Los Mexicles: la Mara mexicana que pasó de grafitear y robar autos a ser el brazo armado del Cártel de Sinaloa en Chihuahua

Animal Pólitico

El poder de la pandilla de Los Mexicles creció en los últimos años al grado de que pudo realizar un ataque al penal de Ciudad Juárez para sacar a uno de sus líderes ‘el Neto’, quien murió este jueves.

Fue un “operativo” de serie de ficción: sicarios de la banda Los Mexicles desataron en las primeras horas del recién estrenado 2023 un caos en Ciudad Juárez para, a bordo de vehículos blindados, entrar al Cereso número 3 de la ciudad fronteriza y sacar por la fuerza a Ernesto Alfredo Piñón, ‘el Neto’, un líder criminal de 32 años condenado a dos siglos de cárcel por múltiples delitos, quien estaba preso desde 2009. 

Como resultado de esta maniobra, 10 custodios del penal fueron asesinados a balazos, otros siete internos perdieron la vida y 25 reos se fugaron, entre ellos, ‘el Neto’, “el narco más duro y desalmado de Los Mexicles, sustituto de ‘el Lalo’ (Jesús Eduardo Rodríguez Soto)”, según dijo a las pocas horas de conocerse la fuga cinematográfica Javier Corral, exgobernador de Chihuahua. 

Sin embargo, el narcotraficante gozó de la libertad poco tiempo, apenas cuatro días: ayer jueves fue muerto a tiros por las autoridades en un operativo en la colonia Azteca de Ciudad Juárez. 

En respuesta, mientras en Sinaloa la ciudad de Culiacán amanecía incendiada con bloqueos y balaceras tras la detención de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán, Los Mexicles desataron en Ciudad Juárez otro “jueves negro” —en agosto pasado, un jueves también, ya se había producido otro motín en el mismo penal que dejó otras 11 víctimas mortales—, con más balaceras en las calles, quema de vehículos y ataques armados a negocios, mostrando nuevamente el poder de fuego y de reacción de un grupo que hace unas dos décadas nació como una pandilla de delincuentes que se dedicaba, básicamente, a delitos considerados no tan graves como el robo de vehículos en las calles juarenses. 

Así lo explica David Saucedo, experto en temas de seguridad y crimen organizado: “Los Mexicles, al igual que otras pandillas de ciudades fronterizas de México y Estados Unidos, nacieron como una banda, una pandilla, conformada por muchos centroamericanos (deportados de EU) al inicio, a la que luego se le fueron integrando jóvenes de las colonias pobres de Ciudad Juárez”.  

De estética similar a las maras de Honduras y El Salvador, especialmente La Mara Salvatrucha 13 y Barrio 18, los integrantes de Los Mexicles también lucen tatuajes repartidos por el cuerpo —uno de los más comunes es el del águila y la frase “Hecho en México”— y tienen rituales de iniciación idénticos a los de las maras: en el caso de los varones, tienen que dejar que los golpeen otros integrantes de la pandilla y cometer su primer asesinato; en el caso de las mujeres, tienen que tener sexo con los líderes de la pandilla. Tal vez su rasgo más distintivo, según la mitología criminal que acompaña al grupo, es que algunos de sus integrantes hablan en náhuatl, especialmente en las cárceles, para evitar que las autoridades escuchen sus conversaciones. 

De pandilla de poca monta a brazo armado del cártel 

En el periodo 2008-2010, los años más cruentos de la “guerra contra las drogas” lanzada por el presidente panista Felipe Calderón, Los Mexicles escalaron en número de integrantes y capacidad de fuego, siendo una de las bandas, junto a otras como Barrio Azteca y Los Artistas Asesinos, responsables del “boom” de homicidios, secuestros y extorsiones que puso a Ciudad Juárez en el mapa como la urbe más violenta del mundo. 

David Saucedo expone que buena parte de la razón de ese aumento en el poder de fuego de la pandilla se explica por los vínculos que sus líderes, entre ellos ‘el Neto’, comenzaron a tejer con el Cártel de Sinaloa.  

“Los Mexicles eran, básicamente, una pandilla de asaltantes, de drogadictos que, tras el contacto con el Cártel de Sinaloa y la incorporación a su red de narcomenudeo, pasó a dedicarse ya no solo al robo, sino también a la comercialización de drogas”, expone.

“Es decir —agrega el experto—, fueron creciendo rápidamente en número y capacidad de fuego debido a la violencia extrema de la que eran capaces individuos como ‘el Neto’. Y de ser una pandilla que se dedicaba a grafitear paredes y a robar carros, se convirtió en el brazo armado y en la red de narcomenudeo en Chihuahua del Cártel de Sinaloa”. 

A partir de ese momento, Los Mexicles comenzaron a rivalizar con otras bandas locales como Barrio Azteca o La Línea, brazo armado del Cártel de Juárez, y se desató una guerra que aún hoy mantiene a Chihuahua, con más de mil 500 homicidios hasta noviembre de 2022, como una de las entidades más violentas de México.  

“Ahora mismo, Los Mexicles deben tener bajo su control, al menos, la tercera parte de Ciudad Juárez, así como el control de algunos pasos fronterizos hacia Estados Unidos para el trasiego de drogas y de fentanilo”, señala Saucedo, que agrega que otra de las razones por las que el cártel sinaloense tomó a Los Mexicles como su brazo armado es la capacidad que esta pandilla tiene para controlar el narcomenudeo en Ciudad Juárez. 

“En la pandilla hay distintos liderazgos, como ‘el Neto’, o ‘el Chueco’ (José Noriel Portillo), que son auténticos carniceros”. 

No obstante, de acuerdo con el especialista, el carácter volátil y extremadamente violento de personajes como ‘el Neto’, aunado a su espectacularidad mediática —en alguna ocasión dio entrevistas a medios locales—, fue algo que también pudo haber jugado en contra del líder criminal abatido. 

“‘El Neto’ era alguien que, a pesar de su belicosidad, era funcional para el cártel. Pero, después de la fuga de cine que protagonizó, me parece que el cártel finalmente le dio la espalda y por eso lo mataron las autoridades”, apunta Saucedo. “‘El Neto’ ya era un lastre para Sinaloa”. 

“Celdas VIP” en las cárceles

Alejandro Hope, analista y experto en temas de seguridad y crimen organizado, también destaca el papel de Los Mexicles como una pandilla con “un fuerte control” de las cárceles, donde su dominio era tan descarado que líderes como ‘el Neto’ tenían a su disposición “celdas VIP” con bar, jacuzzi, televisiones, decenas de celulares, casi 300 bolsitas de cristal y hasta una caja fuerte con 1.7 millones de pesos en su interior. 

“Todos los narcomenudistas pasan alguna vez por la cárcel. Y en la medida que tú tienes el control de la cárcel, eso también genera mucho control e influencia en la calle, porque puedes capturar una parte importante de esa operación ilícita (del narcomenudeo)”, explica Hope. 

Ahora, con la muerte del ‘Neto’, la pandilla Los Mexicles perdió a uno de sus líderes más violentos: sobre él pesaba una condena de 200 años tras una dilatada carrera criminal con apenas 32 años. Al menos 30 secuestros, extorsiones y asesinatos son solo algunos de los delitos que se le imputaban.

“Es muy difícil saber si ‘el Neto’ era ‘el jefe de jefes’ de Los Mexicles, porque este tipo de pandillas no tienen estructuras tan verticales ni tan claras”, plantea Hope. 

“Pero, desde luego, sí era alguien que tenía una importancia dentro de la banda. O, al menos, la suficiente como para montar un operativo de rescate espectacular en el que asesinaron a 10 custodios. De ese tamaño era su importancia”, subraya el experto.

 

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