‘Es como si nos trataran como esclavos’, denuncian haitianos varados en la selva panameña

Por Radio Francia Internacional

Texto por:Raphael Morán

En Panamá, cientos de migrantes varados en un campamento improvisado en plena selva tropical, protestan para que se les deje seguir su camino hacia Estados Unidos. Su exilio fue interrumpido a causa del cierre de fronteras decretado por la pandemia de COVID-19. En el campamento de La Peñita en particular, los ánimos se calientan y varias carpas fueron quemadas.

Son haitianos, cubanos bangladesíes, nepalíes, congoleños o cameruneses y algunos de ellos llevan hasta seis meses en Panamá, viviendo en condiciones dantescas en un campamento en la selva.

La situación se ha vuelto insoportable para unos 1.500 migrantes hacinados en La Peñita, pequeña comunidad indígena del sur de Panamá, en el Darién, región fronteriza con Colombia. Las autoridades panameñas solían trasladar a los migrantes hasta la frontera con Costa Rica para que continuaran su exilio hacia el norte, pero los traslados se interrumpieron con la pandemia de coronavirus.

Vía telefónica, RFI habló con un migrante haitiano que pidió no revelar su nombre por temor a ser deportado. El hombre que dejó Brasil para viajar hacia Estados Unidos, denuncia las condiciones infrahumanas en las que se encuentra: “Es como si nos trataran como esclavos, porque somos negros”.

“Lo más difícil aquí para nosotros es que -y me disculpará por esta conversación, es que no hay baños. Para nuestras necesidades, tenemos que ir en la naturaleza donde hay serpientes, arañas y cangrejos. Por la situación, hay gente que ha intentado suicidarse”, dijo, conmovido, a nuestro compañero de RFI Eliott Brachet.

 

Agregó que “desde el 1ro de agosto, no hay hospital. Si queremos recibir atención médica en la ciudad más cerca, tenemos que suplicar como perros a los servicios migratorios para que nos dejen salir de aquí”.

Incidentes y enojo de la población local

El 1ro de agosto pasado, cuando los migrantes se enteraron por las autoridades migratorias que iban a tener que seguir sobreviviendo más meses en el campo, varias lonas de Unicef, de la Cruz Roja y del ministerio panameño de Salud fueron incendiadas. Hubo también destrozos de autos lo que provocó la ira de la población local.

A raíz de los incidentes, 12 migrantes fueron presentados a la justicia y entre 250 y 300 de ellos podrían ser expulsados. El migrante haitiano con el que habló RFI recuerda la desesperación de aquel día: “Tras seis meses de presencia aquí, cuando la gente se enteró de lo que se dijo en la reunión, se enojó”.

Yo había ahorrado 2000 dólares estadounidenses y ¡ya no tengo nada, me gasté todo! Lo que queremos nosotros los migrantes es que las autoridades panameñas nos dejen continuar nuestra ruta”, dijo a RFI.

Ante la degradación de las condiciones de vida en este campamento de refugiados, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pidió apoyo internacional y exigió a las autoridades panameñas respetar los derechos de los migrantes.

El gobierno de Panamá anunció la instalación de un nuevo albergue a unos 50 kilómetros, para evitar el hacinamiento, particularmente peligroso en tiempos de epidemia de COVID-19.

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