¿El consumo de té y café puede reducir los riesgos de demencia? La ciencia dice que sí
Las recientes investigaciones sobre la demencia están apuntando a frenar el riesgo futuro de padecer esta condición. Un estudio de la revista Plos Medicine sugiere que el consumo diario de té o café puede ayudar a prevenir accidentes cerebrovasculares. ¿Cómo llegaron a esa conclusión? Te lo explicamos.
El estudio, liderado por Yuan Zhang de la Tianjin Medical University, contó con una muestra de 365.682 personas en edades comprendidas entre los 50 y 74 años. El procedimiento se realizó entre el 2006 y 2010, y hasta 2020. Durante ese tiempo, 5.079 participantes desarrollaron demencia y 10.053 sufrió al menos un ictus, conocido comúnmente como infarto cerebral o embolia.
Según los investigadores la cifra recomendada para consumir estas bebidas son de dos a tres tazas de café y entre tres a cinco de té. Los participantes del estudio que bebieron esa cantidad de café y té tenían un 32% menos de probabilidad de sufrir un ictus, como también una reducción del 28% de desarrollar demencia.
Un problema que se extiende hasta la OMS
La demencia en personas de edades avanzadas lleva desde hace muchos años siendo un problema mundial. La OMS afirmó que 15 millones de personas al año sufren un ictus, de las cuales cinco millones fallecen y otros cinco quedan incapacitados.
En cuanto a la demencia, esta afecta a unos 50 millones de personas en el mundo, principalmente en los países de ingresos medio y bajos.
¿El estudio es exacto?
Los investigadores y expertos también advirtieron las limitaciones del estudio. Charlotte Mills, profesora de ciencias de la nutrición de la Universidad de Reading, afirmó: “La investigación solo muestra una relación, y no demuestra que el té o el café causen la reducción del riesgo de enfermedad. Es posible que haya otros factores en juego”.
Según Mills, el café y el té contienen grandes cantidades de químicos naturales y se ha demostrado que estos tienen beneficios para la salud. Incluso pueden reducir enfermedades neurodegenerativas.
“Es necesaria más investigación para entender la potencial relación entre dicha ingesta y la incidencia de ictus y demencia”, concluyó Tara Spires-Jones, del Instituto de Investigación sobre Demencia del Reino Unido.