¿Desde hace cuánto los humanos se dedican a la cría de aves?

Un nuevo estudio reveló que hace 18,000 años, durante el Pleistoceno, los humanos en Nueva Guinea pueden haber recolectado los huevos de aves de casuario mientras estaban a punto de eclosionar. El objetivo no era necesariamente su consumo, pues la evidencia descarta señales de cocción; en cambio, podrían haberlos recolectado para criar a las aves y aprovechar el fenómeno de impronta.

En su artículo en la revista PNAS, los investigadores sugieren que se trata del indicio más temprano de cría de aves de parte de los humanos en cualquier parte del mundo. Tan temprano como para haber ocurrido antes de la domestiación del pollo y los gansos, que ocurrió después de varios milenios.

La impronta entre aves y humanos

Los humanos y las aves han estado en contacto durante mucho tiempo, pero determinarlo es todo un reto. Podríamos pensar que este vínculo es tan antiguo por el hecho innegable de que estos animales con plumas han constituido parte importante de nuestra dieta.

Sin embargo, un estudio que reseñamos en junio reveló que en algún momento entre la Edad del Hierro y el período romano los humanos consideraron los pollos como animales sagrados, por lo que no los consumían.

Pero casuarios no son pollos; son aves enormes más parecidas a los velociraptores que a las que estamos acostumbrados a consumir. En cambio, los polluelos de casuario son más dóciles y adeptos al cariño humano. Los autores afirman que se apegan fácilmente a los humanos, y para estos últimos resultan muy fáciles de mantener hasta su adultez.

Este apego se conoce como impronta y es muy retratado en las caricaturas. Básicamente consiste en que lo primero que ve un pájaro recién nacido lo considerará como su madre. Si esa primera mirada es un humano, esto marcará el inicio de una relación cercana. El pájaro lo seguirá a cualquier lado con total confianza.

Cáscaras de huevo para determinar la edad de las aves

Conscientes de ello, los investigadores se centraron en las cáscaras de huevo, un residuo biológico muy importante en la arqueología, aunque muy subestimado. Por ejemplo, las cáscaras de huevo de pavo muestran cambios a lo largo del desarrollo que sirven para determinar su edad.

 

Primero estudiaron el desarrollo de huevos modernos de avestruz y emú de edad conocida que luego usaron como modelo para analizar más de 1,000 fragmentos que datan de entre hace 18,000 y 6,000 años. Combinando imágenes 3D, modelado y descripciones morfológicas.

“Lo que encontramos fue que la gran mayoría de las cáscaras de huevo se cosecharon durante las últimas etapas”, dijo Kristina Douglass, profesora asistente de antropología y estudios africanos de Penn State. “Las cáscaras de huevo parecen muy tardías; el patrón no es aleatorio. O les gustaba comer baluts o están incubando polluelos”.

Los humanos del Pleistoceno no consumían los huevos de aves de casuario; los recolectaban para criarlos

Con base en ello los investigadores pudieron explorar el origen del vínculo tan cercano entre los humanos de Nueva Guinea y los polluelos de casuario. Inicialmente, los arqueólogos no encontraron señales de que los casuarios estuvieran junto a ellos como aves de corral.

De hecho, los pocos huesos de casuario hallados en los sitios arqueológicos corresponden solo a porciones carnosas, como las piernas y los muslos. La interpretación es que se trataba de aves cazadas cuyas partes más carnosas se llevaron a casa para consumo.

“Este comportamiento que estamos viendo se produce miles de años antes de la domesticación del pollo”, añadió Douglass, profesora. “Y esto no es un ave pequeña, es un ave enorme, intratable y no voladora que puede destriparlo. Lo más probable es que sea la variedad enana que pesa 20 kilos”.

Pero la historia con las cáscaras de huevo es diferente. Muchas de las más antiguas analizadas no mostraron signos de quemaduras; de ahí que los investigadores intuyeran que los humanos las dejaron eclosionar (si estaban cerca), y no se las comieron. Durante el Pleistoceno, los humanos recolectaban los huevos de aves de casuario, pero no necesariamente para consumir su contenido.

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