La ciencia tiene la fórmula para que una relación abierta funcione

A pesar del daño y la confusión que han generado las películas de Disney, así como otros títulos de cine romántico, hoy en día está bastante más aceptado que el amor puede darse de muchas formas diferentes. La relación clásica entre un hombre y una mujer es una opción buena para algunas personas, pero no es lo que otras desean. Hay quien se enamora de personas de su mismo género, también de dos en dos, o quienes prefieren mantener relaciones con varias personas a la vez. Cualquier opción es válida, siempre que todos los miembros que forman parte de ella sean felices y se encuentren cómodos. ¿Pero es esto realmente posible cuando intervienen más de dos factores en la ecuación?

Esta es una pregunta que suelen hacerse quienes deciden adentrarse en una relación poliamorosa, en cualquiera de sus variantes. Pero también se la hacen algunos investigadores, como los autores de un nuevo estudio, publicado en The Journal of Sex Research. Según estos investigadores, procedentes de la Universidad de Rochester, el truco está en lo que ellos han calificado como modelo de la “triple C”: Consentimiento mutuo, comunicación y comodidad. Suena obvio, pero no siempre es tan sencillo.

 
 

En igualdad todo vale

Para la realización del estudio, sus autores analizaron las respuestas de una encuesta en línea en la que participaron 1.600 mujeres blancas, con edades comprendidas entre los 20 y los 30 años.

 

Aunque todas se encontraban en una relación, con un promedio de duración de 4 años y medio, se dividieron en varios grupos, según si se trataba de relaciones monógamas tempranas o tardías, relaciones parcialmente abiertas, parejas con ambos miembros interesados en la no monogamia consensual o parejas en las que uno de los miembros optaba por el poliamor y otro por la monogamia. Estos últimos fueron denominados parejas unilaterales. Ni qué decir tiene, que el nivel de satisfacción fue diferente entre unas y otras.

Comprobaron que tanto los grupos monógamos como los poliamorosos tenían altos niveles de satisfacción y funcionamiento individual. Sin embargo, en el caso de las relaciones parcialmente abiertas o unilaterales la cosa cambiaba, pues eran menos delicados y afectuosos con sus parejas, con las que además mostraban unos niveles mayores de insatisfacción. La razón, en base a las conclusiones de los autores del estudio, es la falta de algunas de las tres C, según ha explicado uno de ellos, Forrest Hangen, en un comunicado: “La actividad sexual con otra persona además de la pareja principal, sin consentimiento mutuo, comodidad o comunicación, puede entenderse fácilmente como una forma de traición o trampa”. A esto, uno de sus compañeros, Ronald Rogge, añade que sabemos que la comunicación es útil para todas las parejas, pero que es fundamental para las que se encuentran en relaciones no monógamas, ya que se exponen a los desafíos adicionales de mantener una relación no tradicional en una cultura dominada por la monogamia.

Cabe destacar que el estudio cuenta con limitaciones importantes, como el enfoque en datos transversales, en vez de la realización de un seguimiento a largo plazo, o el hecho de haber tenido en cuenta solo a un miembro de la relación, que además pertenece a un grupo muy concreto: mujeres, blancas y jóvenes.

 
 

No debe tomarse como un dogma, por lo tanto, pero sirve como muestra de que las relaciones poliamorosas no son algo tan descabellado como tendemos a pensar, pero que jamás debe olvidarse que, sean las que sean las personas que conforman la relación, todas deben remar en la misma dirección. Si no lo hacen, antes o después, el naufragio está asegurado.

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