Pandemia de COVID-19 ocasionó más de 53 millones de casos de depresión en 2020
La salud mental ya empezaba a llamar la atención de las personas de todo el mundo desde antes de la aparición del coronavirus SARS-CoV-2. Sin embargo, un nuevo estudio revela que la pandemia ocasionó unos 53 millones de casos de depresión y 76 millones de casos de ansiedad adicionales a nivel mundial, con una mayor prevalencia en los países donde las consecuencias fueron más graves.
Se trata del primer estudio global que explora el impacto que ha tenido la pandemia de COVID-19 sobre la salud mental de las personas. Sus resultados coinciden con los temores planteados durante la implementación de las primeras medidas de contención drásticas. Pero, sobre todo, invitan a mejorar los sistemas de salud a nivel mundial de modo que puedan abordar este tipo de comorbilidades tan vinculadas al suicidio.
Impacto de la pandemia de COVID-19 sobre la salud mental
Cuando el coronavirus llegó a nuestras vidas, pocos imaginaron que tendría consecuencias tan graves como las que hemos observado a lo largo de estos casi 2 años. Claro está que no nos referimos solo a las secuelas físicas, sino al impacto que ha tenido la pandemia sobre la salud mental.
Los largos períodos de confinamiento como medida de supresión, el daño a la economía, la incertidumbre, el temor al contagio y, por supuesto, la pérdida de seres queridos son apenas algunas de las cargas adicionales que aún debemos llevar.
Para algunos quizás fue una sorpresa, pero los científicos e investigadores ya lo veían venir. Las estrategias de contención basadas en bloqueos y distanciamiento social son efectivas; pero también conllevan una variedad de problemas para las que claramente la mayoría de los países no estaban preparados. Por primera vez desde el inicio de la pandemia tenemos evidencia de ello.
Un estudio sistemático para cuantificar la prevalencia de depresión y ansiedad a nivel mundial
Los investigadores llevaron una revisión bibliográfica sistemática que abarcó encuestas realizadas entre el 1 de enero de 2020 y el 29 de enero de 2021; todas estas exploraban la prevalencia de trastornos depresivos o de ansiedad que ya existían antes de la pandemia.
Introdujeron los datos en una herramienta de metanálisis de modelización de enfermedades, lo que les permitió clasificar los casos en función de la edad, el sexo y la ubicación en el mundo.
Trastorno depresivo mayor: un problema exacerbado por la pandemia
El modelo arrojó que, en ausencia de pandemia, los casos de trastorno depresivo mayor hubiesen ascendido a 193 millones; sin embargo, bajo esta realidad la cantidad fue aún mayor. Durante la pandemia de 2020, hubo 246 millones de casos de esta forma de depresión, lo que sugiere un aumento del 28 por ciento o 53 millones de casos adicionales.
Las mujeres lideraron la lista de vulnerabilidad durante dicho período pues casi 35 millones de estos casos adicionales les corresponden; en cambio, el trastorno fue menos frecuente en hombres, grupo que registró 18 millones de casos.
La pandemia también detonó más ansiedad
Algo similar ocurrió en cuanto a la ansiedad. Las estimaciones sugieren que, sin pandemia, los casos hubiesen ascendido a 298 millones a nivel mundial en 2020; sin embargo, el metanálisis reveló que hubo 374 millones, lo que supone un aumento del 26 por ciento o 76 millones adicionales.
De igual forma, las mujeres fueron las más afectadas. Casi 52 millones de los casos de trastornos de ansiedad adicionales correspondieron a mujeres, mientras que unos 24 millones correspondieron a hombres.
Los jóvenes fueron los principales afectados
El estudio también reveló que los jóvenes se vieron más afectados por la depresión y los trastornos de ansiedad durante la pandemia en 2020 que los grupos de mayor edad. Las cifras indican que entre las personas de entre 20 y 24 años la prevalencia fue mayor y fue descendiendo a medida que aumentaba la edad.
¿Por qué hubo más casos de depresión y ansiedad durante la pandemia?
Las causas detrás de estas cifras son numerosas pero bien conocidas. Los investigadores destacan que el aumento de la tasa de infección por COVID-19 y las restricciones del movimiento de las personas se asociaron con el aumento de la prevalencia de ambos grupos de trastornos. De ahí que los países más afectados por el virus tuvieran los mayores aumentos de prevalencia de estos.
Alize Ferrari, jefa del equipo de trastornos mentales del Centro de Investigación en Salud Mental de Queensland y coautora del estudio afirma que “la pandemia ha exacerbado muchas desigualdades existentes y los determinantes sociales de la salud mental”. Esto, en parte, podría explicar las cifras exorbitantes arrojadas por este estudio.
“Lamentablemente, por numerosas razones, las mujeres siempre han tenido más probabilidades de verse afectadas por las consecuencias sociales y económicas de la pandemia”, acota.
En el caso de los jóvenes, aspectos como el cierre de las instituciones educativas, el encierro y la consecuente limitación de sus interacciones con otras personas, tuvieron una fuerte influencia. Junto a ellos, el mayor riesgo de desempleo y posibles consecuencias que conllevaron los bloqueos jugaron un papel clave en el aumento de los casos de depresión y ansiedad entre los jóvenes durante la pandemia.
¿Cómo abordar los casos de depresión y ansiedad causados por la pandemia?
Con estos resultados, los autores abogan por mejoras sustanciales a los sistemas sanitarios de todos los países del mundo. Como indican en su documento publicado en The Lancet:
“Las estrategias de mitigación deben promover el bienestar mental y apuntar a los determinantes de la mala salud mental exacerbada por la pandemia, así como las intervenciones para tratar a quienes desarrollan un trastorno mental”.
Aunque para algunos países, en especial los de altos ingresos como los de Europa Occidental y América del Norte, los resultados podrían ser muy fiables, los autores recomiendan tomar con cautela los de aquellas regiones en los que no había datos tan abundantes.
Mientras tanto, estos resultados deberían incentivar nuevas investigaciones que puedan esclarecer el panorama en estos países. De este modo, también podrían plantearse nuevas estrategias para abordar el problema, en especial con miras a un futuro en el que las mascarillas y la distancia seguirán siendo necesarias.