¿Para qué sirve el orgasmo femenino? Esta pregunta, aparentemente tan simple, ha traído de cabeza a los científicos durante siglos, desde que se describió el clítoris por primera vez, en el siglo XVI. Por aquel entonces se pensó que tenía algún tipo de función relacionada con el tracto urinario y que posiblemente no se encontraba en mujeres sanas. Hoy se sabe que esa era una idea totalmente errónea, pero la verdadera función de ese órgano y las reacciones que provoca su estimulación siguen siendo un misterio.

 

Está claro que genera un gran placer, ¿pero es realmente ese su único objetivo? Al fin y al cabo, en el caso de los hombres el orgasmo suele ser necesario para que haya eyaculación y, por lo tanto, pueda darse la fecundación del óvulo. En cambio, en las mujeres no parece tener un fin reproductivo, puesto que el embarazo puede producirse perfectamente sin él. Este es el motivo por el que, a día de hoy, la teoría más aceptada es que su única función es el disfrute de quien lo experimenta. Sin embargo, una nueva revisión, publicada en Clinical Anatomy por el científico biomédico Roy Levin, apunta a que hay mucho más detrás de ese “botoncito del placer”.

 

Poniéndoselo fácil al espermatozoide

El viaje de los espermatozoides, desde que son liberados hasta que uno de ellos logra fecundar el óvulo, no es fácil. Por eso, no es extraño que algunos estudios de los analizados por Levin durante su revisión señalen que el orgasmo pueda servir para “echarles una mano”.

 
 

Estos trabajos relacionan el orgasmo con la activación de áreas cerebrales vinculadas a funciones como la excitación, la recompensa, la memoria, la cognición y el comportamiento social. A su vez, todas estas reacciones están asociadas a cambios genitales como el aumento del flujo sanguíneo y de oxígeno, el incremento de temperatura y la lubricación. Pero eso no es todo, ya que durante ese lapso de tiempo también se producen contracciones rítmicas de los músculos del suelo pélvico, que ayudan a que el útero se levante, preparándose para la llegada del esperma. Además, se generan cambios en el cuello uterino que impiden que el semen viaje muy deprisa, aportando a los espermatozoides un tiempo extra para volverse más fuertes y móviles.

 

Por otro lado, algunos estudios vinculan la liberación de oxitocina con un aumento de la absorción del líquido del esperma por parte de las trompas de Falopio. Esta hormona se segrega en gran cantidad durante el orgasmo, por lo que es otra señal de que el clítoris, el botoncito que lo empieza todo, tiene también un papel reproductivo.

 

También en otras especies

La revisión de Levin no se centra solo en estudios realizados en humanos, sino que también analiza el papel del clítoris en otras especies, en las que sí se encuentra en el interior de la vagina y no en la parte superior de la vulva, como en humanos. Es el caso de gatos, conejos y hurones, por ejemplo. En todos ellos, existen estudios que apuntan más directamente a la necesidad del orgasmo para que tenga lugar la procreación. En uno de los más recientes, publicado este mismo año, se comprobó que las conejas que no alcanzan el orgasmo ovulan un 30% menos, lo cual significaría que, quizás, en el pasado la liberación de óvulos en humanas podría haber estado influenciada por la estimulación del clítoris. Hoy en día no es así, por supuesto, pero se lo ponen más fácil al semen.

 

El estudio de este científico británico no deja de ser una revisión de otros trabajos, pero sus conclusiones son muy interesantes, pues refuerzan lo que todos ellos apuntan: que el clítoris podría tener otras funciones más allá del placer; aunque, para el día a día, esas nos importan bastante menos, por supuesto.