¿Qué debemos hacer si queremos reducir el riesgo de zoonosis inversa?

Con el auge de la actual pandemia del coronavirus, los esfuerzos por disminuir los riesgos de zoonosis han sido altos y continuos. Sin embargo, investigaciones ya han comprobado que ese tipo de contagios entre animales y personas podría estar ocurriendo cientos de veces al año sin que lo notemos.

Además de lo anterior, nuestra consciencia de dicho riesgo también ha traído a colación la existencia de otra amenaza: la zoonosis inversa. Un peligro que también está latente en las interacciones entre animales y humanos, pero al que no prestamos tanta atención, tal como denuncia una publicación reciente de la revista Frontiers in Veterinary Science

 
 

El riesgo de zoonosis inversa

Con la llegada de pandemia del COVID-19, el término “zoonosis” se hizo extremadamente conocido en el mundo. De forma resumida, hace referencia a los procesos de contagio que pueden darse entre alguna especie animal y los humanos. Específicamente, nombra todos aquellos virus zoonóticos (de origen animal) que mutan lo suficiente como para pasar a los humanos.

Ahora, dicho proceso de contagio también puede ir en la otra dirección. En otras palabras, los virus humanos también pueden evolucionar para transmitirse a los animales. A dicho proceso se lo conoce como zoonosis inversa y, a pesar de que es altamente peligroso, es poca la atención que recibe en ambiente de alto riesgo como reservas naturales, centros de rehabilitación de la vida salvaje y demás.

Para hacer notar dicho problema los investigadores de la Facultad de Ciencias de la Vida y el Medio Ambiente de la Universidad, colaboraron con instituciones como Wildlife Impact. Dentro de sus esfuerzos, estudiaron específicamente los casos de tres especies de orangutanes que constantemente deben ser traslocados en Indonesia como un esfuerzo para sacarlos del “peligro crítico” de extinción”.

¿Cómo disminuir la amenaza de la zoonosis inversa?

Si bien nunca podemos eliminar todos los riesgos, nuestras investigaciones mostraron que las medidas de mitigación que se usan comúnmente no se practican ni se hacen cumplir de manera consistente”, declaró el Dr. Steve Unwin.

 

Para los investigadores, el detalle claro que marca los procesos de zoonosis inversa es la falta de esfuerzos rotundos para detenerla. En la actualidad, a pesar de que existen medidas de bioseguridad, lo común es que no se sigan al pie de la letra. De allí que no se haya podido disminuir verdaderamente el riesgo de zoonosis inversa durante los procesos de reubicación de orangutanes.

Además, como aclara el Dr. Unwin, como si lo anterior no fuera suficiente, se ha visto cómo desde la pandemia se ha tomado más en serio la amenaza de la zoonosis, pero se ha hecho poco por entender los procesos de contagio que ocurren a la inversa. Eso incluso cuando, de acuerdo al experto, los riesgos son incluso mayores.

Recomendaciones a tener en cuenta

Como resultado de su trabajo, el equipo de investigadores desarrolló una lista de lineamientos que se pueden aplicar para proteger a los orangutanes de posibles zoonosis inversas. De forma general, los puntos expresados en su estudio son los siguientes:

  • Mejorar la vigilancia de patógenos y su transmisión.
  • Realizar de análisis de riesgo de enfermedad para la translocación (es decir, identificar los niveles y patrones de riesgo que pueden o no ser “aceptables” durante el proceso).
  • Aplicar consistentemente medidas de mitigación para disminuir la probabilidad de brotes de enfermedades.
  • Conservar la vida salvaje a través de la creación de nuevas leyes de protección.
  • Educar a las comunidades para que puedan vivir en armonía con el ambiente.
  • Reenfocar los esfuerzos de conservación en la búsqueda de alternativas a la translocación.

En general, los primeros tres puntos ya son comunes entre los procesos de translocación. Sin embargo, el detalle está en que en la mayoría de los casos no se siguen con la suficiente consistencia o ahínco. Como resultado, no son tan efectivos a la hora de disminuir el riesgo de zoonosis tanto comunes como inversas.

Si bien nuestro estudio se centró en los orangutanes, este enfoque ofrece soluciones viables para reducir el riesgo de transmisión de enfermedades en cualquier especie animal salvaje”, aclaró el Dr. Unwin.

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