¿Se puede cambiar el tamaño de las pupilas a voluntad propia?

Muchos catlovers habrán quedado hipnotizados al observar los notorios cambios que exhiben los ojos de los gatos cuando les presentan un bocadillo delicioso, un objeto supendido en el aire o en contacto con el sol. Pero en los humanos, el tamaño de las pupilas suele ser más un marcador de salud que un fenómeno fascinante, a menos que una persona demuestra ser capaz de cambiar sus dimensiones.

Ahora el caso de un estudiante de 23 años en Alemania ha sorprendido a los científicos y cambia la forma en que se percibía esta acción. Antes de su aparición, se sabía que había condiciones que nos llevan a cambiar el tamaño de nuestras pupilas; sin embargo, este joven demostró que puede hacerlo a voluntad. Los detalles de su caso se describen en International Journal of Psychophysiology.

¿El tamaño de las pupilas de los humanos puede cambiar?

Al entrar en una habitación oscura, nuestras pupilas cambian de tamaño de manera automática y probablemente imperceptible a menos que tengamos al de conocimiento de ello. Esto también pasa cuando intengamos ver de lejos o de cerca ciertos objetos, intentando enfocar, o cuando estamos en un entorno con mucha iluminación.

Cambio de tamaño de la pupila humana en contacto con la luz.
 

Los expertos explican que dos pequeños músculos opuestos en cada ojo son los responsables de ello. Estos trabajan dilatando la pupila para dejar entrar más luz (como ocurre en lugares oscuros), o contrayéndola para evitar que entre demasiada (como a la luz de un día un muy soleado).

La ciencia también ha descubierto que los procesos de excitación mental pueden cambiar el tamaño de las pupilas. Sin embargo, estos procesos se han documentado como involuntarios, mas bien como una respuesta inmediata a los estímulos.

Esto no quiere decir que el caso de D.W., como se refieren los autores del estudio al estudiante alemán, es realmente único. En el pasado, algunas personas informaron que podían dilatar o contraer también sus pupilas a voluntad, pero para ello se valían de métodos indirectos. Por su parte, D.W. puede hacerlo como si se tratara de controlar un músculo.

Años de “entrenamiento” ocular

Joven con ojos muy abiertos en un intento por cambiar el tamaño de sus pupilas.

“Contraer la pupila se siente como agarrar, tensar algo; agrandarla se siente como liberar completamente, relajar el ojo”, explicó D.W. a los investigadores de la Universidad de Ulm. El hecho de poder sentirlas como músculos “es asombroso, ya que se pensaba que era imposible”, según Christoph Strauch, autor principal y profesor en la Universidad de Utrecht.

Según explicó el mismo D.W., todo empezó cuando tenía entre 15 y 16 años, momento en el cual descubrió que podía cambiar el tamaño de sus pupilas. Se hizo aún más consciente de ello a medida que dedicó largos períodos a jugar en su computadora, y luego, con la práctica, aprendió a hacerlo sin necesidad de enfocarse delante o detrás de un objeto.

 

Sin influencia indirecta sobre la capacidad de cambiar el tamaño de sus pupilas

Pero sabemos cómo es la ciencia, por lo que los investigadores decidieron comprobarlo por sí mismos. Llevaron a cabo una serie de pruebas, pero no encontraron indicio de que el joven estuviera cambiando el tamaño de sus pupilas valiéndose de recursos externos. una de ellas fue la aplicación de voltaje para medir las propiedads eléctricas de la piel; un estado mental excitado también podría haber causado una dilatación, pero no fue este el caso.

En su artículo, los investigadores afirman que D.W. podía dilatar sus pupilas hasta 2.4 milímetros (mm) y contraerlas hasta 0.88 mm de diámetro. Pero quizás lo más impresionante de todo esto es cómo esto podía alterar también la forma en que veía las cosas. El paciente veía los objetos casi dos veces más cerca de su rostro de lo que lo haría sin su particular capacidad de control; es decir, tenía un mejor enfoque.

Activación de regiones del cerebro que intervienen en la capacidad de decisión

Ojos de mujer caucásica expandidos como si expresara sorpresa.

Conscientes de que todo, y en especial, la visión, está estrechamente vinculada al cerebro, los investigadores decidieron tomar imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI). Una vez más, obtuvieron evidencia de que el control del tamaño de las pupilas era voluntario: una mayor activación de las partes del cerebro involucradas con la capacidad de decisión y el libre albedrío.

Si bien el caso es bastante excepcional, su simple existencia podría indicar que otras personas también pueden aprender a cambiar el tamaño de sus pupilas también. Por ello, encontrar a otros individuos capaces de hacerlo, estudiarlos y compararlos podría aclarar aún más el panorama. Quienes crean que entran dentro de este grupo, pueden comunicarse con los investigadores a cargo de este trabajo a través de pupilcontrol@gmail.com.

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