La teoría del apego: ¿Cuánto influye la crianza en la vida de una persona?

A menudo vemos cómo muchas personas parecen repetir los patrones de comportamiento y la forma de relacionarse de sus padres. Aunque no se trata de una regla estricta, es una realidad muy común que, durante mucho tiempo, ha llamado la atención de los psicólogos. Varias investigaciones realizadas durante el siglo pasado arrojaron respuestas lo suficientemente convincentes como para que sus autores las reunieran en lo que se conoce como la teoría del apego.

Gracias a personajes como John Bowlby, Mary Ainsworth, Main y Solomon hoy los psicólogos cuentan con una descripción detallada del apego que les sirve de referencia para comprender el trasfondo de las relaciones de sus pacientes. Resulta que sí, nuestras experiencias tempranas con mamá y/o papá tienen una gran influencia en lo que hacemos posteriormente con nuestras vidas. Te explicamos por qué.

 

La historia de John Bowlby, padre de la teoría del apego

John Bowlby fue el primer psicólogo que describió formalmente la teoría del apego; esto después investigar de forma minuciosa los efectos que tenía la separación entre los bebés y sus padres, como la angustia y la ansiedad.

Él mismo había experimentado algo similar durante su infancia. Su padre, un cirujano de la Casa Real inglesa, tenía muy poco tiempo para dedicarle; mientras que su madre, una ferviente seguidora de la crianza británica de clase media-alta de la época, le dedicaba una hora al día después de la “hora del té”.

Bowlby fue criado durante los primeros años de su infancia por la niñera de la familia, hasta que esta tuvo que marcharse. En su artículo titulado “Separación: ansiedad y angustia” se refiere a esta experiencia como comparable con la muerte de una madre.

Puede que estas vivencias tempranas lo motivaran a desarrollar sus trabajos posteriores sobre el apego. A ello sumamos su experiencia como voluntario en un hogar de niños inadaptados. Allí se convenció de que las experiencias familiares tempranas tenían un impacto a nivel emocional y conductual en los niños.

Un comportamiento aprendido según el conductismo

Para ponernos en contexto, a principios del siglo pasado, cuando el conductismo empezaba a destacar como vertiente para el estudio de la mente humana, sus seguidores tenían una visión poco romántica sobre el apego. Para ellos, esto no era más que el resultado de la interacción entre el niño y su cuidador durante la alimentación, un comportamiento aprendido.

Podríamos compararlo con la forma en que atraemos a un animal. Le ofrecemos alimento, este lo toma y empieza a confiar en nosotros; puede que incluso nos siga después de ello. En los humanos, cuando el cuidador, como la madre, por ejemplo, proporciona alimento a un niño, este desarrolla apego, según la teoría de los conductistas de entonces.

El apego va más allá del interés de ser alimentado

Sin embargo, los trabajos de Bowlby, quien había vivido en carne propia los golpes del desinterés de los suyos, contradijeron esta visión. Según sus hallazgos, cuando los niños sienten temor, buscarán a su cuidador principal para recibir, es cierto, alimento y cuidado, pero también consuelo.

El psicólogo también notó que incluso proporcionar alimentación a los niños separados de sus cuidadores principales no era suficiente para reducir la ansiedad que experimentaron en consecuencia.

Bebé de piel oscura tomando leche materna del pecho de su madre, una actividad que, en teoría, subyace el apego.

De hecho, esto fue confirmado por los experimentos de Harry Harlow durante las décadas de 1950 y 1960. Uno de sus experimentos consistió en separar a monos rhesus recién nacidos de sus madres biológicas para que fueran criados por madres sustitutas. Colocaron a los bebés en jaulas con dos madres, una que sostenía una botella para alimentarlos y otra cubierta con una toalla suave.

Sorprendentemente, los monos bebés iban a la madre con la botella para obtener comida, pero pasaban la mayor parte de sus días con la madre con la tela suave. Contrario a lo que planteaban los conductistas, los monos no se quedaban con quién les daba comida; iban con su madre de tela en busca de consuelo y protección.

Entonces, ¿qué es el apego?

Dos manos, una masculina y otra femenina, tomando la de un bebé en referencia al apego.

De la forma más simple, el apego se define como un vínculo emocional con otra u otras personas. Por lo general, el primero lo formamos con nuestros padres o cuidadores a temprana edad, pero a medida que crecemos y nos relacionamos con otros individuos, podemos apegarnos también a otros como los amigos, pareja y nuestros propios ojos.

La teoría del apego plantea que los cuidadores que están disponibles y responden a las necesidades de los bebés les permiten desarrollar el necesario sentido de seguridad. Entonces el bebé aprende que su cuidador es confiable, lo que lo motivará a explorar más en otras personas a medida que crezca.

El origen del apego

Aunque las emociones rara vez se nombran cuando hablamos de evolución, sí que tienen mucho que ver. Por ejemplo, el miedo puede hacernos huir de lo que puede poner en riesgo nuestra salud o vida, favoreciendo nuestra supervivencia; por su parte, el amor, juega un papel importante en la reproducción y, por ende, de nuestra permanencia como especie.

Macaco rhesus con su cría aferrada a su cuerpo como concepto del apego.

Y hablando de ello, el apego también parece ser producto de procesos evolutivos. Aunque el enfoque conductual sugería que el apego era un proceso aprendido, tanto como Bowlby como otros investigadores coincidieron en que se trata de algo innato potenciado previamente por la selección natural.

 

Si lo vemos desde el punto de vista de la supervivencia, tiene sentido. Está claro que vivir en grupos ha sido indispensable para nuestra evolución, pero los vínculos más cercanos también han tenido influencia.

El mejor ejemplo lo tenemos en el hecho de que los bebés que sobreviven su llegada a este mundo suelen tener padres o cuidadores atentos; al estar cerca de ellos, pueden recibir consuelo, protección y alimento. Es probable que la selección natural hiciera su parte generando un sistema motivacional en nuestro cerebro capaz de regular el apego.

Teoría del apego: clasificación

La psicóloga Mary Ainsworth también hizo grandes aportes a la teoría del apego desarrollada por Bolwby. Sus experimentos consistieron en observar la respuesta de niños de 12 y 18 meses a la separación de sus madres.

Y, al igual que su colega, confirmó que este vínculo tiene una gran influencia sobre el comportamiento humano, lo que dio lugar a una clasificación del apego: seguro, ambivalente-inseguro, evitativo-inseguro. Más tarde, los investigadores Main y Solomon agregaron un cuarto tipo llamado desorganizado-inseguro.

Apego seguro

Como indica su nombre, el apego seguro podría constituir los vínculos más idóneos y saludables. Los experimentos que sustentaron la teoría mostraron que los niños con este tipo de apego hacia sus cuidadores estaban alegres con su cercanía angustiados con la distancia, como es de esperar.

Sin embargo, a diferencia de los que describiremos más adelante, estos niños aún se sentían seguros de que su cuidador regresaría. Cuando sienten temor, se sienten cómodos buscando a sus cuidadores y obtienen su anhelada tranquilidad.

Apego ambivalente

El apego ambivalente es poco común, y las estadísticas muestran que entre aproximadamente el 7 y 15 por ciento de los niños estadounidenses lo desarrollan. En este contexto, los niños se angustian demasiado con la ausencia de sus cuidadores lo que, con el tiempo, los vuelve independientes de ellos.

Apego evitativo

El apego evitativo plantea prácticamente lo contrario que la teoría del apego. En este caso, los niños no muestran preferencia por alguna u otra personas; les da igual si están frente a su cuidador o un completo extraño. También tienden a evitar a sus padres o cuidadores, por lo que, con frecuencia, es consecuencia de abuso o negligencia.

Apego desorganizado

El apego desorganizado se observa cuando hay comportamientos mixtos que aluden confusión. Los niños pueden evitar a sus padres o cuidadores, pero no hay un patrón claro de apego hacia ellos.

Los investigadores creen que esto se puede atribuir a comportamientos inconsistentes de parte de los cuidadores que terminan confundiendo a los niños. Entonces los padres se convierten tanto en un recurso de consuelo como de miedo.

Más allá de la teoría: ¿cuánto influye el apego a lo largo de nuestra vida?

Los humanos tendemos a notar el papel de las cosas en nuestra vida cuando ya no están, y el apego no es la excepción, como la muestra la teoría. Los estudios muestran que la falta vínculos seguros en las primeras etapas de la vida de un humano puede tener un impacto negativo en el comportamiento en la infancia y posterior.

Por ejemplo, los niños que son adoptados después de los seis meses de vida tienen un mayor riesgo de este tipo de problemas. Además, los niños con trastorno negativista desafiante (ODD), trastorno de conducta (CD) o trastorno de estrés postraumático (PTSD) por lo general tienen este tipo de dificultades.

En cambio, se ha observado que quienes tienen un apego seguro en la infancia tienden a mostrar comportamientos más positivos más adelante. Entre ellos, buena autoestima, relaciones románticas sólidas y una mayor seguridad en sí mismos mostrada en su elevada capacidad de abrirse a otras personas sin temor. Además, estas personsas tienden a ser más independientes, tienen un mejor rendimiento académico, son sociales y experimentan menos depresión y ansiedad.

En conclusión, el apego es necesario para los humanos y es, en parte, una manifestación de nuestro carácter social, eso que también ha contribuido en nuestra supervivencia como especie. Pero nos apegamos no solo por los beneficios primitivos que obtenemos de ciertas personas, como alimento, consuelo o seguridad, sino también porque está en nuestra naturaleza. Quizás por ello también nos vinculamos con personas que no nos hacen tanto bien.

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