La crónica de 800 años de Gervase: el reporte más antiguo de rayos globulares
Hace poco más de 800 años ocurrió un fenómeno insólito para la humanidad. Un orbe de luz blanco emergió de una nube oscura y se precipitó hacia el río Támesis a escasos kilómetros de la ciudad de Londres.
Aunque este suceso fue registrado por el monje inglés Gervase en junio de 1195, son pocos los que creen que este fenómeno haya podido ocurrir. Sin embargo, tras años estudiando este manuscrito, los investigadores de la Universidad de Durha creen que podría ser la primera mención en toda la historia de un misterioso climático relacionado con las tormentas eléctricas: el rayo globular
Lo que sabemos de las “esferas de luz” en el cielo

El término “rayo globular” hace referencia a los objetos esféricos luminiscentes, detectados durante las tormentas eléctricas y capaces de variar su tamaño con respecto a los rayos convencionales.
Si bien la existencia real de este fenómeno ha sido probada a lo largo de la historia, es comprensible que muchas personas no puedan creer que los rayos globulares existen. Principalmente porque el origen de este fenómeno aún es desconocido para la ciencia.
Las especulaciones con respecto a la creación de estas esferas brillantes van desde la acumulación de gotas de plasma en las nubes, hasta el desarrollo de burbujas refractivas de fotones atrapados; pero ninguna parece correcta.
Aunque existe una característica de estos rayos globulares que si es bien conocida y esa es su propiedad de “pompa de jabón”. Es decir, la facultad que tienen para explotar de un momento a otro, si entran en contacto con alguna superficie; o si alcanza un cuerpo humano.
Los rayos globulares en la historia

Hasta hace poco, se creía que el primer avistamiento humano de estos rayos globulares ocurrió a principios del año 1638, también en Inglaterra; pero en la zona rural de Dartmoor.
Sin embargo, la crónica del monje inglés probablemente se escribió a principios del siglo XII, por tanto, es el registro más longevo en la historia de este fenómeno meteorológico; aun cuando existen ciertos detalles que no quedan claros en la redacción. Como son:
- La identidad del observador. Es muy probable que se trate del propio monje, ya que el nivel de detalle que describe el “observador“ es sorprendentemente precisa. Sin embargo, los reportes científicos sin autor no son considerados testimonios válidos.
- La hora en la que ocurrió el evento. Al igual que la identidad, este es un factor clave en todo estudio científico; y mucho más en este caso, ya que permite determinar un patrón entre los distintos rayos globulares que se han presentado a lo largo de los años.
En cualquier caso, la descripción que hizo en su momento Gervase coincide con la de otros reportes de rayos globulares. Por tanto, aún si es rechazado por la comunidad científica, para los científicos de la Universidad de Durham este estudio si será el primer indicio auténtico y confiable de este fenómeno.