¿Gaviotas comiendo ratas y palomas?: tranquilo, ya lo hacían antes, pero no te fijabas
Al igual que España, Italia se prepara ya para su propia desescalada después de algo más de un par de meses de cuarentena por coronavirus. En todo este tiempo se ha hablado mucho sobre los cisnes venecianos y los delfines que volvieron a algunos puertos costeros del país. Tal fue la viralidad de la noticia que incluso se llegaron a entremezclar ambas cuestiones, asegurando que había delfines en Venecia. Nada más lejos de la realidad. Ni era posible encontrar estos cetáceos en la ciudad de los canales, ni las otras dos noticias eran algo tan extraño. Simplemente, durante el confinamiento hemos tenido más tiempo de mirar la naturaleza que nos rodea. Hemos descubierto algunos animales que ya estaban con nosotros y nos hemos percatado de los hábitos alimenticios de otros. De hecho, esto último precisamente está ocurriendo también en Italia, con las gaviotas.
Recientemente, un medio de comunicación italiano publicaba, con declaraciones del zoólogo Bruno Cignini, cómo estas aves están empezando a introducir en su alimentación una mayor cantidad de palomas y ratas. La razón, al parecer, se basa en que la carencia de turistas en Roma está dejándoles sin su propia “comida rápida”, por lo que tienen que recurrir a otro tipo de alimentos. ¿Pero significa esto que la cuarentena ha obligado a las gaviotas a cambiar su dieta? En realidad no tanto.
La variadísima dieta de las gaviotas
Sin duda, las gaviotas son verdaderas expertas adaptándose a las circunstancias del medio en el que viven para buscar algo que “echarse al pico”.
Desde animales marinos, hasta huevos, pasando por ratas, insectos y un gran número de especies aviares, los alimentos que pueden tomar directamente de la naturaleza son de lo más variado. Pero también se adaptan si las circunstancias impuestas por los humanos lo requieren. “En Inglaterra, Irlanda o Suecia si te despistas te quitan las hamburguesas de las manos”, explica a Hipertextual el doctor en Biología Álvaro Luna. “En Mallorca, comen aceitunas en los olivares”.
Esta capacidad de adaptación no es algo nuevo, como tampoco lo es el hecho de que coman ratas o palomas. De hecho, un estudio publicado el pasado mes de abril, en el que se analizaba la dieta de estas aves en la ciudad de Barcelona, concluye que se han adaptado para explotar los recursos alimentarios asociados con los entornos urbanos. Esto, por supuesto, incluye peces descartados de la actividad pesquera, pero también pequeños mamíferos, como las ratas, y aves como las palomas o las cotorras argentinas.
El estudio fue llevado a cabo mucho antes de que el coronavirus viniera para cambiar nuestras vidas, por lo que la presencia de estos animales en la alimentación de las gaviotas no parece tener nada que ver con el confinamiento.
Dieta de cuarentena
Que no sea raro que se adapten al medio no significa que no hayan tenido que hacerlo a raíz de las cuarentenas. Es cierto que, ante la presencia masiva de turistas en Roma, hasta ahora lo habían tenido muy fácil para alimentarse, sin necesidad de cazar. Ahora esa no es una opción, por lo que podrían tener que recurrir a otros alimentos que, igualmente, ya consumían antes.
El propio Cignini explica que podría ser que los romanos no estuviesen antes tan pendientes de la dieta de estas aves que conviven con ellos. Los roedores y el resto de aves que podían caer víctimas de sus garras quedaban eclipsados por la comida que robaban furtivamente a los turistas que abarrotaban la ciudad del Coliseo.
En definitiva, de nuevo lo que parece un cambio en las vidas de las especies urbanas generado por el confinamiento, podría no ser más que otro efecto de nuestro mucho tiempo libre. El hábito de prestar atención a lo que ocurre a nuestro alrededor es una de esas cosas buenas que hemos sacado de entre todo lo malo que nos ha traído el coronavirus.
Al igual que la higiene de manos, la preocupación por la sanidad o la mejora de nuestros hábitos de seguridad alimentaria, esta podría ser una buena actividad que mantener incluso cuando todo pase. Cuando los jabalíes solo se atrevan a pasear por la periferia de las ciudades y las gaviotas vuelvan a robar hamburguesas a los turistas, nosotros, ya de vuelta a nuestras frenéticas vidas, sabremos que siguen ahí, aunque ya no tengamos tanto tiempo para verlos como antes.