Antiguas heces pueden revelarnos secretos sobre la civilización maya

La historia de la humanidad está llena de recovecos que aún no hemos llegado a descubrir. E, incluso en aquellos puntos históricos en los que ya nos hemos detenido, aún podemos encontrar más contenido que desenterrar. Tal es el caso de las antiguas civilizaciones mayas y cómo sus heces antiguas podrían decirnos más sobre ellas de lo que podríamos creer.

Para mostrar esa posibilidad, se realizó recientemente una publicación la revista científica Quaternary Science Reviews. En ella, se contó con la participación de los autores Benjamin Keenan, Anic Imfeld, Kevin Johnston, Andy Breckenridge, Yves Gélinas y Peter M. J. Douglas.

En conjunto, estudiaron la civilización maya de la ciudad de Itzán. Gracias a los registros fecales y análisis que se realizaron de ellos, pudieron no solo descubrir más secretos sobre el modo de vida de los mayas, sino también sobre los elementos que llevaron a la decadencia de su sociedad, al menos en esa ubicación.

Lo que podemos aprender sobre la civilización maya a través de sus heces

La antigua ciudad de Itzán en la actualidad sería parte de Centroamérica, ubicándose específicamente dentro de las fronteras de Guatemala. Los investigadores encontraron capas de heces aplanadas en los alrededores de sus ruinas.

Estructuras de la civilización maya.
Vía Wikimedia Commons.

Al estudiarlos, fue posible aprender todo un nuevo abanico de datos sobre los mayas y su forma de vida. Para empezar, la edad de las antiguas heces mostró que la civilización maya debió haber vivido en la ciudad hasta 650 años antes de lo que los registros arqueológicos habían sugerido.

Como si ello fuera poco, también notaron cómo, a lo largo de los años, hubo particulares fluctuaciones poblacionales reflejadas en la cantidad de desechos. De acuerdo a los investigadores, dichos cambios fueron de la mano con cuatro períodos climáticos particularmente secos o particularmente húmedos (1350-950 a. C., 400-210 a. C., 90-280 d. C. y 730-900 d. C.).

Igualmente, descubrieron otro par de aumentos poblacionales adicionales. Uno se asoció con el ataque de España al último bastión maya en un área vecina, lo que llevó a la posible afluencia de refugiados de guerra a la ciudad de Itzán. Los historiadores aún no han logrado explicar el motivo del otro misterioso incremento de población.

Templo de la civilización maya a contraluz.
Vía Pixnio.

Finalmente, también se pudo observar que, allí donde hubo incongruencias entre las capas de heces y la distribución poblacional, se estaba presentando un uso distinto de los deshechos: como fertilizante. Lo que señala que, miles de años atrás, los mayas ya trabajan con el estiércol como forma de nutrir los suelos y darles nueva vida.

Una nueva forma de aprender sobre el pasado

Esta investigación debería ayudar a los arqueólogos al proporcionar una nueva herramienta para observar los cambios que podrían no verse en la evidencia arqueológica, porque es posible que la evidencia nunca haya existido o que desde entonces se haya perdido o destruido”, comentó Keenan, biogeoquímico de la Universidad McGill, en Canadá.

Desde la perspectiva de los investigadores, el poder analizar los desechos fecales de antiguas poblaciones podría convertirse en un nuevo recurso para los historiadores. Como hemos visto, las heces de la civilización maya nos han dado un vistazo inédito a la historia de una de sus ciudades. Por lo que, todo indica que también podrían hacerlo en otras localizaciones, y también en el caso de otras culturas, siempre y cuando se hallen los registros.

Sobre la civilización maya y el cambio climático

Es importante para la sociedad en general saber que hubo civilizaciones antes que nosotros que se vieron afectadas y se adaptaron al cambio climático”, comentó Douglas, biogeoquímico de la Universidad McGill.

Según han mostrado los análisis de las heces, la civilización maya también se vio enfrentada a los efectos del cambio climático. Efectivamente, ellos no fueron los mismos que se nos presentan ahora. Sin embargo, aún se pueden hacer paralelismos entre las consecuencias que enfrentaron los pueblos antiguos y los efectos que se podrían presentar ante la sociedad del presente.

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