Beber agua te ayuda a perder peso, ¿es así de fácil?

Si estamos familiarizados con las dietas seguramente también lo estaremos con la idea de tomar ocho vasos de agua al día para perder peso. O en su defecto, ocho vasos de agua de limón, de avena o de coco.

Muchos nutricionistas afirman que el cuerpo elimina naturalmente la grasa cuando está bien hidratado, pero ¿es en realidad tan fácil perder peso de esta manera?

Primero aclaremos algo, el agua sí ayuda a perder peso

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Adelgazar es un proceso complejo, que depende de muchos componentes trabajando en conjunto. Por ejemplo, la dieta, la rutina diaria de actividad física o el estado de salud de la persona. Con lo cual no podríamos decir que tomar la mejor botella de agua es suficiente como para quemar 10 o 20 kilos. 

Ahora, en grandes cantidades, el agua sí juega un papel importante en esta cadena. Básicamente porque favorece la hidratación del organismo. 

Nuestras células necesitan agua para transportar los nutrientes, regular la temperatura corporal y renovar los tejidos cada cierto tiempo. Lo que significa que, sin este líquido, las células son incapaces de hacer lipólisis y quemar calorías. De allí que la mayoría de nutricionistas sugieran incorporar agua en la dieta diaria.

De hecho, varios estudios realizados por la revista Obesity y el Hospital Nutrition aseguran que el consumo regular de agua puede ayudar a que el cuerpo pierda entre 0,4 y 8,8 kilos de grasa. Pero esto bajo ciertas condiciones.

¿Cómo perder peso únicamente tomando agua?

El equilibrio energético es un término vital para quienes buscan perder peso. Si la persona no regula correctamente la cantidad de calorías que consume frente a la cantidad que gastan sus células, entonces nunca será capaz de adelgazar.

La forma más habitual de lograr este “equilibrio” es mediante el ejercicio, liberando las calorías adicionales a través del sudor. Pero, teóricamente, es posible lograrlo también con el agua, aunque la pérdida de peso no será tan significativa. 

Por no mencionar que, para lograrlo, se necesitan modificar varias costumbres cotidianas. 

1# Habituarse a la idea de consumir agua en grandes cantidades

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La Sociedad de Nutrición ha demostrado que el agua es uno de los líquidos más saciantes que hay, por lo que, al consumirlo, estamos limitando directamente la cantidad de calorías diarias que ingerimos. Básicamente porque nuestro estómago está tan lleno de agua que no siente la necesidad de comer.

En este sentido, con el agua, podríamos evitar consumir dulces o aperitivos que acabarán convirtiéndose en grasa. Eso sí, teniendo presente que, para que esto funcione, debemos reemplazar nuestras bebidas habituales por agua, y consumir este líquido varias veces a lo largo el día para perder peso. 

A diferencia de los jugos de fruta o los energizantes, el agua no tiene azúcares añadidos. Por tanto, no representa una fuente calórica de la que preocuparnos, sin importar cuántos litros bebamos. El único detalle es adaptarnos a esta bebida.

2# Estar pendiente del momento óptimo para tomar agua

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La mayoría de los estudios científicos vinculados al agua han concluído que existen dos momentos a lo largo del día que son claves para favorecer la pérdida de peso.

El primero está relacionado con el punto anterior y básicamente es cuando sentimos hambre o sed. Por lo general, el cerebro envía este tipo de señales cuando siente que el estómago está vacío. La mayoría opta por saciarse con golosinas, frutas o galletas, pero para quienes desean perder peso solo con el agua la respuesta es simple: en lugar de “snacks”, tomemos agua cada vez que sintamos ese impulso. 

El segundo sugiere que deberíamos tomar agua antes de una comida fuerte. Es decir, antes del desayuno, el almuerzo o la cena. Al parecer, beber agua justo antes de una comida ayuda a que la persona controle mejor la cantidad de calorías que ingiere. En particular porque no siente que su estómago sea capaz de aguantar tanta comida.

El verdadero valor del agua en las dietas para perder peso

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Siguiendo únicamente este método de consumo de agua, es posible que perdamos 2 kilos al cabo de un año. Por tanto, no es la mejor opción para quienes padecen obesidad o necesitan bajar de peso urgentemente. 

Lo ideal sería que bebamos agua mientras realizamos ejercicios físicos semanales, o seguimos una dieta para perder peso. De esta manera, podríamos agilizar mucho más la quema de calorías en nuestro cuerpo, sin necesidad de engañar al estómago. 

Ahora bien, existen personas que solamente están a un par de kilos de su peso promedio. En estos casos, beber solamente agua durante un año podría ser suficiente para ayudarles. 

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