desde nuestro nacimiento, como humanos estamos expuestos a los ritmos y los cantos.

Por ejemplo, el escrito de Alvarado nos habla sobre cómo desde la infancia, e incluso antes de nacer, los bebés pueden responder a sonidos y melodías. Dicha observación no solo habla de elementos externos como la música que se puede reproducir de un CD, sino también de otros sonidos naturalmente rítmicos, como el latido del corazón de la madre, que los bebés aprenden a asociar con confort, seguridad y cariño.

A medida que crecemos, nos exponemos a cada vez más sonidos y melodías, y nuestro cerebro busca almacenarlas todas. Así como nuestra mente naturalmente busca patrones y formas en la naturaleza, también suele hacer lo mismo con la música y las entonaciones y movimientos que van asociados a ella. Como consecuencia, termina generando un banco de datos con el que puede “predecir” los ritmos que escucha cuando le son familiares, así como los movimientos que van asociados a ellos.

Según lo escrito por Ancajima, otras investigaciones también han corroborado la relación entre la música y el cerebro. Incluso, se ha llegado a decir que las melodías pueden generar una activación cerebral mayor a la de cualquier otro estímulo conocido.

Nuestras vidas necesitan música

Además de todo lo anterior, otra de las causas por las que los humanos crean música podría ser la cantidad de beneficios que nos trae como especie. De acuerdo a Ancajima:

La música fortalece el aprendizaje y la memoria, regula las hormonas relacionadas con el estrés, permite evocar experiencias y recuerdos, incide sobre los latidos, la presión arterial y el pulso y modula la velocidad de las ondas cerebrales”.

Adicionalmente, en la publicación de El País incluso se menciona que la música puede llegar a liberar dopamina en el cerebro con la misma intensidad que otros estímulos como el sexo, la comida y las drogas.

¿La diferencia? Cada uno de los anteriores interactúa con varios sentidos y son tangibles. Por su parte, la música no se puede ver ni tocar, pero solo bastan los oídos para que podamos sentirla y ponga en alerta a nuestro cerebro.

[En fin,] Aprendamos a escuchar buena música, a tocar un instrumento, a cantar y a gozar del verdadero lenguaje del alma: la música”, cerró Ancajima.

Después de todo, ya sea por funcionalidad, necesidad o placer, la música siempre será parte de lo que somos humanos, tanto biológica como socialmente.

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