Nubes de polvo del Sahara cubren los cielos: ¿Cuáles son sus beneficios?
Un gigante velo anaranjado cubrió los cielos de Europa hace un par de semanas. Señal inequívoca de que se acerca otra tormenta de polvo procedente del Sahara.
Este fenómeno meteorológico se da varias veces al año, durante las épocas más cálidas. Sin embargo, sin importar cuán familiarizados estemos con él, siempre terminamos molestos por su aparición.
Nos quejamos de la poca visibilidad que dan las nubes de polvo al cielo, de las manchas en los autos y ventanas, y hasta del daño medioambiental que generan, cuando lo cierto es que el polvo del Sahara es el mejor fertilizante del planeta.
Propiedades del polvo del Sahara
Esta nube de aire seco está compuesta en su mayoría por partículas de arena, hierro, nitrógeno y fósforo. Todos ellos minerales procedentes del desierto del Sahara, que son transportados por los vientos estacionales de junio hacia el Atlántico y el Pacífico.
Se estima que este viento viaja a más de 2000 km por hora, lo que le permite llegar a la Amazonia y al Caribe. Lugares en donde se deposita y realiza varias funciones. Entre ellas:
- Ser un termómetro. Debido a que, al estar suspendido en la atmósfera, regula la cantidad de luz solar y de rayos gamma que alcanzan el suelo.
- Ser un fertilizante. El polvo del Sahara repone cada año los nutrientes minerales que la selva amazónica perdió con fuertes lluvias e inundaciones en la región. Principalmente fósforo y hierro.
- Ser alimento. Tanto para el suelo marítimo como para las microalgas de fitoplancton en el Océano Atlántico que, al morir, dejan cantidades de dióxido de carbono mortales para muchos peces y algas en la zona.
¿Qué representa para nosotros la capa de polvo sahariana?
El que no podamos alimentarnos del polvo del Sahara como nuestras contrapartes vegetales, no implica que para nosotros sea un problema. Todo lo contrario, puede darnos una visión singular del cielo y de la ciudad en donde vivimos.
¿A qué nos referimos? Básicamente al fenómeno meteorológico conocido como “dispersión de Rayleigh”.
Durante los días calurosos, el polvo del Sahara permanece a 2 km sobre el nivel del suelo, lo que hace que esté en el punto perfecto para que la luz del Sol que entra a la atmósfera la refracte. En consecuencia, estas partículas que a simple vista serían imperceptibles se tornan de un color ocre, bastante agradable.
Una tonalidad que generalmente tiñe los cielos de naranja, como vimos estas últimas semanas en varias ciudades inglesas. Pero que también puede colorear las paredes y los monumentos que están a grandes alturas.
Por tanto, lejos de ser un problema, este sustrato nos brinda la posibilidad de capturar sin mucho esfuerzo paisajes de ensueño, que podrían protagonizar perfectamente cualquier película de Hollywood.
El polvo del Sahara que vemos anualmente es solo uno de los muchos fenómenos que aprovecha la naturaleza para renovarse cada primavera y seguir manteniéndonos. Razón por la cual, deberíamos celebrar cada vez que se asoma por el cielo.