¿Conocemos la forma correcta de aplicar la atención plena?

La práctica del mindfulness se ha vuelto cada vez más popular entre la sociedad como una forma para lidiar con el estrés. Debido a eso, su concepto es ampliamente conocido y divulgado. No obstante, una reciente investigación nos ha revelad que, a pesar de entender la práctica, cuando la llevamos a la realidad, no solemos aplicar la atención plena de forma en la que deberíamos.

El estudio, que se constituyó a través de un trabajo de evaluación empírico de tres dimensiones del mindfulness, se publicó en Clinical Psychology Review recientemente. Detrás de su realización estuvieron los autores Ellen Choik, Norman Farb, Ekaterina Pogrebtsova, Jamie Gruman e Igor Grossmann.

 

Mindfulness, una teoría que no llega a la práctica

Según explicaron los autores, el mindfulness que conocemos en la actualidad se deriva de una práctica religiosa budista. Posteriormente, cuando se estudió científicamente el efecto positivo que su aplicación podría tener en la salud mental de las personas, el aplicar la atención plena comenzó a popularizarse.

Sin embargo, a medida que el concepto se extendía por el mundo, los principios detrás de él comenzaron a diluirse. De allí que comenzara a verse a la atención plena como una forma de “aceptar pasivamente la vida”. Algo que va en contra de un punto vital de sus postulados que indican que no solo debemos reconocer y aceptar los problemas, sino también comprometernos con ellos para poder superar los desafíos que nos plantea la vida.

La dimensión perdida de la atención plena

Más que perdida, la podríamos ver como ignorada. De acuerdo a Grossmann, las dos partes vitales del mindfulness son la “conciencia” y la “aceptación”. Por lo que se vio en su estudio, la mayoría de las personas tienen claro el factor que su propia percepción puede tener a la hora de aplicar la atención plena.

mindfulness
Vía maxpixel.net

En otras palabras, entienden cómo entrar en consciencia de lo que los rodea para verdaderamente reconocerlo. Ahora, cuando llegamos a la aceptación, las cosas comienzan a tergiversarse.

 

Como ya explicamos, se confunde la aceptación con la asimilación pasiva de eventos. En su lugar, la verdadera idea del mindfulness es que las personas puedan asumir los desafíos que se les presentan, de forma que puedan reconocerlos, aceptarlos y, a través de la acción consciente, superarlos.

La comprensión científica de la atención plena va más allá del simple alivio del estrés y requiere la voluntad de comprometerse con los factores estresantes. (…) Es, de hecho, el compromiso con los factores estresantes lo que en última instancia da como resultado el alivio del estrés”, continuó Grossman.

La mayoría de las personas se confunden a la hora de aplicar la atención plena

Luego de identificar esa particular dicotomía la hora de entender el mindfulness entre la población, se hizo claro que la práctica no se estaba aplicando del todo como se esperaría. De hecho, la mayoría de las personas asociaban el aplicar la atención plena con la aceptación o asimilación pasiva de los problemas.

Algo que, en realidad, no va de la mano con la idea del mindfulness. El planteamiento real implica el reconocimiento del problema y su aceptación, pero también el entendimiento del papel que nuestra energía y participación tienen en el proceso.

La atención plena no implica ser un espectador de lo que nos rodea, sino un participante activo que interactúa con su entorno. Uno que acepta lo que hay a su alrededor, pero que no teme hacer cambios para obtener también diferentes resultados.

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