Bancos de heces: la nueva propuesta para restaurar nuestra flora intestinal

En los últimos años, los trasplantes de microbiota fecal (FMT) se han vuelto una técnica prometedora en todo tipo de tratamientos, desde los alérgicos hasta los que buscan retrasar el envejecimiento. Es por eso que la Escuela de Medicina de Harvard y el Hospital Brigham and Women ‘s están proponiendo que se establezca una institución innovadora para obtener insumos fecales: un banco de heces. 

Quizás suene algo absurdo, pero es una propuesta totalmente seria. Depositar nuestras heces en un banco podría ayudarnos a prevenir una gama de enfermedades muy amplia en el futuro. Entre ellas, la infección bacteriana causada por la Clostridioides difficile o C. diff.

 

¿Cómo funcionan los bancos de heces?

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La idea del banco de heces que proponen estos centros médicos es similar a cuando los padres guardan la sangre del cordón umbilical de su bebé para el futuro.

En esencia, estas instituciones serían espacios para conservar muestras fecales antiguas en las mejores condiciones. Es decir, de forma criogenizada, para que la microbiota no desaparezca hasta que la persona la necesite. 

Lo único importante a tener en consideración sería que las muestras de heces deben ser jóvenes y sanas, por lo que la persona debe hacer al menos un depósito en sus primeros años de vida. Esto debido a que varios estudios han demostrado que la microbiota de los adultos no solo carece de bacterias beneficiosas para el tránsito intestinal, sino que también puede causar la aparición de infecciones resistentes.

Sin embargo el potencial de los bancos de heces es mucho mayor al de los bancos de cordón umbilical, pues los FMT se pueden usar para curar casi todo.

Por qué depositar las heces jóvenes es tan importante en la vejez

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Como sabemos, el intestino es nuestro segundo cerebro. Y nuestro microbioma intestinal, el caldo que nutre a todo el cuerpo. Sin ellos, nuestras células no podrían metabolizar los nutrientes, crear energía o defenderse de otras bacterias invasoras. De allí que los trasplantes de microbiota fecal sean ahora tendencia en la comunidad científica. 

Al limpiar el microbioma intestinal de una persona adulta con antibióticos, y luego introducir heces de donantes saludables, el microbioma se puede restablecer a como era en sus primeros años. Es decir, una versión libre de problemas intestinales comunes como el síndrome de colon irritable. 

Incluso los FMT tienen el potencial de tratar enfermedades autoinmunes como el asma, la esclerosis múltiple, la diabetes, la obesidad y el envejecimiento. Principalmente porque todos tienen en común la degradación de las células.

 

Nuestra flora intestinal tiende a descomponerse a medida que envejecemos. Lo que hace que las células se degraden y den paso a enfermedades inflamatorias en el intestino, el estómago y el corazón. Afecciones que, si fueran tratadas a tiempo, no tendrían porqué ser preocupantes.

El problema es que es muy difícil que un FMT funcione con las heces de terceros más jóvenes, pues la compatibilidad genética aplica tanto para la sangre como para los desechos.

Por tal motivo es que los científicos están promoviendo la creación de bancos de heces, para que las personas puedan almacenar sus propias muestras a una edad temprana y luego trasplantarlas cuando se enfermen. Aunque puede que esta idea nunca llegue a funcionar.

Los bancos de heces son difíciles de manejar

A diferencia de los bancos de sangre o de cordón umbilical, los bancos de heces tendrían que contar con varias fuentes de nitrógeno líquido. Esto a fin de almacenar más de una muestra fecal de microbiota para los FMT. Lo que supone un gasto considerable que no muchos países están dispuestos a pagar.

Hasta ahora, el único proyecto de banco de heces sin ánimo de lucro es el OpenBiome. Un centro médico en Massachusetts, Estados Unidos, que acepta las muestras fecales de sus pacientes desde 2012. Sin embargo, se desconoce por cuánto tiempo podrían permanecer esas heces criogenizadas antes de perder sus propiedades. 

Por lo tanto, todavía queda un largo camino por delante antes de poder hablar de un banco de heces. Pero la posibilidad sigue abierta.

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