Sí, es odio
Por Jessica Mireles
¿Y qué si odiáramos a los hombres?, ¿Y qué si no queremos ni uno solo cerca nuestro?, ¿Qué no le temen los niños a los perros después de ser mordidos por uno?, ¿Qué no le temes a nada que te haya hecho daño alguna vez? Si bien sabemos que el monstruo al acecho no habita en todo hombre, no tenemos interés en escucharlos jactarse de ello. Aquí no otorgamos premios por tal “virtud” y, hace tiempo que las palabras dejaron de endulzarnos el oído. No son protagonistas del odio y la rabia, del hartazgo del día a día, nosotras sí.
Ésta mañana, hubiera querido no leer las noticias una vez más, pero era imposible, pues estaba en todos lados. Finalmente habríamos alcanzado el más alto nivel dentro de lo inhumano y aún así parece no ser razón suficiente para prenderle fuego a todo. Una niña de 7 años, desnuda, sin órganos al interior de su cuerpo, con sañas de violencia sexual, asesinada después de largos días de búsqueda: Fátima, y me atrevo a nombrarla porque vasto es el tiempo ya en que hemos sido invisibilizadas por una sociedad hipócrita.
“Los monumentos son blindados de policías y cercas perimetrales, pero a nuestras niñas las encontramos en bolsas”, escribió una compañera a través de Facebook. ¿No es esa una razón suficiente para estar enojadas?, ¿No tenemos razón en llenarnos de odio? Hace tiempo que no encontramos paz, hace tiempo que la agresividad funcionó como táctica de autodefensa, hace tiempo que caminamos por la calle, al borde de la paranoia, hace tiempo que dejamos de estar seguras en cualquier lugar. En el transporte público que se dirige a la universidad a plena luz del día, como Cynthia Nayeli. Camino a la tienda de abarrotes que está doblando la esquina del fraccionamiento, como San Juana. En el Monumento a los Niños Héroes con mi hijo en brazos, como Litzy Sarahí. En casa, con aquél hombre que decía amarme y luego me desolló, como Ingrid Escamilla. Al interior de la escuela, a la hora de salida, como Fátima.
El miedo nos invade a cada día y en cualquier lugar, el hartazgo es nuestro infierno, no necesitamos más del odio que propagan a raíz de un protagonismo que no quisimos alimentar. Si creen que es odio por no cederles el lugar en esta lucha, si creen que es odio por no priorizarlos, si creen que es odio por no besarles los pies al decir que “no son iguales”, si creen que es odio porque no encabezan este movimiento pero no hacen nada desde la trinchera para erradicar la violencia machista que se vive todos los días, entonces sí, ES ODIO.