LA MISTERIOSA CIUDAD AFRICANA QUE QUEDÓ COMPLETAMENTE SEPULTADA BAJO LA ARENA
Después de rebosar en casinos y vida de lujos, Kolmanskop se convirtió en una ciudad fantasma entre las dunas del desierto. Ésta es su historia.
Durante décadas, Namibia fue una colonia alemana. Ni siquiera toda la fuerza de los soldados venidos de Europa pudo contra el embiste ominoso de las ráfagas en el desierto. Después de siglos de potentes tormentas de arena, una de las ciudades mineras al sur del país quedó completamente sepultada. A principios del siglo XX, la vida en Kolmanskop se apagó para siempre.
Ésta es su historia.
Ondas de silencio en el desierto

Originalmente nombrada Kolmannskuppe por los colonizadores alemanes, la actual ‘Kolmanskop’ adoptó la pronunciación en Afrikaans de la palabra europea. Dada la riqueza de minerales preciosos con la que cuenta Namibia, al suroeste de África, éste fue un punto de interés para la explotación capitalista del Viejo Mundo.
Después del Reparto de África, con cede en Berlín hacia finales del siglo XIX, Alemania se quedó con este pedazo de territorio. Durante décadas, se aprovecharon los metales preciosos que había en las minas namibias. Por su parte, Kolmanskop se fundó en 1908, con la intención de sacar todos los diamantes posibles de ahí.

Sin embargo, las ondas de silencio en el desierto acallaron los intereses europeos. Ni siquiera con la fuerza de la armada expansionista alemana se consiguió que Kolmanskop floreciera. En medio del desierto en Namibia, las dunas consumieron ls casas coloniales, el palacio municipal, las carreteras. Todo quedó sepultado:
“El papel pintado de vivos colores se despega de las paredes, las casas en ruinas han sido dominadas por la arena: esta es Kolmanskop, una ciudad fantasma en el desierto del Namib, en el sur de África, en medio de una región conocida como «la zona prohibida»”, escribe el periodista Paul Cooper para National Geographic.
Kolmanskop se encuentra a unos 10 kilómetros de la costa. A pesar de su cercanía con el mar, el desierto Namib se impone: en la ciudad actual —antes rebosante de vida con casinos, salones de baile y otros centros lúdicos—, sólo hay arena y ruinas. Con las condiciones climáticas, los europeos muy pronto desistieron en sus intentos de buscar diamantes. Y así, la ciudad se volvió fantasma.
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Después de los diamantes

La misma ambición alemana que llevó a los colonizadores a construir Kolmanskop en sólo dos años se transfirió rápidamente a las orillas del Río Orange. Ahí les resultó todavía más sencillo hacerse de una fortuna vistosa, ya que los diamantes eran mucho más grandes, pesados y raros.
Se sabe que, hacia la Primera Guerra Mundial, los buscadores de diamantes y caza-fortunas se enriquecían sólo con ir a recoger diamantes del suelo por las mañanas. Sin embargo, “la minería intensiva agotó la zona en la década de 1930”, explica Cooper. Poco más de una década más tarde, la ciudad quedó completamente deshabitada. Hubo quienes, huyendo del viento y la arena, dejaron todas sus posesiones ahí.

Por ello, los buscadores de diamantes se trasladaron a la actual frontera con Sudáfrica. Fue así como Kolmanskop quedó rápidamente abandonada entre las dunas del Namib. Como no había realmente pobladores originarios en la zona, las casas fueron colapsándose: primero, la pintura en las paredes; luego, estructuras completas, vencidas por la fuerza de la arena.
En la actualidad, Kolmanskop es un destino turístico en Namibia. Fotoperiodistas y turistas curiosos por igual se siguen sintiendo atraídos por ese morbo polvoriento que generan los lugares abandonados. La ciudad les observa mientras sacan fotos, así como los europeos extrajeron diamantes para vender de vuelta en el Viejo Mundo. Al caer la noche, el silencio del desierto se impone otra vez.