La pandemia hunde a estudiantes extranjeros en la pobreza y la soledad
Sin ingreso a causa de la cuarentena, lejos de sus familias y con incertidumbre sobre su futuro académico. Para muchos estudiantes extranjeros en Francia la pandemia significa pobreza y aislamiento. Este es un reportaje en París de Lucile Gimberg. Realización técnica por Jérémie Boucher. Selección musical por Paula Estañol.
Para escuchar el reportaje audio, haga clic en el símbolo ‘play’ arriba
Estamos en la entrada principal de la Universidad París 8, en Saint-Denis, al norte de la capital francesa. Los voluntarios de la ONG ‘Secours Populaire’ que ayuda a los más precarios están abriendo las cajas de comida que van a entregar a los estudiantes para que puedan aguantar esta segunda cuarentena.
Freddy Pérez, estudiante colombiano de musicología, llegó muy temprano. “Este mercado que nos dan es una ayuda enorme”, dice a RFI. Freddy logró trabajar el mes de octubre y su familia le envió un poco de dinero pero esto solo le permitirá pagar el arriendo de aquí a marzo. Para comer, este el treintañero no tiene otra opción que las ONGs qui entregan canastas alimentarias.
La crisis sanitaria, con las dos cuarentenas decretadas por el gobierno francés durante varios meses, ha sumido a muchos estudiantes extranjeros en la precariedad en París.
“Los estudiantes, en general, trabajan en los restaurantes, cuidan niños o dan clases particulares, y todo esto se detuvo con la pandemia y la cuarentena, entonces muchos de ellos se quedaron sin ingresos”, explica Kab Niang, estudiante y responsable de la asociación ‘Secours Populaire’ en la Universidad París 8. “No todos tienen ayudas del Estado. Algunos han caído en la pobreza extrema. Un estudiante por ejemplo me dijo que no había comido durante dos días, otro me dijo que solo comía pasta”.
Imposible volver
A la pérdida de sus empleos, se suman amenudo las dificultades que enfrentan sus familias en sus países de origen, también golpeados por la crisis sanitaria y económica. “Un estudiante francés puede ir a pasar la cuarentena donde su familia o sus padres lo pueden ayudar economicamente”, destaca el estudiante colombiano Freddy Pérez. “Cuando mi familia me envía dinero y que lo convierto a euros, es casi nada”.
Como el padre de Freddy tiene hipertensión, su empleador en Colombia le pidió que se quedara en la casa durante varios meses, y le redujo el sueldo por la mitad. “Tendrá que devolver después las horas que no trabajó», explica Freddy cuya hermana se enfermó de Covid-19. «Mi familia me dice ‘para qué quiere volver si aquí estamos peor'”, confiesa el joven.
Fernanda es brasileña, tiene 33 años, y cursa un master en literatura. También vino a buscar una canasta de productos alimentarios en la universidad.
“El principal problema es el dinero, porque durante tres meses no pude trabajar. Por suerte tenía unos ahorros. Con eso aguanté el primer confinamiento. Sin esto, no hubiese podido pagar mi arriendo y me hubiese tenido que devolver a Brasil”, afirma. “Mis padres están jubilados, no me pueden ayudar. Mi arriendo aquí es más caro que lo que recibe mi mamá como pensión!”
A Fernanda, claro que le gustaría ir a pasar la Navidad con su familia pero los pasajes de avión son muy caros. “No puedo y además es peligroso, hay Covid por todas partes aquí y en Brasil”, dice a RFI. “No me gusta esta situación, pero no tenemos alternativa. Es un mal momento para todos. Muchas personas han sido impactadas, muchos han perdido familiares. Entonces trato de sentirme contenta por haber validado mi primer año de master y poder terminar el segundo”.
Latinoamericanas muy afectadas
Rana Hamra está colocando tampones y toallas higiénicas en la mesa para distribuirlos. Su asociación humanitaria y feminista, ‘Humanity Diaspora’, entrega alimentos y protecciones menstruales desde julio en el departamento de Seine-Saint-Denis, en las afueras de París.
“Nos sorprendió mucho porque vinieron muchísimas mujeres latinoamericanas: mexicanas, chilenas, venezolanas, brasileñas. Antes estabamos acostumbradas a ayudar a estudiantes extranjeras pero eran sobre todo oriundas de Africa del Oeste, del Magreb o de Japón y China. Cuando empezó la primera cuarentena, muchas estudiantes latinoamericanas se vieron con grandes dificultades. Los padres no las podían ayudar, los consulados no respondían… Fue catastrófico”, comenta Rana Hamra.
Ayuda excepcional y llamado público a donaciones
Frente a esta situación, universidades y escuelas han otorgado ayudas para pagar los alquileres, han aumentado las becas a los estudiantes. El Estado francés y la Municipalidad de París han desbloqueado fondos y las asociaciones humanitarias multiplican las operaciones.
Solo en la Universidad París 8, la asociación ‘Secours Populaire’ pasó de entregar 50 canastas por mes antes de la pandemia, a más de 1.400 en tres meses durante la primera cuarentena.
En la Cité Internacional, que alberga a 6.000 estudiantes extranjeros al sur de París, la dirección considera que 600 de ellos tienen dificultades financieras. Los pedidos de ayuda social han cuadruplicado. Y por primera vez en su historia, esta ciudadela universitaria lanzó una campaña pública para recibir donaciones.
Jesús Mendez, venezolano de 24 años, vive en este campus histórico y arbolado. Llegó a Francia apenas un mes antes del primer confinamiento y en muy poco tiempo, este estudiante de ingenería en la ‘Escuela des Arts et Métiers’ se quedó sin dinero. “Me daba terror salir, tenía miedo a enfermarme y luego no poder pagar mis medicamentos”, cuenta a RFI. “Durante el primer confinamiento, no salía”.
Lejos y aislados
Confinados en habitaciones o departamentos muy pequeños, los estudiantes parisinos cursan ahora sus clases de forma virtual. No es lo ideal, dicen todos. Menos aún para un estudiante extranjero.
“Me costó mucho adaptarme a las clases virtuales, dice Jesús, prefiero las clases presenciales, aprendo mejor, practico más el idioma”.
Ocho meses después, Jesús tiene acceso al sistema de salud pública francés y agradece la gran solidaridad de la comunidad universitaria. Durante esta segunda cuarentena, cobra un 80% de su sueldo como empleado part-time en un restaurante de comida rapida. Su jefe lo puso en “paro parcial”, como se dice aquí, mientras permanecen cerrados los restaurantes. Pero después de pagar el arriendo de su habitación, apenas le quedan unos 120 euros para vivir. Misión imposible en París.
Sacar lo que uno tiene en el pecho
Todas la noches de jueves a lunes, los voluntarios de la asociación Nightline están disponibles por teléfono para escuchar de forma confidencial a los estudiantes que enfrentan dificultades psicológicas. Y durante el primer confinamiento, recibieron dos veces más llamadas.
Estudiar a distancia durante meses, amenudo solo en su pieza. Estar lejos de su país y de su familia, con las fronteras cerradas. Tener problemas de dinero, incertitumbre sobre su futuro académico y profesional… Todo esto en un contexto de pandemia y crisis económica. Para muchos estudiantes, y en particular para los extranjeros, el cóctel de este año 2020 es, con razón, fuente de mucha angustia.
“Hay noches en las que me cuesta mucho dormir a causa de la angustia”, confiesa el estudiante colombiano Freddy Pérez. “Uno se pregunta ‘¿qué hago ? ¿será que me devuelvo ? Pero no tengo trabajo ni aquí ni allá…’ Hay tanta incertidumbre que a uno le cuesta concentrarse, uno se estresa”.
La cuarentena, y la pandemia de coronavirus en general, han fragilizado a los jóvenes en Francia. En un estudio de FAGE/Ipsos, un 73% de ellos han declarado haber sido afectados a nivel psicológico, emocional o físico. Y todos los profesionales de la salud mental constatan lo mismo, explica Lucas Bronze, psicólogo clínico en la asociación Apaso que ofrece consultas gratuitas para estudiantes en la región parisina: un alza de los pedidos de ayuda.
“Durante la primera cuarentena, la demanda se multiplicó por diez y ahora vuelve a pasar con este segundo confinamiento y de forma general en este contexto de pandemia”, detalla al micrófono de RFI.
“Los jóvenes que acompañamos tienen síntomas de ansiedad, síntomas depresivos, en algunos caso agravados. Pensabamos que la pandemia iba a agravar los casos de estudiantes ya vulnerables pero en realidad lo que vemos es que llegan nuevos casos : jóvenes con mucha ansiedad, que se sienten aislados y que están muy sensibles con el contexto actual y social”.
La época de los estudios ya es un momento de la vida “lleno de desafíos y dificultades académicos, familiares”, un momento “de construcción de la identidad con fuertes exigencias sociales y de rendimiento”, afirma el psicólogo. “Y a eso se agregan la pandemia y la cuarentena”. “Tienen un efecto agravante pero sobre todo revelan un sufrimiento de los estudiantes que ya existía antes”, subraya Lucas Bronze.
Algunos estudiantes están en “situaciónes sociales y psicológicas extremadamente preocupantes”, incluso “hay suicidios”, reconoció publicamente el primer ministro francés Jean Castex a principios de diciembre.
El futuro de una generación está en juego ya que el gran riesgo en los próximos meses es que estas dificultades económicas y psicológicas que están viviendo muchos estudiantes se transformen en altísimos índices de deserción universitaria.
Selección musical:
Nicola Cruz – Cumbia Del Olvido
Matorral – Nada fácil
Sobrenadar – Del Tiempo
Fernando Milagros – Nahual