Los padres de la desigualdad en México
Recientemente nos enteramos de que Carlos Salinas de Gortari obtuvo su nacionalidad española mediante la aplicación de algunas trampas en el procedimiento para lograrlo, como todos pudiéramos esperar. En eso no hay nada que pueda sorprendernos y mucho menos importarnos. Sería bueno que renunciara también a la mexicana porque nunca se comportó como si la tuviera.
Sin embargo, esto es una gran noticia para el pueblo español, porque hasta donde entendemos, ya podrían elegirlo como presidente de su país, con lo que iniciaría un período de avance neoliberal para esa tierra, similar al que sufrimos en México durante 36 años y que todos los fachos añorarían en cualquier parte del mundo.
El siguiente paso y deben apurarse porque estos expresidentes no se están haciendo más jóvenes con el paso del tiempo, es otorgarle la nacionalidad a Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto, para que cuenten con el paquete básico necesario para blindarse eternamente en contra del neoliberalismo.
Insistiendo en la necesidad de recordar las aberraciones que estos sujetos perpetraron en contra del país para favorecer a unos cuantos, mientras ellos también se hacían ricos con nuestros impuestos y con el saqueo de los bienes nacionales, no hemos valorado su enorme contribución al despertar de la consciencia colectiva, que nos salvó del círculo vicioso en el que ellos mismos nos habían encerrado.
Por la magnitud y las consecuencias, sus gobiernos le hicieron más daño a la economía de México y al estado de bienestar de la sociedad, del que le hicieron la Colonia, el período de Santa Ana y el Porfiriato, los 3 procesos que desencadenaron las primeras transformaciones de la vida pública, todas ellas con movimientos violentos y sumamente costosos en vidas humanas.
Con su paso por el poder México pagó casi toda la cuota de sangre que tenía que saldar para lograr una transformación pacífica, aunque la herencia de sus estructuras no haya todavía terminado de cobrar víctimas entre los habitantes, incluyendo además una lucha de odio fascista que sus simpatizantes siguen generando por inconsciencia y estupidez.
La decisión colectiva de llevar a cabo una transformación a partir de una auténtica revolución democrática y pacífica, no fue espontánea, no apareció de la nada, fue producto de un despertar de consciencia motivado por ellos. Ningún líder por sí mismo es capaz de desencadenar una transformación de estas proporciones, sin el apoyo de un contexto como el que vivimos los últimos 36 años en México.
Estos 5 personajes son los padres de la desigualdad; son quienes la hicieron posible con su herencia maldita de saqueo, marginación y masacre. Solo así se puede convencer a tanta gente de que las cosas deben cambiar de raíz y para siempre; solo así se puede motivar a la enorme mayoría de aplastar los obstáculos casi insalvables que pusieron en el camino, con un organismo corrupto como el INE, para decidir su futuro inmediato a través de una avalancha electoral. Esta es la única forma de convencer a un país con la máxima de que sólo el pueblo puede salvar al pueblo.
Hasta hoy, todavía enfrascados en hacer el inventario de atrocidades cometidas por estos sátrapas ladrones y asesinos, muchas de las cuales nos mantuvieron ocultas y en desmentir las alucinaciones baratas e insolentes de sus simpatizantes idiotizados con la droga del egoísmo, no les hemos dado a éstos ex presidentes el debido reconocimiento por su contribución, al proporcionarnos el blindaje de consciencia que necesitábamos desarrollar a partir de la experiencia; por dura que esta haya tenido que ser.
Por fortuna para todos, ahora andan viendo en qué otro país se refugian y hasta tramitan nacionalidades más allá de las fronteras de México. Que sean bienvenidos en otras latitudes y que los inviten a todos a formar gobiernos, para que vacunen a otros pueblos contra el virus devastador de su voracidad incontrolable.
Como dijo Simón Bolívar, el libertador de América: ““Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad, han exterminado al fin a sus tiranos”.