¿Son las mujeres realmente menos competitivas que los hombres?

La brecha salarial de género sigue motivando a los investigadores a indagar en el porqué de su existencia. ¿Se debe únicamente a rastros del sexismo que dominó las sociedades en el pasado? ¿Se debe a que las mujeres son menos competitivas que los hombres? ¿Se debe a que son menos propensas a asumir riesgos?

Todas estas preguntas siguen latentes, pero dos investigadores decidieron buscar respuestas recientemente. Los resultados de su trabajo apuntan a que la forma en que compiten es diferente a la masculina. Y es que las mujeres parecen tener mayor interés en las recompensas robustas cuando tienen la posibilidad de compartirlas con otros.

 

La brecha salarial por género sigue latente

Según las estadísticas presentadas por las autoras, en 2021, las mujeres ganan 82 centavos por cada dolar que ganan los hombres. Esto quiere decir que las mujeres deberán trabajar casi tres meses más para obtener la misma cantidad de dinero a cambio.

Estas cifras no toman en cuenta aspectos como la edad, la experiencia o el nivel de educación de un empleado, pero al considerarlos, el resultado es parecido. Las mujeres ganan alrededor de 98 centavos por cada dólar ganado por lo hombres, es decir, un 2 por ciento menos que un hombre con las mismas cualidades para el trabajo.

Posibles explicaciones para la brecha salarial entre hombres y mujeres

Mujer sonriendo a un hombre en una oficina.

El tema de la brecha salarial es polémico incluso aunque sea tan pequeña como este 2 por ciento, pero ¿por qué sigue existiendo en nuestros tiempos? Los economistas han explorado el contexto y, en el proceso, han encontrado algunas explicaciones potenciales.

Una de ellas se conoce como la “explicación del capital humano”. Según esta, existen diferencias de género en ciertas habilidades, lo cual explica por qué las mujeres tienden a escoger carreras que pagan menos. Otra teoría es la “discriminación de patentes”

Los economistas han considerado algunas posibles explicaciones para esto, dijo Rigdon. Una teoría, conocida como la “explicación del capital humano”, sugiere que existen diferencias de género en ciertas habilidades, lo que lleva a las mujeres a carreras que pagan menos.

Otra teoría similar plantea que las mujeres son menos competitivas y además tienen menos disposición a asumir riesgos en comparación con los hombres. Las investigadoras se centraron en ella para su nuevo estudio.

La motivación femenina parece ser muy diferente

Pero antes plantearon un enfoque más específico. Y es que, a pesar de que esta teoría puede ser cierta, no necesariamente explique toda la complejidad de la brecha salarial. Si las mujeres fueran menos competitivas que los hombres, ocuparían menos puestos de alto rango en las empresas, pero las estadísticas muestran lo contrario. Las mujeres ocupan cerca del 8 por ciento de los cargos ejecutivos según Fortune 500, y aunque el porcentaje es bajo, es mayor que en el pasado.

“Pensamos que debe ser el caso de que las mujeres son tan competitivas como los hombres, pero simplemente lo exhiben de manera diferente, así que queríamos tratar de llegar a esa historia y demostrar que ese es el caso”, dijo Rigdon.

¿Son las mujeres menos competitivas que los hombres?

 

El estudio incluyó 238 participantes a los que dividieron según su género en partes casi iguales Cada uno de los integrantes de estos grupos fue asignado posteriormente a subgrupos de cuatro personas. Entonces llevaron a cabo un experimento de tres rondas.

En la primera, el objetivo era encontrar dos números que suman 10 en tablas de 12 números de tres dígitos con dos lugares decimales. Cada participante debía hacerlo tantas veces como fuera posible en dos minutos, con un límite de 20 veces. El pago por la tarea era 2$ por tabla.

La tarea de la segunda ronda fue similar, pero con diferentes recompensas. En el primer grupo, los dos participantes de cada equipo de cuatro personas que resolvieron la mayor cantidad de tablas ganaron 4$ por cada trabajo, mientras que los otros dos miembros no recibieron nada. En el otro grupo, los dos mejores jugadores de cada equipo de cuatro ganaron también 4$, y además tenían derecho a decidir cuánto dinero del premio compartir con uno de los participantes de menor rendimiento.

En la tercera ronda, todos tuvieron libertad para escoger qué esquema de pago preferían de las dos rondas anteriores. La mitad de los participantes podía escoger entre $ 2 garantizados por tabla correcta, o potencialmente $ 4 por tabla correcta si se convertían en uno de los dos mejores de su subgrupo. La otra mitad podía escoger $ 2 por tabla correcta, o $ 4 por tabla correcta para los dos mejores con la opción de compartir las ganancias con uno de los participantes perdedores.

Las mujeres más competitivas querían compartir su recompensa con otros

Mujer estirándose en su silla dentro de una oficina compartida.

Sorprendentemente, la cantidad de mujeres que eligió la opción competitiva casi se duplicó cuando había opción de compartir sus ganancias. Alrededor del 60 por ciento eligió competir bajo esa opción, mientras que solo 35 por ciento decidió competir en la modalidad que permitía ganar todo.

En cambio, aproximadamente el 51 por ciento de los hombres del estudio escogió la opción que permitía ganarlo todo. Solo 52,5 por ciento escogió la opción que permitía compartir con los participantes de menor rendimiento.

¿Por qué las mujeres se arriesgan a todo cuando hay opción de compartir con otros?

El hallazgo es realmente interesante y merece algo de análisis. Las investigadores plantearon algunas posibles explicaciones para ello. Una de ellas sugiere que las mujeres muestran más interés por controlar la forma en que se reparten las ganancias. Otra sugiere que a las mujeres les interesa equilibrar sus sentimientos más pimitivos ayudn a los menos favorecidos.

“Realmente tenemos que preguntarnos qué tiene este incentivo social que impulsa a las mujeres a competir”, dijo Rigdon. “Creemos que reconoce los diferentes costos y beneficios que provienen de sus diferentes limitaciones biológicas y culturales”. Sin embargo, el estudio no arrojó una explicación concreta para ello.

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