¿Qué pasa en nuestro cuerpo si nos alcanza un rayo?
Pocas personas temen ser alcanzadas por un rayo, y puede que estén en lo correcto. Las estadísticas muestran que es algo extremadamente raro. Sin embargo, cuando ocurre, los resultados suelen ser fatales, tanto que incluso dejan una huella muy distintiva en los cadáveres pero que no se había conocido del todo hasta ahora. Un nuevo estudio resolvió el misterio de los daños que causan los rayos en el cuerpo humano, y los huesos resultaron ser víctimas.
En un esfuerzo sin precedentes, los investigadores identificaron marcadores únicos de daño por rayos en las partes más profundas de los huesos de víctimas humanas. Hasta ahora, la mayor parte de la información correspondía a huesos animales, pero ahora ya es posible mejorar los diagnósticos forenses vinculados a estos asesinos luminosos.
Los rayos no suelen caer en personas, pero cuando lo hacen, son fatales
Se estima que al menos 4,500 personas mueren a causa de un rayo cada año, pero los expertos creen que esta cifra podría ser mayor, ascendiendo incluso a decenas de miles. Sin embargo, es difícil saber con mayor exactitud ya que la mayoría de estas muertes ocurren en lugares remotos en los que no necesariamente se registren debidamente las causas.
Por consiguiente, tampoco es mucho lo que se sabe sobre los daños que causan los rayos sobre el cuerpo humano, ni mucho menos el esqueleto. Se han documentado daños en la piel, incluidas marcas de quemaduras, así como traumatismos en varios órganos. Pero a los científicos les interesaba saber si incluso los huesos se veían afectados por ellos dado su carácter invasivo.
Los daños que dejan los rayos en el esqueleto humano son similares a los que dejan en los animales
Respecto a ello, estudios previos revelaron marcadores en los huesos de cerdos sometidos a una corriente de alto impulso como parte de la simulación de la sacudida de un rayo. Para este caso, reportaron “microfracturas extensas y fragmentación de la matriz ósea”. Algo similar ocurrió en los huesos de una jirafa salvaje que fue alcanzada por un rayo en la vida real. Pero, ¿qué pasaba específicamente en los humanos?
En esta oportunidad, los científicos examinaron cadáveres donados a la ciencia cuyos huesos se sometieron a corrientes de alto impulso para simular la sacudida por un rayo. Luego, aplicaron técnicas como histología convencional de sección delgada y la tomografía computarizada de rayos X de microenfoque (μXCT) para observar los daños dejados.
Así descubrieron que los patrones de microfractura en los huesos humanos similares a los observados en los animales. Sin embargo, los rayos dejaron un tipo de cambio distinto y particular causado por el calor en los huesos.
“El daño del rayo toma la forma de grietas que irradian desde el centro de las células óseas, o que saltan irregularmente entre grupos de células”, dice el antropólogo forense Patrick Randolph-Quinney de la Universidad de Northumbria en el Reino Unido. “El patrón del trauma es idéntico a pesar de que la microestructura del hueso humano es diferente a la del hueso animal”.
La densidad de ósea podría exacerbar los daños causados por los rayos en los huesos humanos
Los investigadores destacan dos factores que pueden afectar la magnitud de los daños causados por lo rayos en el esqueleto humano. Uno de ellos es la densidad ósea, que sabemos que decae después de los 40 años de edad. Una persona mayor alcanzada por un rayo podría ser más susceptible a estas microfracturas debido a su vulnerabilidad natural.
También creen que la simulación no muestra del todo la huella que dejan los rayos en el esqueleto humano. Por ejemplo, la jirafa salvaje muerta por un rayo real mostró “una ocurrencia marcadamente mayor de microfracturas” y “microfracturas más irregulares en general”. Es decir, podríamos esperar daños mayores al analizar los huesos de un humano fallecido por esta misma causa.
¿Por qué los rayos producen microfracturas en los huesos?
El estudio también reveló una posible explicación para estas microfracturas. La corriente parece producir una onda de choque de alta presión al viajar a través del hueso. Esto destruiría las células óseas, dando lugar a lo que los especialistas en rayos llaman barotrauma. Luego está el efecto piezoeléctrico que afecta el comportamiento del hueso en un campo eléctrico.
“El colágeno, la parte orgánica del hueso, está organizado como fibras o fibrillas”, explican los autores. “Estas fibrillas se reorganizan cuando se aplica una corriente, lo que hace que la tensión se acumule en el componente mineralizado y cristalizado del hueso, lo que a su vez conduce a la deformación y el agrietamiento”.
En definitiva, los patólogos forenses tienen nuevos marcadores que considerar al examinar sus cadáveres. Los patrones de microfracturas en el esqueleto humano parecen ser una “prueba irrefutable” de daño causado por rayos.