Estas son algunas partes del cuerpo humano que ya no necesitamos. Te explicamos por qué

El humano está lejos de ser perfecto. Tenemos muchos músculos y partes en el cuerpo que no son necesarias, e incluso resultan a veces un estorbo. Pero no siempre fue así.

Con el pasar de los años nos hemos ido adaptando a los nuevos entornos y condiciones ambientales para poder sobrevivir en cada uno. Evolucionamos de lo salvaje a lo civilizado, de ermitaños a sedentarios y de simples individuos a parte de la sociedad. 

Un proceso evolutivo que si bien nos han permitido llegar hasta donde estamos, desde un punto de vista antropológico también nos han dejado lo que se conoce como “sobras evolutivas”. Es decir, partes del cuerpo que ya no necesitamos en el día a día, pero que en su momento cumplían una función vital para la supervivencia de nuestros antepasados. 

Estas son las 10 partes “inútiles” que todo el mundo posee naturalmente, aunque esto puede cambiar con el tiempo.

El apéndice 

Vía Pixabay

A menos que nos haya dado apendicitis, lo más seguro es que todos tengamos un apéndice anclado a la parte inferior de nuestro abdomen. Este pequeño tubo sin salida que bloquea el extremo del intestino grueso es para muchos científicos la parte del cuerpo más inútil que tiene el ser humano. 

Sin embargo, en el pasado todo apunta a que fue un órgano clave para la digestión de plantas con celulosa y otros brotes crudos, que formaban parte de la dieta de los primeros homínidos. Una función que dejó de ser necesaria una vez que el hombre empezó a cocinar los alimentos y variar su dieta.

Algunos estudios recientes aseguran que el apéndice podría todavía funcionar como un almacén de bacterias que restituye nuestra flora intestinal. Mas es poco probable ya que, si ese fuera el caso, miles de personas no podrían sobrevivir sin apéndice, cuando este se infecta o se extirpa. Con lo cual, quedémonos con que es una parte del cuerpo que ya no es necesaria. 

Las muelas del juicio

Créditos: Clínica dental

Desde los 17 años en adelante todos somos propensos a desarrollar terceros molares o “muelas del juicio”. Si tenemos espacio suficiente en la mandíbula estas salen sin problema y se alinean con el resto de dientes. Pero si ese no es el caso, como suele ocurrir, estos crecen de manera anormal al lado de la dentadura, produciendo dolores e infecciones recurrentes hasta su extracción. 

Viéndolo así podríamos creer que estas piezas dentales siempre han sido un dolor de cabeza, pero es todo lo contrario. En el pasado era bastante frecuente el edentulismo, es decir, la caída de los dientes permanentes por culpa de un exceso de dieta blanda. En respuesta, las muelas del juicio aparecían para sustituir a los molares antiguos y poder masticar cereales y otros alimentos. De allí también la razón por la que actualmente son un problema.

Los dentistas luchan cada día para mantener saludables partes del cuerpo tan pequeñas como nuestros dientes, con lo cual ya no necesitamos que las muelas del juicio se desarrollen. Pero lamentablemente no es como que podamos decirle al cuerpo que deje de producirlas. Solo podemos esperar ser de los pocos que no logra que salgan a la superficie.

Los músculos de las orejas

person wearing white and black sunglasses
Vía Unsplash

Si en este momento intentáramos mover nuestra oreja hacia arriba o hacia abajo seguro nos sería imposible. No porque no tengamos un músculo capaz de hacerlo, sino porque este se ha atrofiado con el paso del tiempo. 

No existen registros de homínidos que se pasaran la prehistoria girando las orejas, pero sí de mamíferos que aún usan estos músculos para detectar presas y depredadores. Por lo que es probable que nuestros antepasados lo hayan usado para la caza hace 1,5 millones de años. 

Sin embargo, nosotros solo cazamos ofertas en el supermercado por lo que el movimiento de esta parte del cuerpo no es necesario en la actualidad.

El palmar largo del brazo

Créditos: El Universal

El palmar es un músculo que va desde la muñeca hasta el codo. Si bien no todo el mundo lo tiene fue vital para la supervivencia de los homínidos. Esto debido a que les ayudaba a tensar los brazos para aumentar su fuerza y poder trepar los árboles en caso de que un depredador los atacara. 

Se estima que un 10% de los seres humanos ya ha perdido este músculo, pero quizás parte de esa cifra se deba a personas qué no saben cómo ubicarlo en primer lugar. Si extiendes el brazo con la palma de la mano hacia arriba, y unes tu pulgar con el resto de dedos, quizás veas una leve protuberancia en tu antebrazo. Si ese es el caso, felicidades, tienes el palmar necesario para ser un gran alpinista.

La piel de gallina

Vía Pixabay

Siguiendo con los músculos, tenemos los arrectores pili. Tejidos microscópicos que todos tenemos adheridos a los folículos capilares. Se desconoce cómo funcionan exactamente en la actualidad, pero anteriormente ayudaban a nuestros antepasados a erizar sus largas cabelleras. 

Más que por un asunto de moda, los homínidos utilizaban esta reacción capilar por dos motivos. Primero, alertar a sus semejantes de la presencia de una amenaza cercana. Y segundo, intimidar a ese depredador su imagen.

Si tenemos un gato seguramente ya sabemos cómo funciona el erizado del pelo, pues estos también lo utilizan con el mismo objetivo.  

La cola embrionaria o cola de mono

Vía Pixabay

Una parte del cuerpo humano muy contradictoria ya que, si bien no la vemos, parece que todos la tenemos. 

Después de producirse la concepción, entre las cinco y ocho semanas posteriores, el feto comienza a desarrollar una “cola” alargada que desaparece al nacer. Pero en su lugar deja un vestigio en nuestra columna vertebral que hoy conocemos como “coxis”.

Esta zona está compuesta por cinco vértebras que se unen alrededor de esta parte abierta para darle estabilidad a nuestra “cola”, aunque no esté allí.

La cola era vital, y aún lo es, para nuestros antepasados más primitivos: los simios. Esta les permite moverse con más facilidad, mantener el equilibrio e incluso, en algunos casos, servir como una “mano extra” para arrastrar cosas. 

Se dice que cuando aprendimos a andar parados, la perdimos porque ya no resultaba útil. Pero el espacio para esta cola y los músculos necesarios para moverla siguen ahí. Así que en realidad podríamos decir que sí la tenemos, solo que es invisible.

Los pezones masculinos

man wearing sauna belt
Vía Unsplash
 

Si hablamos en general, los pezones son necesarios para que se dé el amamantamiento de los bebés y varios procesos hormonales en la mujer. Pero, si volteamos a ver a los hombres exclusivamente, podríamos decir que esta parte del cuerpo ya no es necesaria. Lo que genera una incógnita interesante ¿Los hombres prehistóricos también amamantaban?

Por desgracia, no. La razón por la que los hombres tienen pezones parece ser únicamente genética. El embrión empieza a desarrollar tejidos y órganos mucho antes de formar los órganos sexuales. Por tanto, para el momento en el que los cromosomas masculinos segregan testosterona, ya los pezones están formados. 

Así ha sido, al parecer, desde la prehistoria, y quizás sea así por siempre. 

El músculo piramidal 

Triangular y ubicado en la parte baja del abdomen, se encuentra un músculo bastante inútil en la actualidad. El músculo piramidal se dice que servía para facilitar la movilidad cuando caminábamos a cuatro patas, desplazando los músculos del abdomen hacia el centro para que las piernas pudieran rotar fácilmente. 

Sin embargo, ya no solemos ir a cuatro patas por lo que esta parte del cuerpo, a veces incluso doble en algunas personas, ya no es necesaria en el vientre inferior.

Un tercer párpado 

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Vía Unsplash

No descendemos de los reptiles o los pájaros, pero algunos teníamos un tercer párpado en la esquina interna del ojo. De hecho se estima que el 2% de la población aún lo mantiene.

Se desconoce cómo nuestros pasados lo utilizaban, pero algunos científicos suponen que ayudaba a limpiar el párpado y mantenerlo húmedo en condiciones desérticas. En este sentido es posible que solo un grupo de homínidos lo haya desarrollado, y transmitido a sus generaciones. 

Curiosamente, de todas las partes del cuerpo mencionadas, es la más útil y necesaria. Pero ninguno de los que la posee tiene control sobre ella. 

Los dedos de los pies

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Vía Unsplash

Esta última parte del cuerpo es bastante controversial, pues para algunas personas son útiles mientras que para otras ya no son necesarios. 

Los homínidos utilizaban los dedos de los pies como su segundo par de manos. Es decir, para recoger objetos, aferrarse a las ramas de los árboles. Pero con la llegada de los zapatos los pies perdieron su libertad, y con ello, parte de su utilidad. 

Las personas con defectos genéticos o discapacidades en los brazos si emplean esta parte del cuerpo para moverse e incluso pintar. Pero en el caso de la mayoría estos dedos solo se toman en cuenta durante la manicura, ya que si bien se dice que ayudan a mantener el equilibrio, con zapatos esta lógica no aplica. 

¿Qué ocurrirá con estas partes del cuerpo en el futuro?

Pronóstico para los dedos de los pies | Créditos: Timing

La antropóloga evolutiva Dorsa Amir estima que debían existir muchas otras partes del cuerpo que ya no necesitábamos, solo que estas pasaron su “fase de extinción” hace miles de años, por ende, ya no hay vestigios que confirmen su existencia. 

Su afirmación se sustenta en “el origen de las especies”, la obra de Charles Darwin que impulsó la teoría de la evolución que hoy conocemos. Básicamente, que las especies se mantienen en un constante ciclo de evolución para adaptarse cada vez más al entorno en el que viven. Aunque esto implique reemplazar unas partes del cuerpo por otras, o simplemente eliminarlas.

En el pasado, los seres humanos vivíamos a la intemperie, luchando por nuestra supervivencia entre mamíferos de todos los tamaños. Por lo que era necesario tener oídos agudos, brazos fuertes o una cola que nos cuidara las espaldas.

Actualmente esto se ha perdido ya que la humanidad vive en las grandes ciudades o, en su defecto, en pequeñas casas alejadas de lo salvaje. Como resultado, hemos cultivado más nuestra mente de lo que cualquier otra especie conocida ha logrado. Pero, al mismo tiempo, hemos abandonado muchas partes de nuestro cuerpo. 

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Radiografía de un cuerpo sin la clavícula | Vía Pixabay

La Universidad de Boston asegura que estos cambios son lentos, por lo que probablemente no veamos pronto la desaparición de alguna de estas partes del cuerpo que ya no son necesarias. Sin embargo, estiman que dentro de 500 años es posible que muchas de estas partes desaparezcan. Especialmente las que ni siquiera sabemos utilizar. Es decir: 

  • El apéndice.
  • Los músculos piramidal y arrectores pili.
  • El coxis.
  • O el tercer párpado. 

Todo dependerá de qué nos depare el futuro. Si son entornos salvajes producto del cambio climático es posible que conservemos más de lo que parece. Pero si por el contrario, avanzamos a un mundo dirigido por las leyes del computador es posible que incluso perdamos los dedos de los pies. 

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