5 hechos sobre la medicina antigua que te harán decir WTF
Los humanos del pasado eran raros, lo sabemos. Sin embargo, muchos no están al tanto del nivel de cosas absurdas de las que nuestros ancestros eran capaces hasta que leen datos como los que estamos a punto de contarles. Así que pónganse cómodos y busquen unas palomitas, porque les aseguramos que se sorprenderán más de una vez luego de leer los próximos párrafos con las cosas más WTF de la medicina en la antigüedad.
Preservativos asquerosos
Empezamos de una vez con uno de los datos más bizarros de todo nuestro artículo: los métodos anticonceptivos. Quizás no te has preparado para lo que estás a punto de leer.
Uno de los remedios caseros más comunes eran metales, tales como el mercurio, hierro y cobre, los cuales eran freídos en aceite y, posteriormente, ingeridos por la mujer que quería evitar el embarazo. Sí, ingerían metales fritos.
Además, les encantaba utilizar órganos de animales para crear métodos de barrera. Era común la utilización de intestinos de oveja y pescado para elaborar condones, los cuales eran remojados antes del acto, para ablandarlos y poder usarlos, pero también eran lavados posteriormente para utilizarlos de nuevo en otra ocasión.
Pero si crees que has leído lo peor, lamentamos anunciar que te equivocas. Te adelantamos: heces de cocodrilos y testículos de comadreja. Puedes dejar el resto a tu imaginación, o puedes leer aquí otros métodos anticonceptivos bizarros.
Había “personitas” en el semen
Al leer este intertítulo probablemente hayas pensado “oh, pero no parece que estuvieran tan equivocados”. Sin embargo, si así fuera, no lo hubiéramos incluido en esta nota.
En la historia de la biología hubo una teoría bastante popularizada conocida como preformacionismo o preformismo, en la que se creía que los organismos se desarrollaban a partir de versiones en miniatura de sí mismos. Pero no solo eso, sino que todos los organismos y forma de vida fueron creados simultáneamente en el inicio de los tiempos, y que solo quedaba que, simplemente, crecieran.
En este punto, probablemente hayas adivinado que la creencia común era que los bebés ya estaban completamente formados en el semen de los hombres. En este sentido, las mujeres eran vistas como meras incubadoras.
El semen de cada testículo determinaba el sexo del bebé
Si el semen estaba lleno de “personitas” que solo debían crecer, entonces seguramente se separan por sexo en los testículos del hombre. En la época, esta afirmación tenía todo el sentido del mundo.
El responsable de esta teoría fue el pensador romano Plinio el Viejo, quien habló al respecto en su libro ‘Historias naturales’. Luego de experimentar con carneros, la eminencia médica explicó la técnica para que un hombre pudiera alterar el sexo de su descendencia interfiriendo con sus testículos:
Si el testículo derecho está atado, el carnero generará hembras, y si el izquierdo, machos”.
Este escritor también recomendaba los testículos de carnero para curar la epilepsia, los cuales debían estar secos y machacados en leche de asno.
Robo de cadáveres con propósitos científicos
Anteriormente extraer cadáveres solía ocurrir más a menudo, y aunque pasaban cosas como el robo del ataúd de Charlie Chaplin, otras situaciones tenían propósitos más educativos. Tal fue el caso de los estudiantes de medicina que hurtaban cadáveres en los siglos XVIII y XIX.
Todo era con propósitos científicos, por su puesto. Ya saben lo que dicen, “situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas”, y en vista de la escasez de cadáveres disponibles para estudiar anatomía, ¿qué tan descabellado podía ser sacar uno que otro del cementerio?
La demanda de cuerpos frescos fue creada principalmente por profesores de anatomía, cirujanos y médicos, quienes podían disponer de los restos de algún criminal condenado a muerte. Sin embargo, no todos los días ajusticiaban a alguien, por lo que tuvieron que volverse más creativos.
Aunque la práctica de robar cadáveres no era ilegal per se, sí se convirtió en una actividad moral y religiosamente censurable. Debido a esto, la población empezó a tomar precauciones con sus tumbas instalando rejas o pesos que no permitían que se abrieran los sarcófagos. ¡Imagina tener que cuidar a tus familiares luego de su fallecimiento!
“Una momia para la artritis, por favor”
Hablando de cadáveres, no podemos dejar de mencionar la popular creencia de que consumir restos humanos podían ser buenos para la salud. Y no hablamos de cualquier tipo de cadáver, nos referimos específicamente a momias.
Durante siglos se pensaba que consumir restos humanos podía ser beneficioso para distintas enfermedades. El médico romano Galeno aseguró, en el siglo II, que un elixir de huesos humanos quemados podían aliviar la epilepsia y la artritis. Entre 1493 y 1541, el médico y alquimista Paracelso recetaba momias para “el tratamiento de muchas dolencias”.
Sin embargo, cabe acotar que el consumo específico de momias se popularizó gracias a una equivocación. Entre los siglos XII y XVII se recetaba un betún blando, negro y alquitranado muy similar al pissasfalto conocido como “mumiya”. La cuestión es que, en algún punto, comenzaron a confundir el término y creían que “mumiya” se refería a momias reales.
Como los europeos estaban un poco obsesionados con los cadáveres egipcios, al punto que los compraban y organizaban fiestas privadas de “desenvolvimiento”, no fue raro que, en medio de la confusión, estos empezaran a molerlas hasta convertirlas en polvo. Este se mezclaba con miel para poder consumirlo o incluso se esparcía sobre heridas para sanarlos, como si fuera una cura milagrosa.
¿Y qué detuvo esta costumbre? Pues nada más y nada menos que la escasez de momias, pues con el paso del tiempo, se comenzó a apreciar más su valor arqueológico y dejó de estar disponible para el público. Eso, y que las personas comenzaron a tener sentido común… ¿cierto?
Ahora que conoces las cosas más WTF de la medicina en la antigüedad., esperamos que puedas utilizarlas en tus conversaciones de Halloween. ¿Tienes algún aporte? ¡Déjalo en los comentarios!