MOCTEZUMA Y HERNÁN CORTÉS: 500 AÑOS DEL ENCUENTRO

El encuentro entre Moctezuma II y Hernán Cortés marca simbólicamente el nacimiento de una nueva nación. Fue en el año 10 Conejo del calendario azteca (1502) cuando Moctezuma Xocoyotzin, hijo de Axayácatl, fue elegido emperador.

Sus dominios, bajo control por medio de la fuerza, comprendían la amplia zona del centro y sur de México. Hacia el siglo XVI los aztecas se encontraban en el esplendor de su civilización, fruto de la mezcla entre el comercio, la agricultura, las artes, los usos y costumbres de varias razas y las lenguas indígenas que convergían en esta zona de Mesoamérica.

MALOS PRESAGIOS

Las crónicas indígenas (Visión de los vencidos y Relaciones indígenas de la conquista) narran que dos años antes de la llegada de los españoles se observaron augurios que alertaron a los indígenas sobre el destino que aguardaba a su mundo. 

Durante varias noches apareció una especie de aurora en el cielo, descrita como una enorme espiga de fuego que de acuerdo a los sacerdotes presagiaba el regreso de los dioses, encabezada por el mismo Quetzalcóatl.

Otro signo fue un rayo sin trueno que cayó sobre el templo de Xiuhtecutli (Dios del fuego). La gente temía la llegada de la noche, pues creía escuchar los aterradores lamentos de Cihuacóatl (mujer serpiente), la diosa que lloraba y gritaba por sus hijos perdidos.

El mismo Moctezuma tuvo una extraña visión en su ‘Casa de lo negro’, lugar donde se encerraba a orar y meditar: una garza portaba un espejo en la cabeza, en cuya superficie pudo ver el cielo estrellado y un grupo de seres humanos montados en una especie de venados gigantes (caballos). 

Pronto se tuvieron noticias de la llegada de extranjeros de piel blanca en enormes barcas, que aparecieron las costas del Golfo.

Imagen: Getty

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LA LLEGADA DE LOS DIOSES

Para su primera expedición Cortés, quien partió en febrero de 1519, contaba con 10 navíos, 100 marineros, 508 soldados, 200 indios de Cuba, 16 caballos, 10 cañones, 13 escopetas y 4 falconetes. Sus capitanes más destacados eran Pedro Alvarado, Francisco de Montejo, Alonso de Alvarado y Juan Velázquez de León.

Tras llegar a Cozumel el español tuvo su primer combate y victoria en el río Grijalva, donde los caciques locales le brindaron una bella indígena llamada Malinalli o Malintzin, quien también le servía de intérprete.

Moctezuma temía que esos poderosos visitantes fueran los anunciados por la profecía del retorno de Quetzalcóatl, cuya venida marcaría el final de sus dinastía. Así que, preocupado y empeñado porque no llegaran a Tenochtitlán, los quizo halagar con regalos como oro, piedras preciosas y ropas de algodón. 

Sin embargo, el encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés se efectuaría, pues la codicia del conquistador aumentaba.

Durante su recorrido, se admiró del poder y la influencia del emperador azteca en aquellas zonas. En la costa cercana a San Juan de Ulúa recibió los primeros regalos de Moctezuma, con la súplica de que se marchara.

Cortés estaba en una encrucijada: su misión tenía límites muy estrictos de exploración, comercio y evangelización, pero él quería ir mucho más allá.

Ayudado por su astucia natural y habilidad política, durante su camino se ganó la amistad de muchos caciques y consiguió su apoyo militar con la promesa de liberarlos del yugo azteca, por ejemplo, los animó a dejar de pagar tributo (impuestos), obteniendo de ellos 1,300 guerreros.

El pequeño ejército de Cortés empezó a recorrer más de mil kilómetros que separan Veracruz de Tenochtitlan (actual Ciudad de México). Además, contaba con la ventaja de ser considerado un semidiós por los nativos.

Su mayor éxito fue atraerse el favor de los tlaxcaltecas, una nación muy numerosa que al principio se mostró contraria a ellos (incluso les presentaron batalla dos veces), pero que guardaba una animadversión mucho mayor hacia los mexicas, que los dominaban desde hacía más de 70 años.

En la ciudad de Cholula, aliada de los mexicas, el ejército de Cortés se anticipó a una posible emboscada de éstos con un indiscriminado “ataque preventivo”. El fraile Bartolomé de las Casas habla de 30 mil personas asesinadas, aunque otras estimaciones rebajan la cifra a cinco mil. Quienes sobrevivieron se unieron a los españoles.

Hernán Cortés y su flota en Veracruz México 1519
Source : Illustriertes Konversations Lexikon 1870. Getty

EL ENCUENTRO ENTRE MOCTEZUMA Y HERNÁN CORTÉS

Tras cruzar el desfiladero entre dos volcanes hoy conocido como Paso de Cortés, los expedicionarios llegaron al Valle de México. 

Allí, Moctezuma realizó los últimos intentos de disuadirlos de entrar en su capital, Tenochtitlan, la fastuosa ciudad construida en medio del lago de Texcoco sobre una isla. Pero nada podía frenar ya a Cortés, quien llegó a ella el 8 de noviembre de 1519.

Moctezuma recibió amistosamente a los españoles y los alojó en el importante Palacio de Axayácatl. Hacía las veces de anfitrión y les enseñaba la ciudad, e incluso aceptó declarar su vasallaje al rey Carlos I de España en diciembre de 1519. Malinche le aconsejó a él, como antes a los líderes de otros pueblos nativos, no irritar a los aguerridos españoles.

No es complicado descifrar el profundo significado de ese primer saludo, del abrazo fallido entre el extremeño y el monarca tenochca. En un gesto, con la audacia de Cortés, el dios encarnado había transmutado en hombre común. 

Sólo nos queda el momento en el que ambos hombres se saludaron, tal y como lo consigna Bernal Díaz del Castillo:

“Y EL GRAN MONTEZUMA VENÍA MUY RICAMENTE ATAVIADO […] OTROS MUCHOS SEÑORES QUE VENÍAN DELANTE DEL GRAN MONTEZUMA BARRIENDO EL SUELO POR DONDE HABÍA DE PISAR, Y LE PONÍAN MANTAS POR QUE NO PISASE LA TIERRA. TODOS ESOS SEÑORES NI POR PENSAMIENTO LE MIRABAN EN LA CARA […] E COMO CORTÉS VIO E ENTENDIÓ E LE DIJERON QUE VENÍA EL GRAN MONTEZUMA, SE APEÓ DEL CABALLO Y DESQUE LLEGÓ CERCA DE MONTEZUMA, A UNA SE HICIERON GRANDES ACATOS […]

Y ENTONCES SACÓ CORTÉS UN COLLAR QUE TRAÍA MUY A MANO DE UNAS PIEDRAS DE VIDRIO, QUE YA HE DICHO QUE SE DICEN MARGARITAS, QUE TIENEN DENTRO DE SÍ MUCHAS LABORES E DIVERSIDAD DE COLORES Y VENÍA ENSARTADO EN UNOS CORDONES DE ORO CON ALMIZCLE POR QUE DIESEN BUEN OLOR, Y SE LA ECHÓ AL CUELLO EL GRAN MONTEZUMA, Y CUANDO SE LA PUSO LE IBA A ABRAZAR, Y AQUELLOS GRANDES SEÑORES QUE IBAN CON EL MONTEZUMA DETUVIERON EL BRAZO A CORTÉS QUE NO LE ABRAZASE, PORQUE LO TENÍAN POR MENOSPRECIO”.

En ese momento Moctezuma y Hernán Cortés tomaron conciencia de su propia humanidad: para el extranjero, el huey tlatoani se convirtió en un humano al que podía vencer, y para el mexica el visitante se convirtió en un igual, en alguien que podía tocarlo y mirarlo a los ojos sin recibir castigo divino.

Texto publicado en Especial: 500 años del encuentro de dos imperios | Muy Interesante México.
Moctezuma II. Retrato por André Thevet – 1584. Wikimedia Commons

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