¿La utopía hecha realidad?: la igualdad de las mujeres en Esparta
En gran parte de la antigua Grecia, al igual que en muchas otras sociedades, las mujeres eran consideradas como madres y esposas, nada más. Estaban confinadas a la casa y su participación no estaba permitida en prácticamente ningún aspecto político o intelectual. Sin embargo, esta situación no ocurría en todo el territorio, pues había una polis que se diferenciaba del resto: Esparta, en donde las mujeres eran prácticamente libres.
A los ojos de las demás griegas, las espartanas eran percibidas como indecorosas, pues vivían en una sociedad más igualitaria con respecto a mujeres y hombres. A diferencia de las mujeres del territorio, las espartanas disfrutaban de más autonomía y no estaban destinadas exclusivamente al cuidado de la casa o de los niños.
Las espartanas eran propietarias de sus propias tierras, eran capaces de heredar bienes de sus padres, podían criar a sus hijos hasta los 7 años y su opinión era muy tomada en cuenta entre los hombres. Si bien no estaba permitido que participaran activamente en la política, estas prácticamente podían dirigir su propia vida.
La fuerza era lo importante
En Esparta, una de las potencias militares más brutales de Grecia, todos los habitantes debían ser fuertes, y en esta clasificación definitivamente no se excluían a las mujeres. Estas debían ejercitarse al igual que los hombres, corriendo, luchando, tirando con arco y lanzando el disco, pero también bailaban y cantaban para no perder ese “lado femenino”.
Como lo que se valoraba era la fuerza y no el género, las competencias deportivas eran mixtas. Los hombres podían competir con mujeres y estos nunca se sentían avergonzados de ser derrotados por sus competidoras femeninas.
Independencia “indecorosa” y matrimonio atrasado
Las espartanas eran diferentes a las demás mujeres griegas incluso en su forma de vestir. Estas mostraban las piernas gracias a sus túnicas con aberturas en los costados y se atrevían a hacer ejercicio con poca o nada de ropa, pues no suponía ninguna vergüenza.
Cuando una espartana cumplía los 15 años, esta heredaba las tierras de sus padres y se emancipaba. Si bien podía tener pareja, no podía oficializar el matrimonio sino hasta cumplidos los 25 años, un procedimiento obligatorio que va de la mano con los valores griegos relacionados a la familia.
En comparación con el resto del territorio, casarse a los 25 años era considerado bastante atrasado, pero esto no era lo único curioso del evento.
En los matrimonios espartanos, la madrina de la novia le cortaba el cabello hasta la raíz, la vestía con ropas de hombres, la acostaba en una cama hecha de ramas y la dejaba sola a oscuras. El esposo se encontraba con ella luego del banquete y luego se retiraba a dormir con los demás jóvenes.
Una vez casadas, y aunque recaía en ellas las responsabilidades típicas del hogar, estas no estaban confinadas a su casa y sus hijos. Podían salir y vivir libremente, e incluso tener sirvientas para que se encargaran de las labores del hogar.
Garantizar a los mejores herederos
Si bien había una igualdad de género mucho más marcada en Esparta, también es cierto que hombres y mujeres tenían roles bastante definidos. Los hombres debían ser soldados legendarios y temidos, mientras que las mujeres recibían el mérito por su inteligencia, fuerza y, por supuesto, por sus herederos.
Las mujeres entrenaban fuertemente porque, según los espartanos, eso aseguraba herederos fuertes, lo cual traía honor a Esparta. Además, decían que una mujer fuerte podía aguantar mejor los partos.
Cuando una mujer se convertía en madre, esta debía criar a sus hijos hasta los 7 años. Luego de eso, eran educados por el estado para combatir ferozmente o para ser mujeres fuertes que pudieran asegurarle el futuro a Esparta.
Adulterio permitido
Las mujeres espartanas podían cometer adulterio de forma legal, pero solo había una condición: el hombre debía ser más alto y más fuerte que su actual esposo. La razón detrás de esto, además de que valoraban la fuerza, era que, para Esparta, la prioridad era procrear a los mejores herederos, de forma que se garantizaran futuros guerreros.
Sin dudas, las mujeres espartanas rompían absolutamente con los cánones establecidos en la época, y probablemente eso les garantizó que hoy recordemos a Esparta como una de las polis más fuertes de la historia de Grecia.