¿Qué es la anisocoria? Más que un cambio de tamaño en las pupilas
Las pupilas son las partes centrales del ojo que permiten el paso de la luz, y con ella, nuestra visión. Por lo general, el tamaño de las pupilas suele variar entre 0.5 mm a 1 mm a lo largo del día y de acuerdo a la cantidad de luz en el ambiente.
Sin embargo, existen personas para las que esta regla no aplica: aquellos que padecen anisocoria, un síndrome que ocasiona que sus pupilas varíen en tamaños diferentes y de manera involuntaria.
¿Es normal tener pupilas que cambien de tamaño?
La anisocoria se caracteriza por un cambio significativo en el tamaño de una pupila con respecto a la otra. Una variación que supera el milímetro de diferencia y que no parece ser ocasionada por la transición entre luces fuertes y tenues.
Cuando está en una habitación iluminada, la pupila generalmente se vuelve más pequeña (o se contrae). Por el contrario, cuando está en una habitación oscura, la pupila generalmente se agranda (o se dilata) para permitir que entre más luz en el ojo. Pero en el caso de personas con anisocoria esto no ocurre y no sabemos por qué”.
Andrés Gené-Sampedro, investigador en la Universidad de Valencia
Cerca del 30% de la población normal tiene anisocoria, y como tal, el tamaño de sus pupilar suele modificarse significativamente de un día a otro. Por tal motivo no se le considera, en la mayoría de los casos, una afección ocular severa.
De hecho, es tan común que se han encontrado dos variaciones relacionadas a esta patología:
- El síndrome de Horner, que se caracteriza por una contracción excesiva de la pupila. Como resultado, la pupila se ve más pequeña, y puede tardar mínimo 36 horas en volver a la normal tras recibir una luz brillante.
- El síndrome de Adie, que se caracteriza por la dilatación excesiva de la pupila a causa de una lentitud en la respuesta nerviosa ocular. Como resultado, puede visualizarse una pupila agrandada que no suele contraerse ante ninguna clase de luz.
¿Qué causa la aparición de la anisocoria?
En un inicio se creía que la anisocoria era producida por un trastorno genético subyacente que no distinguía de edad o género. Esto debido a que otros miembros de la familia presentaban pupilas similares.
Sin embargo, desde su descubrimiento en 1899, se han detectado muchos otros factores relacionados a la anisocoria y al cambio de tamaño de las pupilas.
Entre las más relevantes figuran: los traumatismos en el iris, la parálisis del tercer nervio craneal, la lesión en los nervios linfáticos o un accidente cerebro vascular. Incluso el uso excesivo de gotas o medicamentos para los ojos puede generar una expansión exagerada de las pupilas.
Uno de los casos más conocidos de este desorden es el del cantante David Bowie, cuya anisocoria fue producida por una lesión en su globo ocular a los quince años de edad, y mientras peleaba con su amigo George Underwood por una chica. Una condición que, si bien provocó la parálisis de su pupila izquierda de por vida, también impulsó su carrera como artista y se volvió su rasgo más icónico.
Dependiendo del factor que genere la anisocoria, el tratamiento puede variar. Por ejemplo, si se trata de una anisocoria por infección bastará con un tratamiento antibiótico. Caso contrario al de un crecimiento desconocido de la pupila, en el que se recomendaría la cirugía o la terapia química.
Ante esta diatriba los expertos sugieren que se consulte con un profesional en oftalmología cualquier caso de anisocoria que presente un cambio constante del tamaño de las pupilas, acompañado de otros síntomas como visión borrosa, fiebre, fotofobia, vómitos o fiebre. Esto debido a que puede ser signo de una patología severa como una aneurisma, un tumor cerebral, un glaucoma o una parálisis del nervio oculomotor a causa de la diabetes.
¿Cómo afecta la anisocoria a las pupilas?
De acuerdo al tipo de anisocoria, por dilatación o por contracción, las consecuencias pueden diferir. Pero, los investigadores del Departamento de Óptica de Alicante indican que existen efectos que se repiten en ambos casos; y estos son:
- Ceguera temporal al cambiar de un ambiente luminoso a uno oscuro.
- Aparición de halos y deslumbramientos en la oscuridad.
- Dificultad para leer, especialmente en dispositivos electrónicos.
- Disfunción binocular o dificultad para distinguir rostros o imágenes.
Gracias a estos “efectos” es que los oftalmólogos y especialistas pueden determinar no solo si el paciente padece anisocoria, sino de qué tipo.
El médico evaluará el tamaño de las pupilas y cómo estas reaccionan a distintas luces y medicamentos. Una vez finalizado el proceso podrá determinar el modo proceder más adecuado para, sino eliminar, al menos controlar la afección”.
Andrés Gené-Sampedro
Un síndrome especialmente peligroso para las mascotas
Aunque muchos científicos han estudiado esta enfermedad como una neurofisiopatología humana, nuestras mascotas no están exentas de sufrirla en algún momento. Principalmente porque la estructura ocular de los perros, gatos y roedores es muy similar a la humana.
En todos los casos, humanos y animales, observaremos una asimetría del tamaño de las pupilas. Sin embargo, podremos apreciar irritación del ojo, secreciones, párpados caídos o síntomas de malestar en el animal, como blefaroespasmo, apatía o intentos de frotarse el ojo con las patas”.
David P. Piñero Llorens, investigador de la Universidad de Alicante
En tal sentido, lo más recomendable es prevenir el desarrollo de la patología anisocoria para reducir el riesgo de un cambio de tamaño excesivo entre pupilas. Algo que puede lograrse a través de prácticas simples como: ir al oftalmólogo con frecuencia, reportar cualquier cambio en la visión o en el tamaño de las pupilas prolongado y utilizar protectores oculares cada vez que salgamos.