Juicio por los atentados del 13 de noviembre: los orígenes del yihadismo en Francia
Por RFI
El juicio por los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París se abre el próximo 8 de septiembre. Para entender cómo pudieron producirse, hay que remontar a los orígenes del yihadismo en Francia y al terreno que le permitió arraigarse hasta culminar en estos atentados, en los que murieron 130 personas.
Por Pierre Olivier.
Antes de afectar a Europa y Francia, el yihadismo se desarrolló en Afganistán a finales de la década de 1990. Es una ideología religiosa y política que busca establecer un Estado islámico utilizando la violencia. En 1989, tras nueve años de guerra contra los soviéticos, los muyahidines, apoyados por los estadounidenses, salieron victoriosos. Pronto surgieron desacuerdos entre ellos, y algunos decidieron hacer de Afganistán la base de retaguardia de la “guerra santa”, la yihad, contra Occidente.
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“El momento del nacimiento del yihadismo, incluso para Francia, se remonta a la guerra de Afganistán contra los soviéticos en los años 80. Fue entonces cuando se desarrolló la ideología. Luego, estos ex veteranos de la guerra de Afganistán se fueron a Argelia, después a Francia, a Londres…”, subraya Asiem el Difraoui, especialista en yihadismo.
Estos voluntarios islamistas, que habían luchado en Afganistán, se establecieron entonces por toda Europa, especialmente en Francia, y crearon pequeñas comunidades. “Estos yihadistas de primera generación procedían de entornos muy diferentes en el mundo árabe. Luego adoctrinaron a una generación más joven”, explica El Difraoui.
Primeras comunidades en Francia
Entre los años 90 y 2000 se produjo un importante giro, ya que el yihadismo dejó de estar liderado por extranjeros llegados a Francia y pasó a estarlo por franceses, formados por esta primera generación. Estas pequeñas comunidades, también llamadas células, se multiplicaron durante unos 20 años en Francia.
Poco estructuradas, estaban generalmente dirigidas por un hombre carismático de la primera generación de yihadistas. Fue el caso de la célula de Artigat, un pequeño pueblo del departamento Ariège, fundada por Olivier Corel, apodado “el Emir blanco”. Nacido en Siria en 1946 y nacionalizado francés, tuvo, entre sus alumnos, a Mohamed Merah, que mató a tiros a siete personas, incluidos tres niños judíos, en 2012.
“Estos yihadistas de primera generación prepararon el terreno para la mayor ola de yihadismo en Europa, la mayor ola de atentados, pero también la mayor ola de emigración a Irak y Siria en 2015-2016. Así que fue realmente un crecimiento a lo largo de tres décadas”, señala Asiem el Difraoui.
Una radicalización difícil de percibir
Estos pequeños ecosistemas yihadistas se desarrollaron discretamente por todo el país, tanto en el campo como en las ciudades. “Es un yihadismo que se desarrolla en ámbitos muy dispares. Puede ser internet. En una época, a menudo era en la cárcel. Puede ser en un gimnasio, una sala de musculación”, amplia Elyamine Settoul, profesor de la cátedra de Criminología en el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de París (CNAM).
Esta diversidad de comunidades hizo que el fenómeno fuera difícil de percibir para los servicios de inteligencia franceses, que pensaban lograr contener la amenaza endógena, es decir, procedente del interior del país. “Se trataba de un fenómeno muy extendido en la sociedad, extremadamente transversal. Por lo tanto, esta radicalización se produjo sin ser detectada por los radares de los servicios de inteligencia y dio lugar a esta ola a partir de 2012 y el atentado de Mohammed Merah”, añade Settoul.
2.000 franceses en el Oriente
Durante casi dos décadas, sin hacer ruido, los yihadistas reclutaron en suelo francés a jóvenes dispuestos a luchar por el islam. Francia se convirtió incluso en el primer país occidental en proporcionar a yihadistas, ya que casi 2.000 franceses partieron hacia la zona iraquí-siria entre 2011 y 2016.
Pero es con la ideología del califato del grupo Estado Islámico que el yihadismo alcanzó su máxima expresión en Francia. Creado en 2006, el grupo Estado Islámico (EI) reivindica un territorio, una tierra musulmana que defender. A partir de 2010, el EI se apoyó en una propaganda bien preparada en internet para atraer a los jóvenes galvanizados por la idea de defender una tierra musulmana.
Estos nuevos reclutas forman un mosaico de perfiles: “Hay jóvenes que vienen del campo, jóvenes de los suburbios, jóvenes del centro de las ciudades. Casi el 30% son conversos al islam. Jóvenes de familias desestructuradas, a menudo con un padre ausente, y que muchas veces han caído en la delincuencia”, describe Elyamine Settoul.
“Combatientes de Dios”
El Estado Islámico ha sabido aprovechar al máximo este caldo de cultivo de jóvenes desorientados. “Se ven como perdedores y estos propagandistas les dicen: ‘Con nosotros, serán combatientes de Dios’”, resume Elyamine Settoul.
Las trayectorias de estos yihadistas, procedentes de Francia como de Bélgica, fueron similares: salida hacia la zona iraquí-siria, entrenamiento para el manejo de armas. Algunos volvieron a Europa para establecer proyectos de ataques. Como fue el caso, por ejemplo, de Abdelhamid Abaaoud, el instigador de los atentados del Bataclan y las terrazas parisinas.