‘Viviendo Quito con sentidos’: ¿cómo es un recorrido turístico con guías con discapacidad visual?

R T – 

Personas con diferentes grados de discapacidad visual se han convertido en guías turísticos en el Centro Histórico de Quito, capital de Ecuador.

Los recorridos los realizan una o dos veces al mes, dependiendo de la demanda, y el número mínimo de personas para realizarlo es de cuatro. “El único requisito es venir con la mente abierta a vivir una experiencia diferente”, dice María Fernanda San Andrés, una de las guías, en entrevista con RT.

La experiencia la han denominado ‘Viviendo Quito con sentidos’. En algunas partes del recorrido invitan a la gente a vendarse los ojos, para que disfruten el tour.

Con los ojos vendados se activan otros sentidos […] y la gente puede vivir la ciudad, el arte, la gastronomía, la cultura de una manera sensorial”, menciona, por su parte, Irene Corral, otra de las guías. Sin embargo, el turista no está obligado a taparse si no quiere o se siente incómodo. San Andrés dice que “hay algunos más arriesgados que prefieren usarlo durante todo el camino”.

No obstante, con los ojos vendados o no, estos guías garantizan un recorrido entretenido. “Nosotros tenemos algún instrumento con el que hacemos diferente la ‘guianza’, le sacamos a las personas de la bulla de la ciudad, y hacemos que se concentren en lo que estamos haciendo”, detalla San Andrés, y explica que hay cosas de la urbe que intervienen para distraer, tanto a los guías como a los turistas, pero han aprendido a usar ese ruido a su favor.

El recorrido

El itinerario de ‘Viviendo Quito con sentidos’ incluye la visita a la Catedral Metropolitana de Quito, donde cuentan la historia de este edificio e, incluso, “la leyenda del gallo de la catedral”, dice, por su parte, Darwin Mites, otro de los guías.

Luego, caminan hacia el Monumento de la Independencia, frente a la catedral y enclavado en el centro de la Plaza de la Independencia, también conocida como Plaza Grande. Más adelante se dirigen al Palacio de Carondelet, sede de la Presidencia del país, donde, entre otras cosas, hablan del asesinato del presidente Gabriel García Moreno, el 6 de agosto de 1875.

El paseo también incluye la visita a la Iglesia de la Inmaculada Concepción, el Palacio de Pizarro (actualmente convertido en hotel) y el Palacio Arzobispal.

“Hacemos teatralización en varios puntos del recorrido, con efectos, con sonidos que nosotros mismos generamos con objetos que encontramos en casa”, señala Mites, y añade que el recorrido incluye, también, una degustación—donde sí es obligatorio tener los ojos vendados— que puede ser de helados, que se hace en la heladería San Agustín, o de chocolates, que ofrecen de tres casas chocolateras de la zona.

Mediadores en exposiciones

Además de este recorrido externo, los guías de ‘Viviendo Quito con sentidos’ también hacen trabajos como “mediadores” en algunas exposiciones del Centro Cultural Metropolitano, que les presta el lugar para sus reuniones.

“Hay exposiciones de diferentes tipos en el centro cultural que se pueden adaptar para hacerlas sensoriales“, cuenta San Andrés, y detalla que la primera exhibición en la que intervinieron fue en la obra ‘Yoko Ono: Universo libre’ de la artista japonesa, viuda de John Lennon. Luego participaron en otra muestra de arte contemporáneo, que fue un poco más difícil porque era de nueve artistas; y, más adelante, estuvieron en una exposición sobre Quito, que “estuvo bien interesante porque eran varias etapas del Centro Histórico”.

“Provocamos que la sala o el espacio cultural que está instalado se vuelva sensorial, en los que la gente disfrute desde los otros sentidos sin ver la muestra […] tenemos nuestros productos, nuestras estrategias, nuestros ‘milagritos’ que hacemos en la sala, utilizamos aromas, texturas, sabores que pueden inducir a lo que está pasando en la muestra”, dice San Andrés.

Julio César Moreno, otro de los guías con discapacidad visual, señala que, por ejemplo, “a los visitantes que están en la sala con los ojos tapados se les explican las fotografías haciendo audiodescripción”.

Objetivos de ‘Viviendo Quito con sentidos’

San Andrés precisa que el recorrido que ellos brindan tiene “una doble labor”: mostrar y educar sobre la parte histórico-cultural y gastronómica de Quito, y hacer una labor social y humana.

Buscamos acercar [a los turistas] a la discapacidad y que ellos empaticen con nosotros y con otras personas, para que vean que la vida con una discapacidad no es fácil, pero tampoco es una pesadilla; es una travesía en la vida que busca otras capacidades y que genera otro tipo de sensibilidades”, menciona.

Corral dice que “la sociedad tiene un imaginario, piensa que una persona que está en condición de discapacidad no puede amar, no puede salir, no puede divertirse, no puede estudiar, no puede tener hijos”, y enfatiza que “todas esas cosas son decisiones propias de una persona, con o sin discapacidad”.

Por ello, con estos tours buscan “cambiar ese imaginario”, para que vean que lo que ellos necesitan “son oportunidades, no la lástima de nadie”.

“Nosotros no somos una carga para la sociedad, siempre y cuando se nos brinden las oportunidades y el apoyo necesario, quién sabe si podemos superar las expectativas”, señala.

De 30 a 5

San Andrés, Mites, Moreno, Corral y Germán Fonseca son los cinco integrantes de ‘Viviendo Quito con sentidos’.

El grupo se conoció cuando fueron convocados, en septiembre de 2017, a una capacitación organizada por la Federación Nacional de Ciegos del Ecuador, el Ministerio de Turismo y la Universidad de las Fuerzas Armadas – ESPE.

En la capacitación participaron 30 personas, “todas con discapacidad visual en diferentes grados”, dice Fonseca, y comenta que culminaron la preparación 26 de los participantes.

“Adquirimos conocimientos, pero no teníamos ninguna posibilidad de emprender algún trabajo”, menciona el entrevistado, y señala que, a principios de 2018, surgió la idea de organizarse. Las reuniones las comenzaron los 26, pero luego disminuyeron a 12 y, finalmente, quedaron ellos 5. “Los compañeros tenían urgencias económicas tan apremiantes que no podían esperar a que la organización se consolide, entonces decidieron tomar otro rumbo”, añadió Fonseca.

Preparados profesionalmente

San Andrés resalta la variedad y profesionalismo del grupo. “Cada uno de nosotros tiene un bagaje cultural diferente, tenemos carreras de tercer nivel de diferente tipo que enriquece nuestra guía“. Ella, que menciona que solo ve el brillo de la luz, y por ello se ayuda con un bastón, es socióloga, con especialidad en planificación de la educación superior.

Mites, por su parte, estudió gastronomía y sistemas. “Yo perdí tanto la visión telescópica como la microscópica, ya no veo contrastes”, dice y señala que su discapacidad comenzó tras sufrir, hace 11 años, meningitis y atrofia del nervio óptico; además, tuvo un infarto cerebral que le produjo pérdida de audición del oído derecho.

Corral es comunicadora social y sufre ceguera blanca. “Me ciego con el sol […] es como ponerte una sábana blanca en frente”, comenta.

Fonseca, profesor de inglés, dice que le “molesta el brillo de la computadora, del celular” y en las partes oscuras, al forzar la vista, ve “como estrellitas”.

El grupo lo completa Moreno, quien estudió artes plásticas y, aunque distingue colores, tiene problemas para ver cuando hay demasiada luz. “He ido a bastantes oftalmólogos y me dicen que ya no hay remedio, yo ya no puedo usar lentes para que me ayuden porque, igual, mi visión queda con el 46 %”.

Sin auspicio

“No contamos con el apoyo ni el auspicio de alguna institución ni privada ni pública, ha sido un trabajo de hormigas”, dice Corral.

Por ahora, están a la espera de que se concreten varios negocios que han planteado con empresas privadas y aguardan a que la alcaldía de Quito les de una respuesta sobre una propuesta de trabajo que presentaron.

Corral señala que a largo plazo, una vez estén más consolidados, tienen planteado visitar instituciones educativas. “Creemos que esto de fomentar la conciencia social en cuanto a la actitud de la gente para las personas con discapacidad y viceversa, se debe hacer desde los más pequeños, porque es más fácil inculcar desde esa edad”

 

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