¿Cómo se relaciona nuestra voz con nuestro sentido de identidad?

Cuando los servicios de mensajería se hicieron populares y permitieron enviar audios a través de los chats, muchas personas tuvieron sentimientos encontrados. “¿Así se escucha mi voz?”, “¿En serio hablo así?” son algunas de las preguntas que nos hacemos cuando nos escuchamos hablando a través de un dispositivo móvil. Y no es para menos ya que nuestra voz forma parte de nuestro sentido de identidad.

Pero, ¿quién se imaginaría que cualquier cambio que ocurra en ella podría tener un impacto sustancial sobre la vida de una persona? Probablemente pocos, pero Jean Abitbol, ​​un médico de oído, nariz y garganta, cirujano foniatra y craneofacial que trabaja en París, nos explica que es más común de lo que muchos imaginan.

 
 

Con ello no nos referimos únicamente a la posibilidad de perderla, que bien sabemos que puede afectar la forma en que nos comunicamos; incluso haberla perdido y recobrarla después de un buen tiempo puede hacer la diferencia tanto en cómo nos percibimos como en nuestra interacción con otras personas. Te explicamos por qué.

Un instrumento vocal derivado de la evolución

Mujer dudando de su identidad al hablar cerca del espejo.

Nuestra voz es una especie de instrumento musical que aprovecha tanto las cuerdas como el viento. Es un verdadero obsequio de la evolución y un elemento importante en la comunicación humana. Pero, sobre todo, es parte de la identidad autopercibida en toda la complejidad de nuestra mente.

A través de ella expresamos emociones, incluso sin intención de hacerlo. Si sonríes, si te sientes mal, si tienes ansiedad… todo eso lo transmitirá tu voz. De hecho, cuando el estado de ánimo es bueno, probablemente las cuerdas vocales estén bien lubricadas.

Pero cuando experimentamos ansiedad, estrés o pánico, esta lubricación se reduce junto con el flujo de sangre, lo que ocasiona una contracción de los vasos sanguíneos. Esto también reduce la flexibilidad de las cuerdas vocales y conduce a la voz débil que se nos escapa cuando no estamos del todo bien.

El impacto del cambio de la voz sobre el sentido de identidad

Abitbol explica que el impacto de los cambios en la voz sobre la identidad de una persona es muy evidente en pacientes que se someten a cirugías a nivel del aparato vocal. Cita el ejemplo de una abogada que trabajaba defendiendo reclusos; su voz era profunda y masculina debido a un edema en sus cuerdas vocales causado por fumar en exceso.

Y a pesar de su encanto y éxito, quería cambiar su voz para complacer a su prometido. Lamentablemente, después de su cirugía, perdió totalmente su sentido de identidad. Ya no se reconocía a sí misma al hablar, y le daba la impresión de que no era ella quien lo hacía, sino otra persona.

Mujer grabando un mensaje de voz en su teléfono.
 

Al final, su prometido la había abandonado, había perdido todos sus casos, carecía de la autoridad que la caracterizó en algún momento, por lo que no se atrevía a hablar en la cárcel. La cirugía terminó creándole un problema de seguridad que solo se resolvió después de que volvió a fumar y recuperó su voz en tres años. Fue entonces cuando volvió a saber quién era.

En este caso, aunque había una condición médica, el objetivo de la cirugía no era una urgencia sino la necesidad de complacer a alguien más. Pero otro caso era diferente: una mujer que padecía parálisis de las cuerdas vocales desde los nueve o diez años había quedado sin voz.

Abidot le inyectó una sustancia para mejorar la flexibilidad de sus cuerdas vocales y la paciente recuperó la voz en dos semanas, pero también sintió su identidad socavada. A diferencia de la abogada, esta se sintió a gusto con el resultado; el problema fue que su esposo y sus hijos sentían que era otra persona, aunque eventualmente se acostumbraron.

Las intervenciones médicas no siempre son necesarias

“Todo esto ilustra la extrema precaución que se debe tener antes de realizar cambios en el aparato de voz”, dijo el experto. “Es una cirugía emocional. Cuando tienes apendicitis te la operas, pero si detectas un crecimiento en las cuerdas vocales, si no es canceroso y no molesta al paciente, ¿por qué tocarlo?”.

Como ejemplo citó el caso de Lous Armstrong, un cantante que dejó una huella imborrable en la historia de la música. Su voz era popular por ser ronca y gruesa, pero es probable que fuera así debido a dos masas enormes que yacían en su aparato vocal. Si se las hubiesen quitado, quizás hoy no sabríamos de él.

A pesar de los casos citados, este médico sostiene que son realmente pocas las personas que no se sienten cómodas con su voz y estarían dispuestas a cambiarla. Cuando esto pasa, Abidot les recomienda primero ir al psicólogo ya que este desagrado podría ser un problema mucho más profundo y no necesariamente a una condición médico o un trabajo.

Y es que en la mayoría de los casos el deseo de cambiarla delata un problema psicológico subyacente, como el dolor, la inseguridad o la necesidad de poder. Esta es otra evidencia de que la voz está estrechamente vinculada a nuestro sentido de identidad.

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