MARY ANDERSON: LA INVENTORA DEL LIMPIAPARABRISAS
El 10 de noviembre de 1903, una mujer de nombre Mary Anderson, de 37 años, recibió la Patente de los Estados Unidos Núm. 743.801 por su «dispositivo de limpieza de ventanas para automóviles eléctricos y otros vehículos para quitar nieve, hielo o aguanieve de la ventana», mejor conocido como: el limpiaparabrisas.
Por extraño que parezca, Anderson vivía en un clima templado de Alabama y se le ocurrió la idea del limpiaparabrisas durante un viaje a la ciudad de Nueva York en 1902.
Ella viajaba en un tranvía en un día nevado y notó que el conductor estaba luchando por ver a través del hielo cubierto en el parabrisas.
De acuerdo con History, Anderson comenzó a dibujar su invención de limpiaparabrisas en ese mismo momento. Después de algunas fallas tempranas, se le ocurrió un prototipo que funcionaba: un conjunto de brazos de limpiaparabrisas hechos de madera y caucho, unidos a una palanca cerca del volante en el lado del conductor.
Cuando el conductor tiraba de la palanca, el brazo accionado por resorte se arrastraba por la ventana y retrocedía, limpiando la lluvia, la nieve y los escombros.
Después de hacer varios diseños preliminares, ella misma lo probó, pero no en un automóvil sino en un tranvía.
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Finalmente, en 1903 solicitó y se le concedió una patente de 17 años por el limpiaparabrisas. Intentó vender su idea a más de un fabricante, pero le dijeron que no era práctico.
De hecho, se sugirió que los limpiaparabrisas eran realmente peligrosos ya que podían distraer al conductor y provocar un accidente.
Con pocos incentivos para seguir adelante con la idea, Anderson centró su atención en otra parte y dejó que la patente expirara.
En 1905, Anderson trató de vender los derechos de su invención a una empresa canadiense, pero esta rechazó su solicitud argumentando que no consideraba que el invento tuviera valor comercial suficiente para que se justificase comenzar a producirlo.
En medio de su lucha para obtener la patente apareció en escena Henry Ford, quien tomó contacto con este invento, al parecer, sin tener relación con Anderson.
Fiel a su destino innovador, interpretó su utilidad, que en un principio probó en los Ford T con parabrisas. En 1905, a fuerza de pruebas superadas, se reconoció la patente.
Más tarde, a partir de 1908, todos los Ford salieron con este dispositivo. Y desde 1916 fue equipamiento común en todos los automóviles norteamericanos.
Los investigadores confirman que Mary Anderson no utilizó su creación para obtener beneficios.
Si bien es cierto, que Anderson no obtuvo dinero por su invento, finalmente obtuvo algo de crédito. En 2011 fue incluida en el Salón de la fama de los inventores.
Murió en 1953 a los 87 años en Alabama.
Anderson nunca se benefició de su invento, pero se aseguró su lugar en la historia del automóvil y se ganó la gratitud de los conductores de todo el mundo.