Las “terapias de conversión” dañan la mente de los adolescentes LGBTQ
Más de medio millón de jóvenes acuden a diario a “terapias de conversión” para revertir su orientación homosexual, bien sea por iniciativa propia o por presiones sociales y familiares. Estás terapias se presentan como “soluciones científicas”, pero verdaderamente tienen por objetivo manipular la mente de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero y hacerles sentir culpables por abandonar el camino de la heterosexualidad.
La comunidad científica ha probado en más de una ocasión que la seguridad y eficacia de estás costosas terapias es nula. Pero muchos padres siguen ignorando los estudios y sometiendo a sus hijos a tratamientos falsos, con la esperanza de “curar” algún día su homosexualidad.
Es por eso que los científicos han decidido combatir este problema de forma directa, mostrándole a los padres los peligros a los que están sometiendo a sus hijos.
La homosexualidad no daña la mente, pero la conversión sí
Para ello, los científicos analizaron los 28 estudios publicados hasta la fecha sobre terapias de conversión y comenzaron a enumerar, delante de un grupo de padres afectados, todos los trastornos psicológicos que se han producido por culpa de estás sesiones de casi 100 mil dólares.
Entre las afecciones más comunes resaltaban:
- El estrés psicológico.
- La depresión.
- El uso y abuso de estupefacientes.
- Conductas violentas y suicidas.
Sin embargo, los padres no parecían notar la relación entre estos trastornos y las terapias de conversión. Posiblemente, debido a que la imagen que estos tienen de terapias psicológicas es la misma que la mayoría de nosotros tiene: dos personas sentadas hablando, una en una silla y otra en un sofá. Pero no todas las terapias son así, especialmente las pseudoterapias.
¿Por qué las terapias de conversión son tan peligrosas?
Las terapias de conversión se sustentan en la “aversión”, es decir, en generar repugnancia hacia un estímulo o conducta para evitar que vuelva a repetirse. Por tanto, en estas sesiones se habla poco y se actúa más.
Inicialmente, en 1971, estas terapias se basaban en inyectarle a los pacientes altas dosis de adrenalina para hacerlos entrar en un estado de miedo extremo; pues solo así los pacientes podían sentir rechazo al ver imágenes homoeróticas.
En la actualidad, las terapias de conversión no son tan extremista. Sin embargo, siguen apelando al uso de sustancias químicas para inhibir la producción de hormonas del amor y así “castrar” a los pacientes. Inclusive, llegando a combinarlo con sesiones de hipnosis que podrían ser perjudiciales para toda la familia.
Cómo proteger a los adolescentes de la comunidad LGBTQ
En países como Estados Unidos o Brasil, las terapias de conversión se han vuelto un negocio muy bien posicionado, que genera más de 9200 millones de dólares al año. Tomando esto en cuenta, es poco probable que la industria desaparezca en los próximos años, ya que supondría un impacto financiero importante para esos países.
Por tanto, la mejor forma de cuidar la identidad sexual y mental de estas personas es orientar a las familias para que vean a la comunidad LGBTIQ como lo que es: un grupo de minorías con preferencias sexuales diferentes.
“Creo que a menudo los padres no están tratando de lastimar a sus hijos o piensan que están tratando de ayudarlos. Por eso es muy importante que sepan que si hacen que su hijo haga una terapia de conversión, su hijo tiene mayores probabilidades de enfermar. Muchos padres no estarían felices de aprender eso”.
Sean Cahill, director de investigación de políticas de salud en el Instituto Fenway
La disputa entre la sociedad y la comunidad LGBTQ viene dándose desde hace cientos de años, pero no por eso debe comprometerse la salud de los más jóvenes con terapias de conversión que no tienen ninguna validez científica.